En cada calle, en cada comunidad, en cada rincón productivo del país, hay una pequeña o mediana empresa que representa mucho más que una razón social: representa empleo, representa sustento familiar, representa sueños. Hoy, en un México que ha decidido apostar por la soberanía energética y por el fortalecimiento del mercado interno, las PYMES tienen una oportunidad inédita: convertirse en actores clave de una transformación energética que dialogue directamente con la agenda de desarrollo productivo.
Las cifras son contundentes: en México, las micro, pequeñas y medianas empresas representan el 99.8% del total de unidades económicas y generan cerca del 72% del empleo formal. Pero más allá de su peso económico, son la columna vertebral del bienestar social. De ahí que su integración activa al nuevo mercado eléctrico sea un tema de competitividad, pero también de justicia económica.
Uno de los cambios más sobresalientes de esta nueva regulación es que las PYMES pueden participar directamente en esquemas de generación distribuida, autoconsumo y cogeneración eficiente. Esto no solo amplía las posibilidades técnicas y comerciales para estas empresas, sino que también garantiza mayor certeza jurídica y una oportunidad para reducir energéticos. En particular, las empresas con una capacidad instalada mayor a 0.7 megawatts podrán acceder a un permiso otorgado por la Comisión Nacional de Energía (CNE), mientras que aquellas con sistemas de autoconsumo menores a esa capacidad podrán operar sin permiso. Además, se contempla un trámite simplificado para centrales de autoconsumo interconectadas a la red con capacidades de entre 0.7 y 20 megawatts.
En la Convención Bancaria más reciente, se reafirmaron dos prioridades para impulsar al sector de las PYMES: facilitar el acceso al crédito y abrirles la puerta al mercado eléctrico como consumidores estratégicos. Hoy sabemos que el consumo energético de estas empresas, aunque distribuido, suma un impacto relevante: a nivel mundial, representan alrededor del 13% del consumo energético anual. No se trata entonces de una demanda marginal, sino de una palanca real en la transformación del sistema eléctrico. Ahora lo podrán ser no solo desde el consumo de energía, sino a lo largo de toda la cadena de valor.
El nuevo marco normativo ya está aprobado. Lo que sigue es una puesta en marcha inteligente. Una implementación que ponga al centro a quienes tradicionalmente han estado al margen del sistema energético formal. Las PYMES pueden y deberían ser parte activa de la cadena de valor de la generación eléctrica.
“El nuevo marco normativo ya está aprobado. Lo que sigue es una puesta en marcha inteligente”.
Es momento de trabajar en el contenido operativo, mucho de ello implementado a nivel de reglamentos, con soluciones viables que permitan a las PYMES acceder a mejores condiciones energéticas:
- Contratos eléctricos adaptados: desarrollar esquemas contractuales accesibles y flexibles, pensados en las características de demanda y operación de las pequeñas unidades económicas.
- Compras conjuntas y colaboración entre empresas: fomentar esquemas de organización colectiva que permitan a las MIPYMES negociar mejores condiciones al adquirir energía, compartir infraestructura o integrarse en redes de usuarios.
- Asistencia técnica e inclusión operativa: promover mecanismos de capacitación, orientación técnica y acompañamiento institucional que faciliten su participación efectiva en el nuevo esquema eléctrico.
Estas medidas pueden nacer de la voluntad, coordinación institucional e innovación regulatoria. El marco ya está; toca activarlo.
Dar a las PYMES una oportunidad energética ayudará a reducir su vulnerabilidad, sobre todo en los primeros meses de operación que resultan claves para su consolidación. Se trata de emparejar el terreno de juego, permitiendo que puedan competir con mejores condiciones y contribuir, desde lo local, a una matriz energética nacional más equilibrada y limpia.
Cerrar el círculo entre financiamiento y energía es el siguiente paso natural para impulsar un modelo económico justo, resiliente y sostenible. Por ejemplo, el financiamiento con criterios ESG (Ambientales, Sociales y de Gobernanza) con tasas de interés preferenciales, plazos más largos y esquemas de garantías adaptados, haciendo que la inversión en eficiencia energética o energías renovables sea financieramente atractiva para las PYMES.
Es tiempo de que la energía, como motor del desarrollo, sea la base del éxito para quienes todos los días levantan la cortina y ponen a México en movimiento.
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