Se espera que los precios de la energía se mantengan más alto por más tiempo, sobre todo como resultado de la guerra en Ucrania en un contexto de pospandemia, aunque también se prevé un menor consumo energético global derivado de un crecimiento económico lento, el resurgimiento del COVID-19 en China y precisamente los altos precios de los combustibles desde inicios del año.
“La guerra en Ucrania ha tenido como resultado importantes interrupciones en el suministro de las exportaciones energéticas rusas, basándose en las presiones existentes después de la pandemia de COVID-19”, señaló el Banco Mundial en su más reciente informe Perspectivas de los mercados de productos básicos. El impacto de la guerra en Ucrania en los mercados de productos básicos (Commodity Markets Outlook. The Impact of the War in Ukraine on Commodity Markets).
“Como resultado, los precios de la energía en marzo de 2022 se duplicaron su nivel en marzo de 2021, con los mayores aumentos de precios del gas natural y carbón”, agregó el organismo internacional.
De acuerdo con el documento, se espera que los precios de todos los energéticos se mantengan más alto por más tiempo. Así, se pronostica que los precios del crudo Brent promediará los 100 dólares por barril dpb en 2022, su nivel más alto desde 2013, antes de moderarse a 92 dpb en 2023 mientras que la producción crezca.
Respecto al gas natural, el Banco Mundial cree que sus precios seguirán siendo altos en 2022, con el índice de referencia europeo más del doble en comparación con 2021, mientras que el carbón casi se duplicará, reflejando en parte su uso como sustituto cercano del gas natural.
“El principal riesgo para los mercados energéticos es la duración de la guerra y el alcance de la interrupción de las exportaciones de Rusia”, consideró el informe. “Si la guerra se prolonga y las exportaciones de energía se reducen aún más, los precios podrían ser mucho más altos. Los riesgos a la baja incluyen una mayor desaceleración del crecimiento mundial, así como más brotes de COVID-19, especialmente en China”, apuntó.
Sin embargo, el Banco Mundial acotó que, si bien los precios más altos del petróleo afectarán la demanda, se espera que este impacto sea modesto y no se prevé una reducción sustancial en la demanda con los niveles de precios actuales.
Explicó que esto se debe a que las elasticidades de la demanda (price elasticities of demand) de los productos derivados del petróleo, como la gasolina y el diesel, son muy bajas. Además, muchos gobiernos han respondido al aumento de los precios del petróleo implementando recortes en los impuestos sobre los combustibles o introduciendo subsidios, especialmente para la gasolina, lo que amortiguará el impacto del aumento de los precios del petróleo sobre la demanda.
Respecto a la producción global de petróleo crudo, el informe indicó que aumentó poco menos del 1% en el primer trimestre de 2022 con respecto al mismo periodo del año anterior, o 2022T1 (t/t) y ha permanecido alrededor de 3% por debajo de los niveles previos a la pandemia. El aumento fue totalmente atribuido a la OPEP+, cuya producción subió en aproximadamente 1 millón de barriles por día (mb/d) a medida que el grupo continuó relajando sus recortes anteriores. La producción entre los países que no pertenecen a la OPEP+ se redujo ligeramente en un 0.2 mb/d en el primer trimestre, con un descenso de 0.3 mb/d en los Estados Unidos parcialmente compensado por un modesto aumento en Brasil, apuntó el reporte.
Sin embargo, la OPEP+ sigue produciendo muy por debajo de su objetivo oficial, ya que en marzo de 2022, 12 de los 19 países sujetos a recortes de producción estuvieron por debajo de sus cuotas. Desde principios de 2022, el déficit ha promediado más de 1 mb/d, y en marzo la brecha se había ampliado a 1.4 mb/d mientras la producción de Rusia disminuía.
Además de estos factores, agregó el Banco Mundial, la baja inversión en los últimos años, agravada por COVID-19, puede haber reducido la capacidad productiva. Ante ello, se espera que el grupo petrolero se deshaga por completo de sus recortes de producción acordados para septiembre de 2022, en línea con anuncios anteriores.
