El mes pasado la CNE presentó una convocatoria para seleccionar proyectos de generación de energía con el objetivo de acelerar el otorgamiento de permisos, facilitar su desarrollo y contar con más energía en las zonas que más requiere el sistema. La convocatoria no ofrecía ni pedía más, ni menos.
Las preguntas comunes de algunos desarrolladores fueron: ¿con quién será el contrato?, o ¿a cuánto va a pagar CFE esa energía? Y es que esas preguntas nacieron de un lugar común, la tradición de las subastas de suministro básico organizadas por el CENACE.
Pero esta convocatoria es algo distinto.
Lo que busca es impulsar de nuevo el ritmo perdido por los bloqueos y omisiones ilegales del sexenio pasado, que fueron aletargando el desarrollo de proyectos hasta frenarlos de plano, lo que se tradujo en una degradación del sistema eléctrico nacional.
¿A dónde puede ir la energía de esos proyectos?
A reserva de que haya un cambio mayor en las reglas del mercado y en las de operación del suministro básico, que deben actualizarse para alinearlas con el nuevo marco jurídico, esa energía iría inicialmente al mercado, pero ante la falta de contratos de cobertura de CFE Suministrador de Servicio Básico para satisfacer la demanda de sus clientes, la tomarían de estos proyectos mediante la adquisición en el mercado, una vez agotada la energía de sus contratos.
Algo importante es que no son subastas ni contratos, no se establecieron precios, ni un destino específico de la energía. Ya las subastas, que se pueden hacer al amparo del artículo 155 de la Ley del Sector Eléctrico, podrán poner precios de energía.
El problema de estas otras subastas, que se quedaron de nuevo, es que no son obligatorias y no son directamente para el suministro básico, con lo que los legisladores negaron a los usuarios el acceso a las ventajas de la competitividad de un mercado sumamente peleado.
“El problema de estas otras subastas, que se quedaron de nuevo, es que no son obligatorias y no son directamente para el suministro básico”.
Afortunadamente los mecanismos de mercado creados en 2014 parecen mantenerse, lo que podría dar a la suministradora básica de CFE energía a costos razonables, aunque no tan bajos como los que se tuvieron en las subastas de 2015-2017, pero además, las nuevas subastas, en caso de realizarse, deberán tener modificaciones técnicas aprendidas de las anteriores, como la regionalización o la apuesta por proyectos más maduros para la inclusión y tener un margen de éxito más amplio.
El sector que gana con las convocatorias es el mercado y sus usuarios: la industria y empresas con demandas mayores a 1 MW, que contarán con mayor oferta de energía.
También gana en su conjunto el sistema eléctrico nacional, la estabilidad del mismo y la transición energética, considerando que la convocatoria solo es para renovables. Aún falta generar el mecanismo que haga que esto beneficie también al pequeño usuario, que fue lo que generaron las subastas de la ley anterior. Eso queda mucho en manos de CFE.
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