Gerardo R. Bazán Navarrete, Gilberto Ortiz Muñíz y Jesús Cuevas Salgado*
Nuestro sistema energético se transforma continuamente por factores exógenos: geopolíticos, por mayor influencia de los precios internacionales de las materias primas; políticas públicas internacionales, como la globalización de los mercados y el combate al calentamiento global; avances tecnológicos como la nanotecnología, realidad virtual, automatización, Internet de las cosas, robótica avanzada, impresión 3D, nuevos materiales, entre muchos otros.
Sin embargo, nuestro sistema energético no es rápido para incorporar un gran número de los elementos mencionados, y las características particulares del sector energético en nuestro país dificultan su evaluación.
Se puede decir que nuestro modelo energético se caracteriza por una transición forzada por agentes exógenos, pero con hegemonía del sistema político nacional, sobre prácticamente todas las aristas que intervienen en el sector.
Por un lado, la reciente participación de la iniciativa privada trasnacional y nacional en la exploración y explotación de yacimientos petroleros, así como en la distribución de combustibles automotrices, la importación y transportación de gas natural, se consideran inversiones contingentes (que dependen de éxitos preliminares) y con largos periodos de maduración.
En el Mercado Eléctrico Mayorista, si bien ya se realizan transacciones bilaterales, diferentes a las de CFE, y se han dado los primeros pasos para el establecimiento de un mercado de Certificados de Energía Limpia, son novedades que apenas están en una fase embriónica de implementación y sus efectos sobre los precios de la electricidad y las nuevas inversiones privadas aún están en suspenso.
En lo que respecta a la transformación de PEMEX y CFE a Empresas Productivas del Estado, ellas tienen el problema de contar con infraestructura industrial obsoleta y deteriorada, lo que genera cuantiosas pérdidas y falta de competitividad.
A lo anterior, hay que añadir los siguientes puntos:
- Recursos petroleros en declinación Aprovechamientos hidroeléctricos prácticamente saturados
- Potenciales eólicos y solares en proceso inicial de incorporación.
- Cambio inducido de un modelo de autosuficiencia energética por uno de dependencia externa, altamente vulnerable ante cambios geopolíticos internacionales.
- Alta volatilidad en los precios internacionales del petróleo y gas natural, con dicotomía de resultados en intercambios comerciales.
- Medidas asimétricas hacia la industria petrolera y eléctrica nacional que dificultan la equitativa competencia ante un mercado global.
- Alto grado de intervención de la Secretaría de Hacienda en las políticas de precios de los energéticos, restándole independencia a los órganos reguladores.
- Otras áreas de oportunidad que reclaman congruencia son: las pérdidas (no técnicas) de hidrocarburos y las eléctricas, los casos de corrupción en contrataciones públicas y los esquemas de gobierno corporativo de PEMEX y CFE.
Son múltiples las necesidades de mejora del sistema energético. Sin embargo, nos encontramos en una coyuntura política que ha polarizado las opiniones sobre el sentido y racionalidad de la apertura.
En este aspecto, se observan tanto opiniones a favor como en contra de los resultados de las reformas a la fecha, y las críticas y su defensa forman parte de las plataformas políticas de cara a las próximas elecciones.
Ante la complejidad del tema, surge la pregunta: ¿es posible articular una evaluación objetiva, cualitativa y cuantitativa de la Reforma Energética?
Para evitar temores sobre la continuidad o inconveniencia del modelo energético vigente, ¿no sería oportuno conocer el saldo real ponderado a la fecha? ¿Es posible determinar objetivamente los cambios positivos y el detrimento en diversos aspectos y encontrar una resultante?
Sería idóneo poder hacer un corte de caja con indicadores significativos que ayudaran a los millones de contribuyentes y/o votantes a tener una visión clara e imparcial, ya que no se puede hablar, sin más, de un éxito completo ni de un fracaso rotundo. En resumen, estamos en medio de una encrucijada política.
En este contexto, el próximo gobierno requerirá instrumentar un plan de energía eficaz y eficiente que apoye al crecimiento económico del país, con respeto al medio ambiente. Se puede pensar en un escenario donde se mezclarían las voluntades políticas de la iniciativa privada y del Gobierno Federal para la consolidación de los avances logrados a la fecha, antes que pretender nuevos horizontes.
Un factor clave que representa una nueva oportunidad de mejora para el sector energético nacional es el integrar los avances tecnológicos que forman parte de la nueva revolución del Siglo XXI, la “cuarta revolución industrial”. Esta nueva revolución nace de los grandes avances tecnológicos de las últimas décadas y de la gran necesidad de frenar el cambio climático, en donde el uso eficiente de la energía y la economía circular son elementos muy importantes para lograr este cambio.
El Foro Económico Mundial y las empresas químicas hablan de que la cuarta revolución industrial tendrá a la industria química como principal protagonista (The future of the chemical industry by 2050.- Rafael Cayuela). Rafael Cayuela, Appointed Director de Dow Chemical, señala que la industria química se convertirá en el corazón de la economía, ya que la sustentabilidad y la reducción de residuos (economía circular) serán los pilares de la revolución industrial del siglo XXI.
En México, como ya es conocido, se tiene el reto es desarrollar una industria química que presenta una debilidad estructural para generar procesos de mayor valor agregado. La industria petroquímica es la base para que se pueda desarrollar la industria química del país y conocemos que la petroquímica puede multiplicar el valor de la materia prima por 60 veces y hasta por 96 veces en el número de empleos.
