Este año, por primera vez, Petróleos Mexicanos (Pemex) ha restado recursos a las reservas internacionales del país, en vez de sumarle divisas, debido a fallas de liderazgo y de operación, a su régimen fiscal y a la corrupción. Esta situación genera daños a la macroeconomía del país, a la competitividad, también a la economía popular, puesto que ya no podemos aspirar a que sea barata la gasolina, siendo importada ahora en un 75 por ciento y gravada con 5 pesos por litro de IEPS para equilibrar las finanzas públicas.
La corrupción en Pemex tuvo otros momentos álgidos, por ejemplo, por negocios ilícitos como el de los buquestanque durante la administración de José López Portillo y por contratos del Proyecto Cantarell y por los delitos electorales del Pemexgate durante la de Ernesto Zedillo. Pero todo indica que este sexenio no se queda atrás.
Es inaudito el manejo que se ha dado al caso Odebrecht. Hace un mes, las declaraciones oficiales de la PGR, Función Pública y del propio Pemex indicaban que ya habían concluido las indagatorias sobre presuntos sobornos a funcionarios de la empresa estatal. Parecía inminente que se giraran órdenes de aprehensión contra los responsables.
Pero no. No sucedió y ahora es inevitable sospechar que el gobierno de Enrique Peña Nieto siente que “ya libró el año”. Como reportó The New York Times este sábado, líderes en el tema opinan que el propio gobierno obstaculiza los esfuerzos anticorrupción en México. Ahora la atención se enfoca al proceso electoral del 2018 y si hay continuidad en el poder, ¿el caso Odebrecht será archivado? ¿Ningún funcionario de alto nivel será juzgado por los presuntos sobornos, contratos irregulares o delitos electorales asociados con este caso?
Esto no sólo genera serios cuestionamientos sobre la procuración de justicia en México, de por sí desprestigiada, sino que infiere que la impunidad ha llegado a niveles insospechados, si se considera que en otros países se investigaron a fondo los sobornos de Odebrecht y castigaron a los involucrados.
La incertidumbre en torno a éste y a otros casos de corrupción, como los buques de apoyo a plataformas (floteles) y los fertilizantes, han enrarecido el ambiente laboral en Pemex, afectando el desempeño y la actitud no sólo de los ejecutivos de alto nivel, sino también de los jóvenes ingenieros y de los trabajadores en campo, en refinerías y en las terminales de reparto. Este ambiente contribuye a los malos resultados y a la salida y jubilación masiva de los mejores profesionistas. ¿Quién responderá por el deterioro en la primera empresa del país?
En el caso de los floteles, las anomalías son obvias, ya que el caso ha sido ampliamente documentado en la prensa mexicana e ibérica, y sin embargo no atrae la atención ni de la PGR ni de la Función Pública. Altos funcionarios de España y de nuestro país pactaron destinar recursos públicos mexicanos a dos astilleros gallegos. Mediante contratos irregulares se adjudicó la construcción de dos buques, que a Pemex no le sirven para sus operaciones y no se ha informado qué se va a hacer con ellos.
En efecto, se necesitará un combate frontal a la corrupción en el próximo gobierno, como dice José Antonio Meade, pero sin dejar impunes los delitos de este sexenio. Para transparentar la operación de Pemex, harán falta nuevas ideas de vigilancia ciudadana sobre las decisiones y acciones del consejo de administración y del sindicato, también sobre el quehacer cotidiano de la empresa, además de colocar a Pemex en Bolsa, tarea esencial que quedó pendiente en la Reforma Energética.
Si no actúa en casos como Odebrecht y los floteles, el gobierno de Peña Nieto entregará los temas de la corrupción y la política petrolera en bandeja de plata como arma electoral a los candidatos de oposición. Y con la impunidad en Pemex, uno se pregunta: ¿podría darse algún tipo de Pemexgate en las elecciones del 2018? Como país, ¿podemos darnos el lujo de otro sexenio de tolerancia a la corrupción?
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com
Este artículo fue originalmente publicado en el periódico Reforma y puede consultarse aquí