“La mejora en la eficiencia energética se asocia con múltiples beneficios, tales como el apoyo a las economías locales, la reducción de problemas en infraestructuras energéticas, y la creación de empleo.”
Andrés Rebolledo, Secretario Ejecutivo de OLADE.
La eficiencia energética se logra en una economía por la agregación de millones de acciones (cambio de hábitos y de tecnología) que ocurren todos los días de manera muy desagregada en sectores y usos finales específicos, en sistemas, procesos y equipos que proveen de servicios energéticos particulares.
Igualmente, el consumo de energía de sistemas, procesos y equipos en una economía depende de una diversidad de factores como lo son la propia estructura económica del país, su agricultura, industria, comercio y transporte de personas y mercancías; de sus fuentes e infraestructura energética; de los precios al usuario final; de su clima; de su extensión territorial; de la disponibilidad de tecnología con mayores niveles de eficiencia energética; y de las políticas e instituciones que influyen en la forma en la que se consume la energía, entre otros factores.
A nivel global, como un punto de partida y referencia para orientar y apoyar los esfuerzos nacionales para mejorar la eficiencia energética de una economía (sea a nivel local, regional o global) se han establecido indicadores de eficiencia energética, en particular la relación entre el consumo final de energía y el PIB.
Como parte de la política pública, en diversos ámbitos se han establecido metas de mejora de estos indicadores. Dadas las diferencias estructurales arriba mencionadas (y que dan lugar a grandes variaciones de intensidades entre países) las metas no se han establecido en función de niveles de intensidad energética, sino de sus tasas de mejora.
Precisamente, en el contexto de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) y del Compromiso Mundial sobre Energías Renovables y Eficiencia Energética (CMEREE), se han acordado, de manera aspiracional, tasas de mejora de la eficiencia energética. Dentro de los ODS, se encuentra mejorar la intensidad energética en un 2.6% anual entre 2010 y 2030. A su vez, en el CMREE se ha establecido “trabajar juntos para duplicar colectivamente la tasa promedio anual global de mejora en la eficiencia energética de alrededor del 2% a más del 4% cada año hasta 2030”.
Sin embargo, el análisis de la evolución de la intensidad energética de los países dentro del ODS revela que el cumplimiento de estas metas está lejos de cumplirse ya que entre 2010 y 2021 fue de 1.65%, menor a lo comprometido.
Para la región de América Latina y el Caribe la tasa de reducción de la intensidad energética fue del 0.65% para el mismo período, significativamente menor a lo obtenido globalmente.
En este contexto, la Organización Latinoamericana de Energía (OLADE) contrató el año pasado una consultoría para recolectar y analizar información disponible sobre la evolución de las intensidades energéticas (global y por sector) de la región y de los principales países, todo esto para buscar, proponer y acordar una tasa de mejora de acuerdo con las trayectorias de intensidad energética de los países de la región y sus condiciones económicas e institucionales.
A partir de estos trabajos se propuso una meta regional de mejora de la eficiencia energética del 1.3% anual entre 2022 y 2030, basada en la tasa promedio alcanzada por la región entre 2010 y 2021, lo cual fue integrado en la declaración conjunta “Meta de Eficiencia Energética” de 21 Ministros de Energía de los Estados Miembros de OLADE en Asunción, Paraguay, el 31 de octubre de 2024.
“Se propuso una meta regional de mejora de la eficiencia energética del 1.3% anual entre 2022 y 2030”.
Bajo esa perspectiva, OLADE promoverá la creación de mecanismos efectivos para dar continuidad en la recolección de la gran variedad de datos en todos los sectores de la economía que se requieren para identificar las oportunidades de uso más eficiente de la energía, dar seguimiento del progreso hacia las metas y buscar recursos financieros adecuados para implementar programas de eficiencia energética, fortalecer infraestructuras, promover tecnologías sostenibles y consolidar capacidades locales.
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