Luis Vielma Lobo* / para Energía a Debate
El mundo cambia con gran rapidez. Pareciera que la pandemia nos ha hecho más conscientes del paso de las horas y de los días. Las pérdidas humanas se han convertido en cifras y estadísticas que se contabilizan cada atardecer y se publican cada anochecer. El día despunta con el pensamiento de mantenernos vivos y agradecer por ello.
Mientras tanto, la geopolítica mundial sigue avanzando con pasos positivos para muchos países y negativos para muchos otros, creando una incertidumbre silenciosa que nos afecta a todos. La economía sufre y, con excepción de China -de manera relativa- todas las demás naciones siguen enfrentando la pandemia con diferentes agendas que solo tienen en común la consistencia del repunte del virus fatídico.
El panorama de incertidumbre mundial sigue afectando los mercados de energía y el sector de los hidrocarburos está viviendo un impacto que nunca enfrentó, considerando las grandes crisis geopolíticas que la industria ha vivido en más de cien años de historia. Esa incertidumbre, la cual ya se había manifestado desde finales del año 2014 y que había situado los precios por debajo de los 30 dólares el barril hacia finales del 2015 insinuaba un parteaguas en los precios y también en la manera de enfocar el negocio desde el punto de vista estratégico, el cual no tuvo las adecuadas lecturas en toda la cadena de suministro del sector.
La demanda que había superado los 95 millones de barriles a finales del 2019 y que proyectaba superar los 100 millones en ese fatídico 2020, no se materializó; por el contrario, la demanda retrocedió a los niveles del 2017, independientemente de la existencia de reservas mundiales que superan los 1.70 trillones de barriles (BP Statistical Review of World Energy, 2020) y recursos prospectivos indefinidos, considerando las dimensiones de los no convencionales existentes en el subsuelo del planeta.
Las energías alternas han tenido un crecimiento pequeño pero sostenido. Los mayores avances los ha tenido el sector del transporte donde el desarrollo de los vehículos eléctricos es un hecho incuestionable. No se trata ya de experimentos o pruebas piloto, hoy son realidades. Los automóviles eléctricos ya superan distancias de 400 kms, con la posibilidad de recargar en corto tiempo sus baterías.
China avanza agresivamente en la sustitución de motores de combustión interna por motores eléctricos en los autobuses del trasporte público, y la industria de los paneles eléctricos para iluminación doméstica e industrial avanza cada día más en sus propósitos de ser una alternativa competitiva en precios con otras fuentes de energía. Falta por verse un mayor desarrollo en el uso del gas como alternativa energética inmediata ampliando su uso en el transporte e incrementando su utilización en los procesos de generación eléctrica.
Sin embargo, el factor de mayor impacto en esta incertidumbre histórica tiene que ver con el cambio climático, el cual avanza silenciosamente y pareciera que nos negamos a reconocer, a pesar de que hemos visto el cambio en las temperaturas de las estaciones de verano e invierno, su intensidad y la frecuencia de los frentes fríos y las nevadas, conjuntamente con el incremento del nivel de ríos y océanos; toda una realidad tangible.
En un artículo publicado recientemente, Lawrence Smith, profesor de estudios espaciales, estudios terrestres y geografía en la Universidad de California, en Los Ángeles (UCLA), comentaba sobre la experiencia vivida por dos colegas cazadores en los bosques del norte del Canadá a finales del año 2018, cuando se vieron obligados a defenderse de un oso extraño; que parecía un oso polar con manchas marrones y cara aplanada. Era un oso híbrido mitad polar, mitad pardo, que nadie había visto antes.
Las conclusiones del profesor Smith y sus colegas, señalaron que ese oso era un producto del calentamiento global, que ha obligado a migrar animales de su hábitat natural, especialmente en los lugares más fríos del planeta, y en sus nuevos refugios desarrollan una nueva vida y procrean especies híbridas. Esta experiencia permite reflexionar sobre los cambios o transformaciones que el mundo está viviendo, y sobre el porvenir que nos espera a la vuelta de la esquina. Un relato intrigante que obliga a volver la cara a la dura realidad que el planeta está enfrentando, desde hace varias décadas.
Una de estas realidades ha sido la globalización de la economía que se inició en la segunda mitad del siglo XX, y que ha transformado el mundo y convertido algunos países en sucursales de manufactura de empresas multinacionales de diferentes commodities, aprovechando sus bajos costos de producción y afectando a la vez a otros países, en donde se incrementó el desempleo y el cierre de empresas. Este fenómeno social y geopolítico ha dejado su huella en los cambios de vida y la necesidad de recursos de muchas naciones.
