A pesar de que ha aumentado el número de instituciones bancarias en el mundo que han asumido compromisos de cero emisiones, la realidad es que no están en camino de lograr estos objetivos, revela un estudio realizado por World Resources Institute (WRI).
El organismo analizó los objetivos de 25 bancos de distintas partes del mundo y encontró que a pesar de que se han establecido objetivos para reducir las emisiones en seis sectores con altas emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), muchos de ellos no los tienen claros o son objetivos “débiles”.
WRI indica que muchos bancos comenzaron con compromisos generales e imprecisos y recientemente han establecido objetivos específicos de reducción de emisiones para sectores críticos, como el petróleo, el gas y la electricidad, y algunos de los principales bancos incluyen otros sectores intensivos en carbono, como la automoción, la aviación, el cemento, el acero y el sector inmobiliario.
“Sin embargo, la mayoría de los bancos aún no han establecido objetivos para la mayoría de estos sectores ‘difíciles de reducir’”, apunta el estudio.
En este sentido, el Instituto también refiere que la mayoría de los bancos miden sus avances sobre la base de la “intensidad de las emisiones físicas”, expresada generalmente en la producción física de toneladas de dióxido de carbono (CO2) emitidas por megawatt-hora.
Pero hay otros bancos que los miden con enfoques “menos creíbles”, como los objetivos de “intensidad económica de emisiones”, medido en un dólar de financiación con la desventaja de que están sujetos a la volatilidad del mercado, lo que no sucede con los objetivos de emisiones físicas.
Por otro lado, el WRI encontró que los objetivos de los bancos tampoco están alineados con el límite del calentamiento global de 1.5 grados centígrados.
Asegura que, de acuerdo con un seguimiento de las “emisiones en cartera” en el periodo 2019 – 2022 reportadas por los bancos analizados en los sectores petróleo y gas, electricidad, automoción, aviación, cemento y acero, incluyendo los objetivos de reducción para el 2030, encontró que en la mayoría de estos sectores los bancos no alinearon sus esfuerzos con el 1.5 y no esperan hacerlo para la fecha límite.
“En otras palabras, los bancos ni siquiera planean reducir sus emisiones tanto como sea necesario, por no hablar de la implementación o el seguimiento reales”, concluyó el organismo.
Tan solo como un ejemplo, indicó que en el sector automotriz las emisiones de la cartera de los bancos reportadas en 2022 fueron en promedio 28 por ciento más altas de lo que deberían haber sido para alinearse con el límite de los 1.5 grados centígrados. Y más aún, se prevé que para 2030 serán tres veces más grandes que el índice de referencia.
Descarbonización de papel
Los bancos a menudo brindan poca explicación sobre cómo planean abordar las brechas de emisiones y lograr el cero neto a tiempo, dice el reporte.
Por ello, aconseja evitar perseguir la “descarbonización de papel”, en la que las emisiones se reduzcan solo “en el papel” mediante la reorganización de la cartera o la volatilidad del mercado sin esfuerzos tangibles de descarbonización en el mundo real.
Más bien deben equilibrar el cambio en su asignación de préstamos con sus esfuerzos de compromiso para apoyar continuamente a sus clientes en la transformación de sus prácticas comerciales, añade el estudio.
En este aspecto, WRI reconoce que las innovaciones tecnológicas en general, y en específico para la descarbonización, han dependido históricamente de las políticas públicas y los apoyos públicos, como ha sucedido en Estados Unidos, por ejemplo.
Por ello, critica que se exija este tipo de políticas y apoyos a los gobiernos, cuando algunos bancos dan soporte a asociaciones comerciales que se oponen justo a esas políticas.
“Descubrimos que los bancos han comenzado a revisar la alineación de sus grupos comerciales con el cero neto, pero se necesita más trabajo para garantizar la alineación total”, asegura el WRI.
Insuficiente financiamiento verde
El reporte de WRI revela que la proporción del financiamiento de los bancos analizados para proyectos verdes, principalmente el desarrollo de energías solar y eólica para la generación eléctrica, contra el financiamiento de energías transicionales ha sido de 1.3 a 1.
El documento destaca que es una proporción muy baja e insuficiente en relación con la proyección de la Agencia Internacional de Energía (AIE) que establece una meta en dicha proporción de 10 a 1 para el 2030.
Por si fuera poco, el Instituto aclara que las proporciones arriba mencionadas podrían variar, toda vez que los bancos son reacios a entregar información sobre su financiamiento a proyectos con combustibles fósiles.
El estudio de WRI explica que los bancos por sí mismos no producen muchas emisiones directas de GEI, pero sí ejercen el poder de la financiación, de ahí su relevancia.
“Al priorizar los préstamos para soluciones climáticas y eliminar gradualmente el financiamiento perjudicial, como la expansión de los combustibles fósiles y las empresas que impulsan la deforestación, los bancos pueden desempeñar un papel fundamental en la reducción de emisiones en casi todos los sectores de la economía”, afirmó.