Antes que nada, este texto puede ser poco popular. Sin distingo de partidos o preferencias políticas, había una gran mayoría de ciudadanos en contra del casi desaparecido Horario de Verano. Vale la pena entonces hacer algunas reflexiones al respecto desde un punto de vista más apegado a razones técnicas que políticas.
Primero que nada, pongamos el contexto.
El sector eléctrico siempre tiene que estar en equilibrio. Se genera lo que se consume, al mismo tiempo. Entonces, para mejorar las condiciones del sistema se pueden hacer dos cosas: mejorar la oferta pero también modelar la demanda de energía eléctrica.
El Horario de Verano es una de las pocas políticas públicas que incidían en el sector eléctrico del lado de la demanda. O sea, movía el consumo de electricidad una hora para facilitar la operación y poder usar energía de más bajo costo.
Hay que decir que también hay otras políticas implementadas desde la Comisión Nacional para el Uso Eficiente de la Energía (CONUEE) o el Fideicomiso para el Ahorro de Energía Eléctrica (FIDE), como la sustitución focos o luminarias por otras ahorradoras, pero ninguna tenía el impacto masivo del cambio de horario.
Ahora, una de las razones para implementar el Horario de Verano se resumió en asuntos de costos de energía. Cuando se estableció, la iluminación era mucho menos eficiente que ahora y el desplazamiento de luminarias incandescentes por LED significó disminuir en 80 por ciento la demanda eléctrica que significaba el alumbrado.
En ese sentido, para evaluar la pertinencia del cambio era suficiente realizar un estudio costo-beneficio del ahorro versus los efectos nocivos que pudiera tener.
Pero el asunto no era solo de ahorro económico, sino de presión sobre el sistema eléctrico.
El cambio de horario desplazaba la máxima demanda a horas de mayor disponibilidad energética. En este sentido, el operador del sistema eléctrico contaba con un respiro y, ahora, terminar con el Horario de Verano elimina ese respiro.
¿Qué será necesario, entonces? Mantener centrales térmicas en operación por un tiempo más largo, lo que significaría incrementar los costos de generación en las horas de más alta demanda.
Esto se traduce a su vez en incremento de precios y mantener centrales trabajando que deberían haber salido de operación. La realidad es que este gobierno ha hecho de todo por mantener esas centrales en operación y el fin del horario les podría facilitar el pretexto.
Ahora, hay cosas que se podrían hacer para mitigar el impacto del cambio de horario que ya no se hacen, como impulsar la generación eólica, cuyo patrón de generación es por la tarde-noche y tiene los costos más bajos de México, con lo que los costos de horas de alta demanda podrían verse disminuidos.
“…hay cosas que se podrían hacer para mitigar el impacto del cambio de horario que ya no se hacen, como impulsar la generación eólica”.
Del lado de la demanda puede que se vean cosas interesantes. Por ejemplo, algunas empresas, en especial aquellas que cuentan con una tarifa horaria, encontrarán que omitir el Horario de Verano podría incrementar sus costos de energía. En ese sentido, no sería raro que algunas empresas adopten como horario de producción el Horario de Verano. Nada las limita y el uso inteligente de energía las podría hacer adoptarlo unilateralmente.
Las empresas más grandes, esas con consumos de 24 horas y 365 días del año, podrían ver un incremento del costo de su energía en horas pico. Esto puede ser un aliciente para muchas de ellas para buscar mezclas de generadores más eficientes.
Pero, entonces, se viene el problema del bloqueo de este gobierno a los proyectos privados de generación. En un mercado activo, estas soluciones podrían ser relativamente accesibles. En la parálisis de este gobierno, se complican las soluciones, aunque no se acaban. Recursos como las baterías podrían mitigar los efectos de escalada de precios de energía en horas pico.
Al final del día, tal vez la decisión de eliminar el Horario de Verano, en condiciones normales, podría ser relativamente irrelevante. En las condiciones de bloqueo de proyectos tal vez sea la menos mala de las decisiones energéticas, pero se complica por la misma política de este gobierno. Veamos cómo evoluciona todo y si no vemos escaladas de precios o apagones. Total, con este gobierno regresaron.
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