La nueva refinería tendrá procesos de última generación.
Eduardo Andrade iturribarrÍa*
El nuevo sitio para la construcción de la expansión al Sistema Nacional de Refinación ha estado bajo la lupa de la opinión pública. La política ?en su acepción más común, la grilla? estaba pendiente de este evento por las connotaciones económicas que tendría para algún estado o región. Resuelto el tema, a favor de Tula, el pendiente es la adquisición de la tierra para su desarrollo y posteriormente definir el mecanismo de licitación para su construcción.
Sin embargo, la decisión, desde la perspectiva de política energética, marca una separación de la ruta tomada hasta el momento de confiar la seguridad de proceso de crudo para la producción de combustibles a refinerías en el extranjero. Nada de lo expresado por los políticos al manifestarse en favor de que se construyera mayor capacidad de refinación en territorio nacional se sustentaba en su deseo de garantizar el suministro.
En realidad, energéticamente, el incremento en capacidad contribuye sólo a esto. No se reducirán los precios de los combustibles, porque 300,000 barriles más por día en el 2015 no harán nada por disminuir los precios de referencia. Ni se agrega valor a Pemex, porque cada peso que no se gasta en producción petrolera en realidad omite agregárselo. Aumentar la capacidad es conveniente, pero debemos estar conscientes de que es la mejor decisión energética, pero no necesariamente la mejor decisión económica.
No se sabe todavía si hay más modificaciones a las políticas previas de suministro en el sentido de la mezcla de combustibles que el nuevo tren de refinación producirá. No voy al punto de discutir sobre la promoción del diesel como combustible, siguiendo el modelo europeo. Sencillamente cuestiono, dado que una de las razones para su localización fue la cercanía a los mercados, como serían la Ciudad de México o Guadalajara, si no sería prudente enfocarse en la producción de gasolinas de la más alta calidad para estos centros de población.
Lo anterior no sólo en contenido de azufre ?como ya está normado? sino de forma que estos mercados complejos desde la perspectiva ambiental solamente tuvieran acceso a combustibles que correspondan a la emergencia continua que representan.
En términos llanos, en estas dos áreas metropolitanas sólo debiera expenderse gasolina Premium, si hubiera mínima congruencia de las autoridades ambientales de ambas localidades con los mínimos de salud necesarios de la población.
Obviamente, esto complicaría el suministro porque ahora no se produce suficiente gasolina Premium para lograr ese nivel de abasto, pero si en algún momento se pudiera decidir por una política ambiental en ese sentido es ahora.
La nueva refinería tendrá procesos ambientalmente limpios, de última generación, probablemente sin descargas al medio ambiente de ningún tipo. Dado que reemplazará importaciones de combustibles provenientes de otras partes del mundo, la refinería podría tener aportaciones positivas para disminuir los efectos del calentamiento global o la simple contaminación de suelos y aire en las localidades del extranjero en que ahora se producen.
Pero lo más relevante, ambientalmente, será de índole local y podría venir del establecimiento de normas desde el lado de la demanda energética que cumplan simultáneamente con la necesidad de proveer de combustibles a la población para su transporte y a la industria para su funcionamiento, sin comprometer ni la salud de las personas ni el mejor estado del medio ambiente.
*Presidente de la Fundación México Necesita Ingenieros (opinion@mexiconecesitaingenieros.org )