Escuchando los argumentos de quienes están a favor de la iniciativa de reforma eléctrica en los parlamentos abiertos, recordé la fábula del caballo y el escorpión. El último, queriendo cruzar un arroyo, le pide al caballo que le ayude a cruzar. El caballo, cauteloso como son los equinos, se niega, en primera instancia, porque el escorpión tiene fama de picar y matar a otros animales.
El escorpión, hábil en sus palabras, hace evidente al caballo que si llegase a picarle y provocarle la muerte mientras cruzan el arroyo, ambos morirían, por lo cual no lo haría. Así, el caballo accede, el escorpión lo monta e inicia su cruce. A medio camino, el caballo siente el dolor producto del piquete.
Mientras se paraliza y se da cuenta de su error, antes de morir el caballo cuestiona al escorpión el porqué del piquete, si ahora ambos morirían. El escorpión, sin argumentaciones filosóficas u ontológicas, sin mayor razón que el instinto, replica solamente que esa es su naturaleza. Así, ambos mueren, el caballo y el escorpión.
Antes de saber que desde la Coordinación de Comunicación Corporativa de CFE se ha instruido a quienes participan en el Parlamento Abierto representando a la empresa que se concentren en argumentos que apelen a las emociones pues, desde dicha Coordinación, todo esto es una puesta en escena, era evidente que los argumentos de quienes están a favor de la iniciativa de reforma eléctrica seguían cierto patrón.
El más preocupante de ellos es que no se habla mucho, en los discursos de quienes están a favor, de que los costos de la electricidad bajen, sino que se concentran todos los argumentos en las supuestas injusticias que ha sufrido CFE desde 1992, aunque mucho se enfoca en la reforma de 2013.
“El argumento central es cómo aumentar los precios de la electricidad”.
En el fondo, lo preocupante son las declaraciones veladas de los funcionarios entre las que destacan que los hogares deben pagar más por la energía, que los comercios deben pagar más por la energía y que los industriales deben pagar más por la energía. Es decir, el argumento central es cómo aumentar los precios de la electricidad.
Al grito vehemente de que la prestación del servicio público no busca utilidades, sí se aboga por seguir incrementando los flujos monetarios que van a la CFE ya sea a través del aumento de las tarifas de transmisión y distribución, limitando a quienes quieren instalar paneles en sus techos porque representarían menos ingresos para la empresa, e incrementando la cantidad de energía que proviene de CFE reservando al menos el 54% de las ventas, aun si la energía viene de fuentes más contaminantes y más caras.
En ningún momento se ha hablado de cómo sí puede bajar el costo de la electricidad, cómo reducir los pasivos laborales, cómo hacer eficientes los procesos, cómo integrar tecnologías nuevas y baratas, cómo empoderar al consumidor, cómo expandir y fortalecer las redes. Nada de eso, solo cómo incrementar los costos.
Esto es peligroso para la ciudadanía y nos daña a todos, somos el caballo a quienes el escorpión nos pide que le ayudemos a cruzar, pero a medio camino dar todo a la CFE nos va a costar a todos, en incrementos de precios, contaminantes, pérdidas de empleo y limitaciones a la libertad. Esto es una reforma que solo favorece a CFE y sus argumentos no son en pro del beneficio de la sociedad y, al final, nos dañará a todos, incluyendo a CFE.
De aprobarse la iniciativa de reforma seremos, pues, mártires energéticos para sostener los privilegios de una empresa, la empresa del Estado.