Curioso caso representan, en el sector eléctrico mexicano, los Productores Independientes de Energía (PIE). Son empresas privadas que generan energía a nombre y cuenta de CFE como forma de maquila, autorizadas en la reforma de 1992 de la Ley del Servicio Público de Energía Eléctrica, y como una forma de permitir la participación privada en la generación sin violentar precisamente al servicio público. A pesar de que CFE diseñó las bases de licitación internacional, estableció los términos de compra, las características mínimas operativas, la capacidad garantizada y la energía que debían entregar, las garantías que deberían presentar y, en algunos casos, seleccionó los sitios y hasta se comprometió a llevar el gas para evitar costos integrados, se les desconocen como si fueran hijos ilegítimos. “...son considerados ilegítimos solo porque sus activos son de propiedad privada”. El absurdo. “Esa energía no es de CFE”, se escuchan los argumentos que esgrimen los actuales directivos de la empresa, como decir que el viaje en taxi o Uber no es tuyo porque no es tu automóvil. O, en términos más energéticos, como si el petróleo que extrae una empresa con un contrato de servicios para PEMEX no se contabilizara como parte de la producción ...