A propósito de la debacle generada por los cambios regulatorios de la Comisión Reguladora de Energía relacionada con la medición de las energías en el sistema eléctrico nacional, creo que es importante recordar que incrementar las energía limpias en la matriz energética de nuestro país no es un fin en sí mismo y el indicador correcto no es el porcentaje de energías limpias que tiene la matriz.
Las energías limpias son un medio para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero, de la descarbonización de la matriz energética y de la intensidad de emisiones del sistema eléctrico nacional. El famoso porcentaje del 35% es un indicador que se calculó con la finalidad de determinar cuánta energía limpia proporcional al total era necesaria para reducir un volumen de emisiones dada.
“Las energías limpias son un medio para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero”.
Pero vámonos al inicio. Después de la firma, ratificación y entrada en vigor del Acuerdo de París, los países se llevaron como tarea establecer las contribuciones nacionalmente determinadas. Dentro de este marco, México estableció una serie de compromisos para el periodo 2020-2030 dentro del cual destaca: “Se generará al 2024 el 35% de energía limpia y al 2030 el 43%, que incluya energía renovable, cogeneración con gas natural y termoeléctricas con captura de CO2”.
En aquel entonces, con datos de 2013, las emisiones de gases de efecto invernadero de México para la generación eléctrica eran de 127 millones de toneladas de CO2 equivalente, por lo que se determinó que al tener una generación de energías limpias del 35% para 2024, entonces las emisiones que linealmente se calculaban podrían llegar a 177 millones de toneladas y disminuir a alrededor de 130 millones de toneladas de CO2 equivalente.
Los cambios regulatorios publicados por la Comisión Reguladora de Energía a finales del mes de mayo, que modificaron las metodologías para la medición de energías limpias para considerar como energía limpia aquella electricidad producida por el vapor de gas de las plantas de ciclo combinado que utilizan gas natural, siempre y cuando no utilice combustible adicional, derivaron en la actualización Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN) 2023-2037.
En ese sentido, y de acuerdo con dicho documento, la generación en 2022 presentó un total de 31.2% de energías limpias, monto que se obtuvo con base en las modificaciones metodológicas del Acuerdo No. A/018/2023 de la CRE, publicado en el DOF el 26 de mayo de 2023. Es decir, que por el cambio de cálculo de 2021 a 2022 aumentó la energía limpia no renovable recién catalogada como tal en 7,502.1 GWh.
Esta recategorización, sin embargo, flaco favor le hace a la reducción de los compromisos internacionales, ya que según datos de la SEMARNAT, de 2021 a 2022 el factor de emisiones del Sistema Eléctrico Nacional pasó de 0.423 toneladas por MWh a 0.435 toneladas por MWh. Es decir, más energía limpia por reclasificación con más emisiones en el sistema.
Si consideramos la misma información del PRODESEN 2023-2037, podemos multiplicar la generación total del sistema por la intensidad de emisiones para obtener el absoluto, es decir, en 2021 cuando se generaron 328,598 GWh se habrían producido 138,997 kilo-toneladas de CO2 equivalente (ktCO2eq) y en 2022 con 340,713 GWh se emitieron a la atmósfera 148,210 ktCO2eq. He ahí la paradoja, pues aumentaron nuestras emisiones en casi 10,000 toneladas, al mismo tiempo que aumentó la tasa de participación de generación de energía limpia.
La moraleja de esta historia es que de nada nos sirve ver la participación de las energías limpias como un fin, ya que en sí deben ser un medio para la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero. O sea, que aunque mañana todo el gas fuera declarado limpio y el 80% de la energía del país, por decreto, fuera limpia, la realidad sería que, en última instancia, no hay disminuciones de emisiones, por lo tanto, el avance del país en el cumplimiento de sus objetivos climáticos seguiría siendo altamente insuficiente.
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