Si quiebran las empresas, sus dueños deben asumir la responsabilidad y no habrá rescates, dice el Presidente López Obrador. Pero el caso de Petróleos Mexicanos (Pemex) será diferente. Sí tendrá que haber pronto –lo sabe la Secretaría de Hacienda– un rescate financiero por parte del gobierno federal, aunque el Presidente no lo quiera reconocer como tal. Pemex es perfectamente insolvente y sus dueños –127 millones de mexicanos– tendremos que asumir el costo.
López Obrador, moldeado por su activismo contra el Fobaproa, aborrece los rescates financieros. Pero la inviabilidad operativa de los campos petroleros y refinerías de Pemex, así como su patrimonio negativo (2.3 billones de pesos), sus pérdidas constantes (1.7 billones de pesos en cinco años), su deuda (105 mil millones de dólares) y su pasivo laboral (77 mil millones de dólares) ya hacen impostergable su rescate por parte de la Nación. Sus ingresos no podrán, ni remotamente, cubrir sus pasivos y sus obligaciones de pago en el corto y mediano plazo.
El Gobierno de México, como accionista único que representa a todos los mexicanos, deberá hacer explícito su apoyo a Pemex, formalizando la obligación solidaria del soberano hacia la deuda de la petrolera. Deberá respaldar y garantizar el pago de varios tranches de la deuda de Pemex, además de inyectar recursos masivamente para mantener su operación.
Quizás lo más sano fuera liquidar a Pemex y estructurarlo para un proceso de quiebra. Pero eso no es una opción para López Obrador, quien, torpemente, colocó a Pemex en el centro de su proyecto de gobierno. Sus asesores nunca le dijeron que, para efectos prácticos, sus mejores campos petroleros están agotados y sus refinerías son obsoletas, lo cual complica la rentabilidad de sus operaciones. O él no escuchó.
La culpa, según el Presidente, la tiene la mala administración petrolera de los gobiernos “neoliberales”. En parte, tiene razón. Pero un cambio de régimen se da precisamente para corregir problemas heredados, lo cual no está sucediendo.
El gobierno de López Obrador, por desgracia, ha demostrado que no sabe implementar una mejor política petrolera. Impera la ideología y se aplican estrategias inviables: el desarrollo de campos pequeños “prioritarios” con poco potencial y la construcción de una nueva refinería. Pemex, en medio de petroprecios bajos y la pandemia, ya llegó al precipicio.
Este gobierno, igual que los anteriores, no hace un esfuerzo serio para adelgazar la empresa, cerrar pozos y plantas no rentables, reducir la nómina, el pasivo laboral y la burocracia, resolver la problemática sindical y desincorporar actividades no esenciales como los servicios médicos. Los directivos de Pemex, también ciegos en su apego a la ideología presidencial, no plantean soluciones basadas en la estricta disciplina financiera y operativa.
Pemex tiene opciones, como son las alianzas y sinergias de todo tipo con compañías del sector privado, incluyendo a otros operadores petroleros, también el desarrollo de campos no convencionales y el fortalecimiento de cadenas industriales en el país, por ejemplo, de la mano de los distribuidores de combustibles y las empresas del ramo químico.
Pero López Obrador y su equipo no quieren. Intentan revivir el mito monopólico de la soberanía autárquica, dan un trato injusto a sus proveedores y ven a la mayoría de los empresarios, no como socios en un proyecto nacional, sino como mercenarios y mercachifles.
López Obrador ha dicho que su gobierno rescatará a Pemex y ha llegado el momento de hacerlo. Pero no será un rescate productivo, con base en mayores ingresos, sino un rescate financiero por medio de una fuerte capitalización, inyectando recursos públicos que son de todos los mexicanos. Ya no hay de otra. Pemex fue una gran empresa y no mereció terminar así, pero una administración tras otra le han fallado.
El Pemexproa ya es un hecho inevitable. Implicará enormes aportaciones de capital en detrimento del presupuesto público, pero será necesario si el País quiere mantener su grado de inversión.
Publicado hoy en el Periódico Reforma. Para verlo en el diario haga clic aquí.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com