En el caso concreto de Rusia, sus exportaciones de petróleo cayeron alrededor de 0.3 mb/d en marzo. Algunos países, incluidos Canadá, el Reino Unido y Estados Unidos, prohibieron o eliminaron gradualmente las importaciones de petróleo ruso. Varias compañías petroleras grandes anunciaron que cesarían operaciones en Rusia, mientras que muchos comerciantes se volvieron reacios a comprar petróleo ruso debido a las dificultades en las transacciones u en obtener un seguro sobre cargamentos.
Respecto a los países fuera de la OPEP, la producción cayó 0.2 mb/d en el primer trimestre de 2022 con respecto al mismo periodo del año anterior. A detalle, la producción de Estados Unidos disminuyó debido a que el mal tiempo en Texas y las dificultades de mantenimiento en otros lugares interrumpieron la producción a principios de año, misma que se recuperó en marzo y se espera que siga aumentando a medida que aumenta lentamente el número de plataformas en ese país.
No obstante, la industria del llamado shale oilse enfrenta a limitaciones importantes: en una encuesta entre 132 empresas petroleras, el 60% citó la presión de los inversionistas para mantener la disciplina de capital (es decir, centrarse en devolver efectivo a los accionistas en lugar de aumentar la producción) como el principal obstáculo para el crecimiento. También mencionaron la escasez de mano de obra y otros insumos, incluida la arena.
Energía y alimentos
El aumento de los precios de la energía en los últimos dos años ha sido el más pronunciado desde la crisis petrolera de 1973. La subida de los precios de los productos básicos alimentarios —de los cuales Rusia y Ucrania son grandes productores— y de los fertilizantes, en cuya producción se utiliza el gas natural como insumo, ha sido la más marcada desde 2008, expuso el informe del organismo financiero.
“En conjunto, esto representa la mayor crisis de productos básicos que hemos experimentado desde la década de 1970. Como ocurrió entonces, la crisis se ve agravada por el aumento de las restricciones al comercio de alimentos, combustibles y fertilizantes”, dijo Indermit Gill, vicepresidente de Crecimiento Equitativo, Finanzas e Instituciones del Banco Mundial.
“Estos acontecimientos han comenzado a agitar el fantasma de la estanflación”, añadió. “Los responsables de formular políticas deben aprovechar todas las oportunidades para elevar el crecimiento económico en sus países y evitar tomar medidas que causen daños a la economía mundial”.
Se espera que los precios de la energía aumenten más del 50 % en 2022 antes de atenuarse en 2023 y 2024. Asimismo, se prevé que los precios no energéticos, incluidos los de los productos agrícolas y los metales, se incrementarán casi un 20% en 2022 y también se moderarán en los años siguientes, alertó.
No obstante, según las proyecciones, los precios de los productos básicos se mantendrán muy por encima del promedio quinquenal más reciente. En caso de que se prolongue la guerra o se apliquen sanciones adicionales a Rusia, los precios podrían subir aún más y mostrar más volatilidad de lo que se prevé en la actualidad.
Por su parte, Ayhan Kose, director del Grupo de Perspectivas del Banco Mundial, que elaboró el informe, agregó: “El consiguiente aumento de los precios de los alimentos y de la energía está generando un alto costo humano y económico”.
Consideró que lo anterior probablemente frenará los avances en la reducción de la pobreza. “La subida de los precios de los productos básicos exacerba las presiones inflacionarias, ya elevadas en todo el mundo”, afirmó.
Por último, en el informe se insta a los funcionarios responsables de formular políticas a actuar con prontitud a fin de minimizar los perjuicios para sus ciudadanos y la economía mundial.
Se les exhorta también a diseñar programas de protección social focalizados, como los de transferencias monetarias, de alimentación escolar y de obras públicas, en lugar de establecer subsidios a los alimentos y los combustibles.
Una prioridad clave debe ser invertir en medidas de eficiencia energética, lo que abarca el acondicionamiento de los edificios para protegerlos del clima.
En el informe también se alienta a los países a acelerar el desarrollo de fuentes de energía con cero emisiones de carbono, como las energías renovables.