La semana pasada nos enteramos que Pemex prepara un nuevo mecanismo para pagarle la deuda a proveedores y contratistas y tiene el agua al cuello.
La deuda de este sector aumentó más de 87 por ciento en tres meses y a Pemex ya no le alcanzó la liquidez.
Pero la cosa se puso peor cuando el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, le dijo a Reuters que es probable que la dependencia le dé chance a la petrolera de Octavio Romero de retrasar el pago del Derecho de Utilidad Compartida (DUC), el impuesto que ya trae un descuento y que representa la mayor parte de los ingresos petroleros del país, para que Pemex pueda liquidar la deuda que debe saldar este año, algo así de dos mil 500 millones de dólares de la deuda de largo plazo.
En fin, la creatividad contable para Pemex está a todo lo que da para evitar algo que sería catastrófico: el default.
Nueva ofensiva
El gobierno de AMLO apuesta por poner más trabas a la minería mexicana. Pretende aprobar una reforma que incremente las causales de revocación de concesiones y reduzca el tiempo de las mismas.
El grave problema es que existe una industria que ha reducido sus inversiones debido a la incertidumbre, y aún peor es limitar todavía más el tiempo en una industria que lo que más requiere es paciencia.
Los mineros piden diálogo, Morena quiere que se apruebe ya. Un nuevo impasse en una industria vital para el sector energético mexicano.
Ahorra un poco, apaga un foco
El presidente de México pidió a los mexicanos apagar los focos que no usen para “ayudar al ambiente”.
La premisa del presidente es la siguiente: desperdiciar energía es quemar más gas, utilizar más agua y combustibles fósiles, por lo que apagar un foco ayuda al país a “cuidar el ambiente”.
¿Y si mejor impulsamos la generación con fuentes renovables, en lugar de bloquearlas? Es pregunta.