–¡Chiwey, no estés tomando cerveza durante el viaje al hiperespacio!
–Caray, relájate, Mi Chingón. No sabes disfrutar del paisaje. Diviértete.
Repentinamente pasan por una turbulencia espacial, derramándose la cawabanga en el tablero de control, lo que ocasiona una falla generalizada que interrumpe el viaje al hiperespacio y provoca que se apague el Halcón Centenario.
–¿Ya ves, Chiwey? ¡Te lo dije!
–Mi Chingón, ahorita lo arreglamos –inmediatamente saca su bolsa de herramientas e inicia con la reparación.
Mientras tanto, el Halcón Centenario no tiene ni rumbo ni dirección, están perdidos en el espacio. Mi Chingón saca su brújula para ubicarse y encuentra que se quedaron a mitad del camino, lo más cercano es el planeta de uranio.
–Chiwey, ¿crees que podamos aterrizar en el planeta de uranio?
–Yo creo que sí. ¡Necesitamos que se seque el tablero!, sin ello no podemos dar el salto a la velocidad de la luz en el hiperespacio.
Chiwey logra accionar la planta de emergencia eléctrica a diésel, vuelve a arrancar la nave, aunque emite mucho smog y con muchos problemas de potencia. Se acercan al planeta de uranio.
Al aterrizar ven una –natota– gris de smog. Las nubes son grises, pero –ojo– no están cargadas de agua, sino de smog tóxico que, cuando llueve, es lluvia ácida.
Al ver esto, Mi Chingón y Chiwey se estremecen, se preguntan cómo fue que el planeta perdiera tanta vida.
Atrás de la cabina de mando existe un compartimiento en la nave, justo donde está el tablero del ajedrez hay unas mascaras para respirar en el exterior, tipo Chernobyl. Temen que no exista suficiente oxígeno limpio.
Se bajan de la nave. Ven los restos de un bosque, sin flora y fauna. La temperatura oscila entre 45 a 50 grados centígrados, se queja Chiweydel calor intenso, aunque para su fortuna aún tiene reservas de cuawabangas.
Durante el camino detectan un objeto metálico. Mi Chingón escarba y escarba en suelo terregoso y estéril hasta encontrar una cápsula del tiempo. El recipiente contiene los discursos por escrito de los mítines abiertos en materia ambiental y también una USB.
Chiwey trae un dispositivo electrónico y puede conectar el USB. Se reproducen los videos de los participantes de los foros 16, 17 y 18.
Regresan a la nave dado que el calor es insoportable y no hay árboles que den sombrita, está totalmente deforestado. Lo bueno es que ya se secó el tablero, pero necesitan que se estabilice el núcleo del sistema eléctrico de la nave para echarla a andar.
Mi Chingón comenta:
–No hay vida posible en este planeta –a lo cual responde Chiwey: –Qué tragedia.
Y continúan la plática:
–A ver, ponte los videos de los foros, pero antes tráete de favor las cawabangas (afortunadamente el congelador sí estuvo funcionado). Ah, y de paso ponte el aire acondicionado. Gracias, eeeh.
Chiwey, de mal humor, rezonga. –Sí, tú mandas.
En eso Chiwey intenta prender el aire acondicionado, pero no funciona. Aún no hay suficiente electricidad para tanta carga. En su lugar y por lo pronto, tendrán que prender unos ventiladores, de esos con hélices azules de plástico grueso con rejilla de metal, bien potentes.
Chiwey regresa y reclama a Mi Chingón:
–¿Ya ves?, me hubieras hecho caso de colocar unos paneles solares.
Contesta Mi Chingón:
–Tienes razón, la hueva me ganó, aunque quién sabe si funcionen bien con estas nubes tóxicas y también acuérdate que la nueva autoridad energética galáctica ya los prohibió para naves privadas.
–Las hubiéramos puesto de contrabando, que se ha visto –replica Chiwey.
–A ver, ya ponte los videos.
–Ok, ok. Voy.
A Chiwey le gana el cansancio y se duerme. Empieza a roncar como tracto camión frenando con motor en bajada. Mi Chingón, por su parte, logra vencer a duras penas al dios Morfeo y toma nota de las principales ideas de todos los videos para posteriormente comentárselas a Chiwey.
–¡Despierta, Chiwey! –Mi Chingón se muere de ganas de compartirle sus reflexiones.
