Este viernes el precio del WTI cerró en 71.19 dólares por barril lo que significó una pérdida semanal de 3.75 por ciento y su séptimo periodo consecutivo a la baja.
En las últimas siete semanas, la pérdida acumulada en el precio del referente internacional es de casi 20 por ciento.
De acuerdo con Gabriela Siller, directora de Análisis Económico de Banco Base, las presiones a la baja no sólo se deben al fortalecimiento del dólar, sino a los riesgos de una mayor oferta global, en un periodo en donde la demanda se ha mantenido débil.
“El mercado teme que la OPEP+ no pueda cumplir con los recortes en la producción planificados para el 2024, pues los recortes adicionales son voluntarios”, advirtió la especialista.
A este factor se suma un deterioro en las expectativas económicas globales, situación que podría limitar la demanda global de hidrocarburos.
Siller añade que en la semana Moody’s Investors Service cambió su perspectiva a negativa para la calificación de la deuda soberana de China y Hong Kong. Asimismo, en Estados Unidos, la demanda por energéticos se ha estado desacelerando, pues la demanda implícita se ubica 240 mil barriles diarios por debajo del promedio móvil de cinco años para esta época del año.
Además, Norbert Rücker, Jefe de Economía e Investigación en Next Generation del banco privado Julius Baer, consideró que las naciones petroleras, en especial Arabia Saudita, probablemente “no estén contentas con estos acontecimientos y con la reacción del mercado al resultado de su reciente reunión”.
El mercado podría no estar convencido de que la alianza OPEP+ cumpla completamente con sus compromisos voluntarios de recorte de suministro, dijo el analista.
Añadió que una segunda opción es que exista la expectativa de que los recortes prolongados y más profundos en la oferta no sean suficientes para cambiar el equilibrio del mercado.
Rucker también coincidió en que la publicación de las estadísticas oficiales del mercado petrolero de Estados Unidos mostró una continuación de la normalización de las condiciones.
“El almacenamiento de petróleo se mantiene dentro de los promedios estacionales, las exportaciones crecen incrementalmente y la demanda de petróleo se estanca. La negatividad también podría estar relacionada con Asia y la realización de que la demanda china ya no ofrece apoyo a los precios en el futuro, como lo hizo en 2023. La economía se desaceleró, es probable que los inventarios domésticos estén llenos y el marcado cambio hacia la movilidad eléctrica debería comenzar a deprimir el uso de combustible para carretera”, comentó.
Sobre el mercado, Rucker consideró que el abasto a futuro es positivo, incluso con los recortes que implementan en el grupo de la OPEP, especialmente porque el consumo de petróleo en el mundo occidental y en China debería estancarse hacia adelante.
A esto se suma que el petróleo shale de Estados Unidos, así como el de las arenas petrolíferas canadienses y el de aguas profundas de Brasil mantienen su rentabilidad con precios mínimos de 60 dólares por barril, dijo Rucker.
“Por lo tanto, el mercado del petróleo debería mantener un equilibrio a largo plazo alrededor de estos precios. La tensión subyacente proviene de los deseos y necesidades de las naciones petroleras de precios más altos, especialmente de Arabia Saudita. Esta tensión ha existido durante algunos años, pero recientemente fue maquillada por la serie conocida de impactos”, concluyó el especialista de Julius Baer.