Si no queremos inversión privada, ¿cómo hacerlo?
Eduardo Andrade Iturribarría*
En números gruesos, la mitad del petróleo mexicano en refinerías públicas mexicanas y la otra mitad en refinerías privadas. Más de 1,400,000 b/d de aceite son exportados diariamente y procesados en refinerías o petroquímicos en otras partes del mundo. En mayor o menor grado, a cada barril exportado se le agrega valor fuera de México. Esto ha sido reconocido por los distintos partidos políticos y han dicho que es una situación intolerable y que debe ser remediada.
Sin embargo, obvian en sueños de grandilocuencia -en los cuales desde nuestro país se plantea detener las exportaciones de crudo para exportar refinados y petroquímicos – la realidad: hay un déficit en la producción de refinados y petroquímicos y, todavía peor, la situación de la capacidad actual de producción está en riesgo por la falta de presupuesto para su adecuada operación y mantenimiento.
Esta situación no tiene ningún componente ideológico. Es dinero que Pemex -la empresa de todos los mexicanos- requeriría para su funcionamiento mínimo y que el Congreso de la Unión -con su diversidad y representación multipartidista- le niega año tras año.
La pregunta es: si ahora no se otorga oportunamente y en cantidad adecuada recurso económico a Pemex Refinación o Pemex Petroquímica, ¿cómo es que se supone que se les dé recurso para abatir el déficit de suministro nacional y que, más aún, se construya capacidad suficiente para exportar?
Caben opciones, como la presentada por el Ejecutivo que involucra inversión privada, pero hay fuerte oposición a ella por partidos que, hasta finales de junio, no han presentado una alternativa con un mecanismo de financiamiento que supliera los recursos privados.
Se podría recurrir a endeudamiento, pero de alguna forma las fuerzas políticas suponen que Pemex no puede adquirir más deuda, y que la que han obtenido dentro del esquema Pidiregas es muy cara. Sería interesante que aquellos legisladores que se manifiestan en ese sentido expliquen a qué se refieren con que la deuda es más cara (¿5% más, 10% más, 0.5% más o cuánto más?) para que se expresen con tal asertividad al respecto, y también si dicho diferencial respecto al costo de la deuda soberana es justo para proyectos con el nivel de riesgo que los de Pemex tienen. Es importante saberlo para hablar con fundamentos y no de oídas.
Entonces, si el abatimiento del déficit de petroquímicos y refinados y la reversión de la situación actual de exportar petróleo crudo no proviene de recursos privados ni de deuda, tiene que provenir de recursos fiscales. ¿Habrá conciencia por el Legislativo para dictaminar en contra la iniciativa del Ejecutivo y, al mismo tiempo, asignar los recursos presupuestales para dar sustento a su discurso sobre política energética?
Se acercan momentos claves para entender si los partidos en la oposición actúan en los mejores intereses del país. Ir en contra de la propuesta del Presidente Calderón sin dictaminar favorablemente una alternativa que cubra las expectativas que han fomentado en la ciudadanía y que tenga fuentes de financiamiento suficientes y oportunas serían un ejemplo de onirismo legislativo y un engaño para la Nación.
*Presidente de la Fundación “México Necesita Ingenieros” (mexiconecesitaingenieros@gmail.com )