–Fíjate, Chiwey, que las gentes de CEFUE y CIFUE, ahora con la novedad de que desean controlar la transición energética soberana de México Mágico, cuando esta acción podría ser anticonstitucional porque las obligaciones de cambio climático ya están establecidas en Tratados Internacionales debidamente firmados por México Mágico y resulta que son obligaciones para todo el Estado Mexicano, incluyendo a los particulares y no solo como ahora se intenta que sea por conducto de CIFUE. Es decir, no es un tema monopolizable que, por cierto, CIFUE anduvo con todo a través de sus dependientes para demostrar durante sus intervenciones ser más fósiles que su mismísimo hermano mayor –DARKMEX–, arguyendo sin cesar que los combustibles fósiles son un mal necesario en la matriz eléctrica, que debemos tristemente resignarnos.
Pero eso no es todo. Ahora se suma el adicionarle el derecho humano a la vida digna, aclarando que no es lo mismo al derecho humano al acceso a la electricidad, uno es abstracto y el otro es concreto, como si más toneladas de derecho constitucional pudiese garantizar el goce de un derecho humano en la dura realidad mexicana. En la vida nada es gratis, ni la muerte.
CIFUE anhela con todas sus fuerzas ser el líder supremo de la transición, pero curiosamente sin un plan de transición.
–¡Qué pensar de los derechos de las siguientes generaciones! –reclamó una muy valiente dama electrón verde.
Y hablando de damas, con la sorpresa de que poeta deselectrizada reaparece nuevamente en el mitin abierto, apoyada por su incondicional guardaespaldas, el aficionado Bulleroña, experto en detonaciones de la TNT, pleitos callejeros y acciones subversivas, quien le pidió una explicación como científica de la iniciativa de Don Poder y esta vez no fue una bella poesía, sino la venta de sus proyectos como Doña Poder de la Grant Ciuda’.
Entonces, rápidamente se cambió de cachucha, de poeta deselectrizada a científica del poder y cacaraquea el desarrollo de un proyecto fotovoltaico de la central de abastos, el cual se está llevando a cabo mediante licitación, donde se requerirá de unos 400 millonzotes de pesos de inversión (se entiende que privada, que ironía), y la operación a cargo de CIFUE, debiendo pagar una “rentita” de un melón seiscientos mil pesotes anuales a la central de abastos.
–Mira, Chiwey. Te confieso que no me queda muy clara la necesidad de operar unos techos solares en generación distribuida. A mi entender, no necesitan de una operación, puesto que justamente son autónomos, solamente reciben el sol todos los días. Claro que, por el otro lado, es un buen negocio para la central de abastos cobrar una “rentita” a cargo de CIFUE, luego se andan quejando de que no hay billetes para invertir en proyectos de transmisión y distribución, cuando los nodos están a reventar.
De repente y sin agua va, escuchan una voz terrorífica. Se asustan tanto, que corren urgentemente al baño de la nave, peleándose por quién entra primero y quién después.
–¿Quién eres? –pregunta Chiwey.
–Soy el espíritu de la naturaleza de este planeta.
–¿Qué se te ofrece?
–Nada, solo comentarles que tanto ruido y pocas nueces no harán que salven su planeta. Vean lo que pasó con el mío. Al igual que ustedes, hablaban y hablaban, discutían y discutían, pero nunca se llegó a un acuerdo y mucho menos se cumplían las acciones necesarias de adaptación y mitigación para evitar los efectos nocivos del cambio climático, tanto por el estado de uranio, como de sus empresas. No eran negacioncitas de los efectos del cambio climático, pero sí procrastinacionistas, que para el caso fue lo mismo. Que no les pase lo mismo. Aún hay tiempo y esperanza.
–Muchas gracias –agradecen Mi Chingón y Chiwey, aunque uno de los dos huele mal.
–Por cierto, ¿te puedo preguntar algo, espíritu de la naturaleza?
–Sí, claro. Dime.
–¿De casualidad no conocerás un atajo para la galaxia de Protón?
–Faltaba menos, claro que sí. Dale derecho, luego a la izquierda, otra vez a la derecha, alineas el Halcón Centenario entre las estrellas y los hoyos negros y FUAZ, tendido como bandido al hiperespacio.
Así lo hacen, para que, ahora sí, hacia la búsqueda de Neutrón.
–¡Chiwey, olvídate de tomar cerveza durante el viaje al hiperespacio!
To be continued…
-Electrifícate-