Durante el cuarto trimestre de 2021, Petróleos Mexicanos reportó una pérdida neta de 124,125 millones de pesos, en contraste con los 96,124 millones de pesos de ganancia neta registrada en el mismo trimestre de 2020. La explicación fundamental de este contraste estriba en el hecho de que mientras en el cuarto trimestre de 2021 Pemex resintió una pérdida cambiaria por 22,173 millones de pesos, en el mismo trimestre de 2020 obtuvo una utilidad cambiaria por la extraordinaria cantidad de 254,518 millones de pesos.
En cuanto a su resultado anual para 2021, Pemex obtuvo un rendimiento positivo antes de impuestos y derechos por 85,244 millones de pesos, el cual contrasta fuertemente con los 323,480 millones de pesos de rendimiento negativo obtenidos en 2020, año en el que el mercado petrolero internacional resintió con particular dureza los efectos de la pandemia del Covid. Asimismo, el rendimiento neto del ejercicio respectivo pasó de una pérdida de 509,052 millones de pesos en 2020, a una pérdida menor: 224,363 millones de pesos en 2021. En el resultado neto anual pesan significativamente los derechos e impuestos pagados por la petrolera. En efecto, mientras que entre 2020 y 2021 los ingresos de Pemex aumentaron en un 56.9% (de 953,662 a 1,496,785 millones de pesos), el pago de impuestos y derechos lo hizo en un 66.8% (de 185,572 a 309,607 millones de pesos).
De su lado, el EBITDA (utilidades antes de intereses, impuestos, depreciación y amortización) del cuarto trimestre de 2021 fue de 129,659 millones de pesos. Esta cantidad, representa un aumento del 616.7% frente al EBITDA obtenido en el cuarto trimestre de 2020 (18,091 millones de pesos). Asimismo, el EBITDA para todo el año de 2021 fue de 487,915 millones de pesos, es decir, 170% superior al de 2020, que fue de 180,386 millones de pesos. Es importante subrayar en este punto que el precio promedio anual de la Mezcla Mexicana de Exportación en 2021 se situó en 65.31 Dlls/barril, lo que significó un incremento del 80.2% frente a los 36.24 Dlls/barril observados en 2020.
“La situación de Pemex es delicada y lo seguirá siendo en el mediano plazo”.
En suma, Petróleos Mexicanos obtuvo resultados negativos netos tanto en el trimestre reportado, como a lo largo de 2021, aunque el resultado antes del pago de impuestos y derechos volvió a ser positivo, como ha solido ser el caso a lo largo de los años.
Sin embargo, llama la atención que persistan sus pérdidas netas a pesar del fuerte incremento del precio de la Mezcla Mexicana de Exportación, de la disminución del 58% al 54% del Derecho de Utilidad Compartida, de la reducción adicional en el pago del mismo por 73,280 millones de pesos, de las aportaciones patrimoniales por 202,569 millones de pesos para el pago de amortizaciones de su deuda, así como del apoyo presupuestal por 113,800 millones de pesos para la construcción de la refinería de Dos Bocas.
Es evidente que persisten los problemas estructurales en nuestra petrolera, los cuales ameritan soluciones integrales y de largo plazo, más allá de los apoyos fiscales, presupuestales y de capital otorgados coyunturalmente por el gobierno.
La situación de Pemex es delicada y lo seguirá siendo en el mediano plazo. La volatilidad del precio es inherente al mercado petrolero internacional y la ayuda gubernamental enfrentará cada vez mayores restricciones financieras y cuestionamientos políticos. No habrá una salida de fondo y con bases sustentables mientras no haya una revisión integral del diseño institucional del sector y de la organización corporativa de la empresa establecidos por la reforma energética de 2013 y 2014. Tampoco la habrá sin coherencia de conjunto de las políticas públicas que concurren en el sector petrolero, una visión estratégica de largo plazo que incluya una sólida política industrial que aproveche al máximo nuestros hidrocarburos, impulso a la formación de recursos humanos, la investigación científica y el desarrollo tecnológico, así como un firme y decidido compromiso con la transición energética, la sustentabilidad económica y el combate al cambio climático.
Asimismo, es indispensable una profunda reforma fiscal, progresiva y redistributiva, que incremente la recaudación del Estado mexicano y permita reducir significativamente la carga fiscal de Pemex.
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