Por su parte, la caída de producción de refinados y petroquímicos en México ha hecho perder un elemento muy importante para el desarrollo del país, por lo que es necesario darle la importancia que tiene el desarrollo del sector de la transformación industrial, ya que éste ha presentado en las últimas décadas problemáticas ampliamente conocidas:
- Obsolescencia de las instalaciones.
- Cancelación o diferimiento de proyectos de ampliación de capacidad.
- Limitación de recursos para mantenimientos correctivos y preventivos.
- Elevada tasa de accidentes relativa al nivel de producción.
- Baja calidad y bajo volumen de producción.
- Pérdida de experiencia laboral.
- Incipiente transición de prácticas administrativas como organismos públicos descentralizados a empresas públicas del Estado, pero con la misma dependencia política de la designación de puestos directivos o en las decisiones de sus consejos de administración.
- Señalamientos endémicos de actos de corrupción.
- Escasos atractivos a la inversión privada.
Reflexiones
La globalización no es optativa para el gobierno mexicano. Pero se ha visto que la velocidad de la transición sí puede ser modulada por el gobierno en turno. La modernización y las nuevas tecnologías están disponibles desde hace algunas décadas, sin embargo, en México el cambio ha sido lento.
Desde años recientes se ha configurando un sistema de economía o propiedad mixta que reclama al gobierno mejores sistemas de evaluación y control para tener un sistema energético confiable y sustentable, que apalanque el desarrollo económico y social del país.
En este contexto se puede decir que la Reforma Energética se presentó como un elemento disruptivo para la propia vida política del país. El sentido del nacionalismo petrolero fue reinterpretado.
Ahora, ante las inconsistencias de los resultados de la Reforma Energética, para los consumidores es normal la aparición de opiniones encontradas sobre sus bondades y el reclamo de alternativas para remodelar el sistema energético a corto y largo plazos.
Un aspecto negativo a lo largo del tiempo ha sido la permanente publicación de una gran cantidad de actos por corrupción e ineficiencias alrededor de las actividades de PEMEX y CFE en donde aparecen involucrados en muchos casos tanto directivos de alto nivel como funcionarios de nivel medio, trabajadores, sindicatos, políticos y empresarios.
Finalmente, independientemente del partido o coalición que gane las elecciones, obviamente se mantendrá en mayor o menor proporción relativa un esquema híbrido de propiedad de los activos del sector entre la iniciativa privada y el gobierno mexicano.
En el caso de la transformación industrial en nuestro país, su debilitamiento ha tenido tres vertientes:
- Mayores riesgos derivado del cambio estructural de autosuficiencia en materia de gas natural, gasolinas automotrices y petroquímicos a la dependencia del exterior.
- Desaprovechamiento de las cadenas de valor de los petroquímicos.
- Costos crecientes para la rehabilitación de infraestructura, si fuera necesario.
Recomendaciones
Ante la complejidad de la estructura y dinámica actual del esquema energético nacional, solamente se pueden sugerir mayor atención sobre algunos elementos transversales que podrían dar lugar a un mejor desempeño de ese sistema energético.
- Existe una nueva oportunidad de corregir el rumbo, si se considera que la instrumentación de la Reforma Energética está por concluir. Se tiene que establecer un cambio para fortalecer a la industria de la transformación de hidrocarburos, ya sea propiedad pública, privada o mixta.
- Seguridad energética. Se trata de diversificar las regiones de origen de suministro de combustibles y de destino del crudo nacional que se exporta y diversificar la matriz energética para la producción de energía eléctrica.
- Precios de los energéticos. Partiendo del hecho de que los precios de los energéticos se sustentan en referencias internacionales, a la fecha, la competencia no ha demostrado fehacientemente que los precios de energéticos vayan a la baja, en parte, debido a las intervenciones y necesidades recaudatorias de la Secretaria de Hacienda.
- Eficiencia económica de las empresas públicas. Sería conveniente demostrar que los costos de operación de PEMEX y CFE tienden a la baja, derivados, por ejemplo, de contrataciones competitivas (sin sobrecostos por de corrupción u otras malas prácticas), de acuerdo a la teoría de mercados.
- Un aspecto que incide en los puntos anteriores es la reducción de pérdidas no técnicas (usos ilícitos en las redes de distribución de electricidad y robo de productos en las terminales de distribución y redes de transporte de combustibles) de CFE y PEMEX.
- El mayor desafío será eliminar la hegemonía del sistema político sobre los administradores de las empresas: Directores Generales y Consejeros Independientes.
- El Gobierno deberá formular políticas públicas que reivindiquen al sector industrial, en general, como motor económico del país.
- Para atraer la inversión privada y transparentar las operaciones del corporativo y las nuevas empresas subsidiarias y filiales de Pemex es inscribirlas en la Bolsa de Valores.
Una pregunta clave es: ¿La siguiente administración formulará políticas públicas orientadas a administrar las Empresas Productivas del Estado de manera amigable con las mejores prácticas internacionales de gobernabilidad de las empresas públicas?
* Gerardo Bazán es Premio Nacional de Química (gerardorbn@Yahoo.com). Gilberto Ortiz es miembro del Consejo Químico y del Comité de Energéticos de Canacintra (gortizyasoc@gmail.com). Jesús Cuevas es consultor independiente en temas de energía (jcuevasmx@hotmail.com).