El mensaje es claro. Claudia Sheinbaum Pardo no necesita a alguien que sepa de energía, sino que ponga orden en el sector energético –una promesa para cuyo cumplimiento ya no le dio tiempo a la primera titular de la Sener 4T, Rocío Nahle García–, sobre todo ahora que Petróleos Mexicanos (Pemex) de Octavio Romero Oropeza se ha convertido en una bomba de tiempo para las finanzas públicas. No lo decimos nosotros, usted eche un ojo a los estados financieros de la empresa.
Por ello resultó que siempre sí, Luz Elena González Escobar será la próxima secretaria de Energía. Esta economista de profesión es una de las mujeres de confianza de la presidenta electa, toda vez que se encargó de la administración y de las finanzas de la Ciudad de México cuando Sheinbaum llevaba la gubernatura de la capital del país.
Nos permitimos recordar a usted que Sheinbaum ratificó en la Secretaría de Hacienda y Crédito Público a Rogelio Ramírez de la O, quien –nos han contado– realmente está preocupado por la salud financiera de la petrolera de todos los mexicanos, así que Luz Elena representaría otro pilar para levantar a la moribunda empresa.
Y por si lo anterior fuera poco, de continuar prosperando el paquete de reformas que el presidente Andrés Manuel López Obrador envió al Congreso de la Unión el pasado 5 de febrero, González Escobar también se encargará de llevar los asuntos de las Comisiones Reguladora de Energía (CRE) y Nacional de Hidrocarburos (CNH), cuyas horas, al parecer, están contadas como organismos autónomos. Menudo trabajito le espera.
Atracción de inversiones y reforma judicial
Le confesamos a usted que estamos un poco confundidos. Por un lado, el subsecretario de Hacienda, Gabriel Yorio, salió a justificar a su jefe, Rogelio Ramírez de la O, por darse una vuelta a Reino Unido la semana pasada para sostener reuniones con inversionistas de por allá. “Es normal que la Secretaría de Hacienda tenga reuniones regulares con el público inversionista”, dijo.
El gobierno federal está tratando de atraer inversiones frescas no solamente por el tan cantado nearshoring, sino porque –ahora– está buscando que México se convierta en un hub de financiamiento que tenga derramas hacia los países de Centroamérica. Eso no nos parece mal.
El problema es que, por el otro lado, lo que queda de la presente administración sigue pugnando por una reforma al Poder Judicial que, por lo que hemos visto, a nadie tiene contento y, sin embargo, Claudia Sheinbaum Pardo seguirá promoviendo durante su gobierno.
Y ya para qué retomar la larga lista de reformas, leyes, acuerdos, normas y demás instrumentos regulatorios que se han emitido en los últimos cinco años en materia energética que nos llevaron, entre otras, a páneles y controversias con nuestros socios comerciales de América del Norte bajo el paraguas del TMEC. ¿Habrá quien nos siga creyendo como país? Es duda.
Una más de “Luces de Esperanza”
Iberdrola México volvió a hacerlo. A través de su programa “Luces de Esperanza” llevó electricidad a una escuela más en el estado de Puebla. En esta ocasión, el beneficio llegó al Telebachillerato Comunitario No. 62 del municipio de Santiago Miahuatlán.
La semana pasada se hizo la presentación oficial del sistema fotovoltaico autónomo, consistente en 6 paneles solares con una capacidad de generación conjunta de 12 kilowatts por hora, además de 6 baterías para almacenamiento de energía, esto sin ningún costo para la escuela.
“Luces de Esperanza” es un buen ejemplo del compromiso empresarial por abatir la pobreza energética que aún persiste en nuestro país, a través de soluciones efectivas que acercan beneficios allá donde el Estado mexicano no alcanza a llegar, complementando así las acciones de gobierno para el bienestar social.
En la entidad gobernada por Sergio Salomón, la empresa liderada por Katya Somohano Silva ya tiene en su haber 12 escuelas electrificadas con energía solar, además de 81 viviendas, con lo que más de mil 800 poblanas y poblanos que anteriormente no contaban con este servicio, por encontrarse lejos de las redes de transmisión, ahora pueden disfrutar de la energía que, por si fuera poco, es limpia.