David Shields / Energía a Debate
El sistema de gasoductos del país es limitado y no está debidamente interconectado. Llega a la mayoría de los estados, pero adolece del defecto de no ser un sistema interconectado, ya que consta de dos sistemas casi independientes: el de Petróleos Mexicanos (Pemex), operado hoy por el Centro Nacional de Control de Gas (CENAGAS), y el de la Comisión Federal de Electricidad (CFE).
“Esto le resta flexibilidad al sistema de gasoductos y pone en riesgo la seguridad energética del país ante un evento catastrófico”, advirtió Francisco Barnés de Castro, ex Subsecretario de Energía y ex Rector de la Universidad Nacional Autónomo de México (UNAM).
No obstante, la competitividad del gas natural –que es tres veces más barato que el combustóleo y entre ocho y nueve veces más barato que el gas LP y el diésel– mejoró sustancialmente entre 2018 y 2021 con la entrada en operación de los nuevos ductos licitados por la CFE.
Mientras tanto, la demanda de gas natural crece, la producción va en declive y el abasto es complicado porque el gas asociado al petróleo en el sureste del país está cada vez más contaminado con nitrógeno inyectado para mantener la presión de los yacimientos, comentó.
“Le falta capacidad económica a Pemex para invertir en plantas de rechazo de nitrógeno y se ponen barreras a la iniciativa privada para desarrollar nuevas reservas de gas”, señaló Barnés de Castro en conferencia magistral llamada “Retos y Oportunidades del Sector Energético” en el marco de la Octava Edición Foro 20-20 La Nueva Realidad tras la Pandemia de la Fundación UNAM.