La tecnología es otra realidad que ha afectado la economía de muchos países, con impactos similares a la globalización, desplazando commodities que tuvieron su uso y mercado en el pasado y han sido reemplazados por nuevos productos y servicios. Estos factores han incorporado cambios sociales, que siguen impactando los procesos migratorios de la gente desde el campo a las ciudades en busca de mejor calidad de vida; fenómeno que ha venido afectando la producción de alimentos, además de generar una saturación en las ciudades, impactando, principalmente, el tema de la vivienda y el transporte.
Esta saturación de las ciudades ha detonado un incremento de la producción de gases de efecto invernadero por exceso de generación de anhídrido carbónico CO2 como consecuencia del uso de combustibles en motores de combustión interna de los automóviles, y también en la generación de electricidad, cuya demanda se ha incrementado exponencialmente, convirtiéndose en una amenaza para la salud de la población, en muchos países.
El cambio climático no se distribuye de manera uniforme; su efecto más fuerte se ha sentido en los polos norte y sur del planeta, donde el deshielo ya está afectando poblaciones y hábitats silvestres.
Esta situación está privando en las decisiones del nuevo gobierno de los Estados Unidos, el cual está revisando los permisos otorgados para seguir explorando en la búsqueda de hidrocarburos en nuevas áreas -incluida la Antártida- a fin de mantener las tendencias de crecimiento en la demanda de energía fósil, mostradas en las proyecciones de la Agencia Internacional de Energía y las empresas petroleras privadas en los próximos 30 años. También revisa la dimensión de la explotación de hidrocarburos no convencionales y el impacto que ha tenido en el entorno ambiental circunvecino, a fin de decidir sobre su viabilidad futura.
Algunos combustibles fósiles se están agotando y las energías alternas seguirán creciendo, pero, aun así, los primeros seguirán satisfaciendo la mayor parte de las necesidades energéticas mundiales en los próximos treinta años, a pesar de la amenaza existente y la tendencia a responsabilizar a la industria de los hidrocarburos como culpable de todo el daño climático del planeta.
Una mirada al futuro nos permite reflexionar sobre cuatro temas fundamentales que la ciencia ha probado:
- Los cambios no ocurren de manera uniforme con el tiempo. En un sistema complejo, los mismos se desenvuelven de forma variable, por lo que se prevé que el cambio climático se produzca en ciclos de mayor y menor intensidad.
- Los cambios no ocurren de manera uniforme en el espacio. La tendencia es que la temperatura aumente, pero disminuirá en algunas regiones.
- El cambio climático es indefectible, pero la acción humana puede aún tener consecuencias sobre cuánto y cómo cambiará el clima.
- Las temperaturas aumentan más en la tierra que en el agua. Los cambios en los polos tendrán un efecto dominó: se derretirá el hielo y el agua absorberá el calor del Sol, lo que aumentará la temperatura.
Una panorámica de 360 grados al mundo permite distinguir algunas fuerzas que tendrán un gran peso en el futuro de la humanidad en los próximos 30 años y que representan el reto de las generaciones que van asumiendo su posición en la sociedad, el mundo empresarial y el político. Entre estas fuerzas o tendencias podemos mencionar como prioritarias: el impacto del calentamiento global en la sociedad, la falta de educación en muchos países y su efecto en el crecimiento de la migración buscando mejores condiciones de vida, el incremento de la migración interna en países cercanos a los polos norte y sur para aprovechar los beneficios del nuevo clima y fertilidad de la tierra en esas zonas, el cambio en los hábitos de transporte y el regreso a la vida rural en muchos países, en búsqueda de la autosuficiencia y supervivencia.
Los efectos de esta larga pandemia contribuirán a ampliar estas tendencias, pues la tecnología ha demostrado que, sin importar la naturaleza del trabajo, éste puede hacerse desde la casa y también cualquier producto puede adquirirse vía electrónica y ser recibido por medio de las empresas de correo o paquetería. Estas tendencias favorecerán el clima y la calidad de vida en el mundo y, sin duda alguna, afectarán los hábitos de consumo de la sociedad lo cual impactará el consumo de combustibles fósiles.
(*) Luis Vielma Lobo, es Director General de CBMX Servicios de Ingeniería Petrolera, Director del Centro Integral de Desarrollo del Talento (CIDT) y presidente de la Fundación Chapopote, miembro del Colegio de Ingenieros Petroleros de México, Vicepresidente de Relaciones Internacionales de la Asociación Mexicana de Empresas de Servicios, AMESPAC, colaborador de opinión en varios medios especializados en energía, conferencista invitado en eventos nacionales e internacionales del sector energético y autor de las novelas “Chapopote, Ficción histórica del petróleo en México” (2016) y “Argentum: vida y muerte tras las minas” (2019).