Hace unas semanas escribía sobre los riesgos de la planeación vinculante del Sistema Eléctrico Nacional, pero vale la pena resaltar una pregunta: ¿se pueden hacer proyectos por fuera de la planeación?
Porque la planeación puede tener dos perspectivas: una, que sea la base, lo mínimo que se debe hacer para el desarrollo del sistema y de ahí desarrollar más si es posible, y la otra perspectiva es que la planeación sea el límite. Y los escenarios son radicalmente distintos. Me explico.
Hay una serie de obras que resultan necesarias y son un “sí o sí“ para el sano desarrollo del Sector Eléctrico Nacional. Refuerzos en transmisión o capacidades regionales de generación, por ejemplo, que son ineludibles. Y a menos que la intención sea frenar el desarrollo socioeconómico de una región, no hay razón para dejar de hacerlas bajo cualquier esquema administrativo posible y con la participación de quien sea. El objetivo de la planeación debe ser el desarrollo de estos proyectos.
Pero afortunadamente hay más fuentes primarias de energía de lo que podemos consumir. Entonces pueden surgir proyectos de generación en algunas zonas que excedan lo que la planeación buscaba instalar. ¿Tener esa capacidad adicional de generación es malo? No necesariamente.
Primero pensemos que un problema del Sistema Eléctrico Nacional es que el freno a permisos acompañada del deficiente desarrollo de proyectos desde el Estado llevaron a que en algunos momentos del año, sobre todo en primavera-verano, haya menos energía de la que se necesita. Y no lo digo yo, lo dice el CENACE en su reporte de reserva operativa. Eso es lo que generó los apagones.
Las señales del mercado son claras y nos indican, por costos, dónde hay necesidad de más capacidad de transmisión y generación. Los problemas de calidad de la energía en otras zonas nos indican dónde hay necesidades de distribución.
El desarrollo de más proyectos de generación permite varias ventajas al sistema: más energía disponible en un sitio; en caso de que los proyectos de gobierno no se desarrollen (cosa absolutamente normal, según la experiencia), habrá capacidad para satisfacer lo que los fallidos proyectos de gobierno no puedan entregar.
Los proyectos que el mercado desarrolle tenderán a ir de acuerdo a las señales que el mismo mercado muestre. Nadie en su sano juicio, por ejemplo, estaría buscando proyectos de gran escala en zonas con costos negativos como Sonora, pero sí en zonas con alta demanda y precios de energía altos.
Finalmente, no dar permisos por fuera de la planeación terminaría por limitar el desarrollo del sistema a las capacidades (también limitadas) del Estado. Y me refiero a capacidades y técnicas y financieras. Si algo pudimos aprender del sexenio pasado es que no permitir la participación de privados termina por incrementar los costos a CFE, las pérdidas, además de frenar el desarrollo del sector y del país, aun cuando se use la soberanía como pretexto y bandera para hacerlo.
“No dar permisos por fuera de la planeación terminaría por limitar el desarrollo del sistema a las capacidades (también limitadas) del Estado”.
La planeación debe ser el piso del desarrollo del sistema. Hacerla vinculante debe obligar a los participantes, sobre todo a la CFE, en poner en marcha los proyectos necesarios para que el sistema se desarrolle y no ser un pretexto para frenar otros proyectos que ofrecen soluciones adicionales. Los datos de reserva operativa del CENACE nos hablan de que no hay capacidad disponible en el verano. Y para incrementar la capacidad disponible se requiere de mayor capacidad instalada, pero no habrá tal sin que haya permisos. Si el gobierno hace de la planeación el piso y da permisos adicionales, es más probable que tengamos capacidad instalada y disponible. Si usamos la planeación como techo, las posibilidades se limitan y perdemos todos.
¿Quién, en tiempos de sed, rechaza un vaso de agua que le da alguien más, solo porque se lo dio alguien más? Bueno, sí, alguien en berrinche.
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