Necesidad de reestructurar la visión energética en México
ANTECEDENTES
Después de semanas de agitación y expectativas de diferentes sectores, la iniciativa de reforma eléctrica enviada por el Ejecutivo fue rechazada por una oposición unida en la Cámara de Diputados. Independientemente del mar de fondo político que la tormenta ha dejado, se hace necesario razonar con serenidad sobre el tema.
La gestión de la electricidad y de la energía en lo general, bajo los términos legales y las políticas ejercidas actualmente, dista mucho de ser óptimas para los ciudadanos mexicanos. Si bien en el tema eléctrico ha habido un parlamento abierto en el cual supuestamente se expusieron por “conocedores” diferentes posturas, no podían dejarse de lado las intenciones políticas que distorsionaban la atmósfera en la que se manifestaron. Hay factores de diverso origen que influyen en las condiciones económicas y la calidad de los servicios que afectan a la ciudadanía en todo el espectro energético nacional, tanto en el presente como lo que alcanza a ser percibido de cara al futuro.
Dentro del espectro energético, la insuficiencia de producción nacional de gas, carencia generalizada de agua –introduciéndola a la discusión– y la situación económica son por el momento tres factores –no directamente políticos– que colocan al país en un estado de alto riesgo, con gran impacto en los ciudadanos en general. La histórica ineficiencia de las empresas productivas de estado (CFE y PEMEX) que genera altos costos de producción (manifestándose claramente en la electricidad generada por la primera, la escasez en producción de gasolina por las refinerías nacionales, la continua declinación en la extracción de crudo –siendo parcialmente también causa de la falta de disponibilidad de gas–), son contribuyentes importantes a la debilidad del panorama energético.
Carencia de inversiones en infraestructura de CFE –redes eléctricas de interconexión, sistemas de almacenamiento de energía, generación más eficiente, redes sólidas de distribución–, aunado a una perversa permisividad en el robo de energía, han erosionado la capacidad financiera de la empresa. La ya tradicional ineficiencia administrativa y técnica que afecta a PEMEX, ha seguido incrementando por su lado la ya de por sí débil estructura financiera a niveles preocupantes, dado que rebasan la capacidad de auto-respuesta de la propia empresa, impactando a nivel nacional las finanzas públicas y castigando fuertemente la capacidad financiera de sus proveedores, lo cual finalmente repercute en incremento en sus costos de operación, creando un círculo vicioso destructivo.
Agregando a lo anterior la poca probabilidad de rentabilidad de la inversión pública en sus proyectos icónicos y la gran cantidad de factores importados que afectan la capacidad de desarrollo del país, encontramos una situación a la que se debe poner atención, sin incluir los factores de índole político o imagen hacia el exterior, que indudablemente afectan.
BASES PARA UNA REESTRUCTURACIÓN ENERGÉTICA
Si a los antecedentes mencionados –de índole interna– agregamos los factores que globalmente están afectando el panorama energético –deterioro ambiental, globalización, interdependencia energética, secuela geoeconómica derivada de la pandemia, panorama geopolítico e ideológico, y lo que las noticias nos den a conocer mañana, pero también los avances tecnológicos–, claramente nos encontramos en una situación que hace necesario analizar todo el espectro energético del país para definir una posible reestructuración de la forma de ver y evolucionar en ese campo.
- Replanteamiento del uso energético.
Después de la parranda energética que el mundo ha vivido –iniciada a partir de la revolución industrial de principios del siglo XIX y continuada en todo el siglo XX–, en la cual el mundo se olvidó de las leyes físicas que rigen el comportamiento energético, dejando como secuela del derroche un daño importante en materia de deterioro ambiental, situación que afortunadamente se ha convertido en factor de cambio en el uso energético.
Siendo el Sol la fuente primaria de energía en el mundo y México un país privilegiado en incidencia solar, el primer cuestionamiento que viene a la mente es: ¿Podría México centrar su reestructuración energética tomando como base el Sol?
Considerando que la demanda por el uso de carbón e hidrocarburos ha iniciado su curva descendente, es conveniente –tal vez indispensable– asomarse hacia los horizontes nuevos que el desarrollo tecnológico está facilitando para la incursión en nuevos vectores energéticos; el futuro está tan cercano como el próximo segundo que nuestro reloj va a marcar, mientras que el pasado ya quedó atrás. Hoy es el momento de iniciar dicha restructuración que nos “grita” que la iniciemos.
- Realismo e innovación.
Es importante tomar en cuenta que en el mundo comercial ya existen regiones –muy comprometidas con el cambio climático– que tienen impuestas barreras aduanales a productos que a lo largo de su proceso de manufactura tengan en su genética una huella de alto impacto ambiental. Esto es importante tomarlo en cuenta, considerando que la tendencia mexicana para la generación de electricidad –a través del despacho de carga– es favorable a las plantas de alta huella de carbono y que el movimiento de cargas en el país es primordialmente basado en tractocamiones, también con alto impacto ambiental. Esto, a su vez, impactaría negativamente en el mercado de exportación de productos mexicanos.
“Hay muchas otras formas de combinar tecnologías existentes y herramientas financieras creadas para auspiciar la mejora ambiental”.
Es realista tomar en cuenta que el cambio definitivo no se logra en forma inmediata y que habrá que vivir un período de transición conviviendo con los esquemas tradicionales en los que se ha invertido, para lo cual debemos también tomar en cuenta que no solamente existen como fuentes alternas los tan mencionados generadores eólicos y celdas fotovoltaicas. Hay muchas otras formas de combinar tecnologías existentes y herramientas financieras creadas para auspiciar la mejora ambiental, de manera que aquellos que favorezcan la restauración del ambiente puedan “emitir bonos financieros de mejora atmosférica” –bonos verdes– para de alguna manera subsidiar aquellas entidades que no puedan hacer un cambio inmediato.
Lo anterior nos lleva a otro cuestionamiento: Si México realmente reestructura políticas energéticas basadas en el Sol, ¿podría apoyar la mejora ambiental hasta convertirse en emisor de “bonos verdes” y así contribuir a mejorar la economía nacional?, creando así una nueva línea de generación de riqueza.
- Existen alternativas.
Si bien la idea expresada pudiese ser considerada utópica por muchos, tal vez influidos por condiciones políticas percibidas, hay que tomar en cuenta que en ella no hay contenido ideológico alguno y que existen muchas tecnologías ya demostradas que aportan en este sentido. De alguna forma se trata de definir lo que tenga más beneficio para el trabajo mexicano y empezar a crear una hoja de ruta cuyo único interés sea la optimización integral energética-económica para el país.
NOTA PRÁCTICA
Poco se necesita para iniciar. Liderazgo sería lo principal y no se requiere de la creación de un aparato burocrático grande ni caro. Con un grupo pequeño base, la contribución de expertos y patrocinio de empresas u organizaciones interesadas se pueden iniciar mesas de trabajo en un breve plazo. Aquí debemos iniciar la innovación y la reestructuración, creando esquemas autofinanciables para avanzar sobre una base autónoma.
*Javier M. Dávila Bartoluchi es consultor de mejora de empresas y organizaciones con una sólida formación y experiencia en el campo de la Ingeniería. Ha incursionando en diferentes campos de acción en el tránsito de su carrera profesional como miembro de equipo y líder de proyectos y empresas, así como consultor obteniendo grandes logros con importante impacto a nivel nacional e internacional.
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