El rescate de Petróleos Mexicanos, el Pemex de todos los mexicanos, implica todo un paquete de estrategias implementadas por el gobierno federal que incluye algunas, quizá, legalmente cuestionables.
Resulta que entre noviembre y diciembre de 2021 y enero del siguiente año, entidades regulatorias federales empezaron a solicitar a importadores privados de diésel vía marítima algunos requisitos que no necesariamente están explícitamente establecidos en la Ley u otro ordenamiento, esto para permitir la descarga del combustible en puertos del país, principalmente de Veracruz.
Desde los muelles nos comentan que lo anterior obligó a que un número de buques-tanques se quedaran parados en los puertos con su carga a cuestas en espera de que el asunto se destrabara para poder hacer sus entregas.
Algunos malpensados nos dijeron que el problema no fue regulatorio, sino de precios: el combustible importado era más barato que el producido por Pemex.
Para nadie es un secreto que la refinación de petróleo crudo no es para nada buen negocio y, en materia de diésel, Pemex abastece apenas 60 por ciento de la demanda nacional.
Aquí aplica la máxima que dice: Si no puedes apagar el fuego en tu casa, incendia la del vecino.
Otra promesa renovable
En la COP 28 ya se hizo la primera promesa. Un conjunto de 116 países aseguró que buscarán triplicar la capacidad instalada de energías renovables a nivel mundial.
El objetivo final ahora consiste en alcanzar 11 mil gigawatts de eólica y solar hacia 2030, desde 3,400 actuales.
Es cierto que hay una aceleración de instalación anual de renovables, pero seis años para un objetivo tan amplio, sólo el tiempo lo dirá.
Y mientras Antonio Guterres, el secretario general de la ONU, aboga por “no apagar un incendio climático con una una manguera de combustibles fósiles”, en México se está cayendo a pedazos la producción petrolera y la prioridad sigue siendo aumentarla.
Pemex tiene la producción de crudo en menos de 1.6 millones de barriles diarios, un nivel que no se veía desde 1979.
Hay una refinería nueva que está lista, según la versión oficial, pero que no está terminada, otra que no refina, dos coquizadoras que están en construcción y hay un sinfín de dudas sobre la viabilidad financiera de la empresa.
La agenda del mundo voltea para un lado y la de México va para el otro.
Colofón
Los gobiernos autodenominados de izquierda en América Latina quieren seguir sacando raja del petróleo. La última muestra es Brasil. Este país se sumará en enero a la OPEP+, un organismo que busca, de forma artificial, mantener los precios del petróleo en niveles elevados, para ganar dinero, a costa del mercado mundial.
Se ponen de acuerdo para bajar la oferta, cuando el mercado baja la demanda, y así equilibrar los precios. Para el año que entra, se espera que la oferta sea mayor que la demanda, lo que bajaría los precios.
Brasil es el país latinoamericano con mayor producción de petróleo, pero también con un gobierno autodenominado de izquierda. Sólo hay que recordar que Rusia es uno de los líderes del grupo internacional.