Estados Unidos podría tener un nivel de exposición mayor en su abasto de petrolero respecto de países que le son beligerantes.
SERGIO BENITO OSORIO*
La caída de la extracción petrolera en México es un fenómeno que tendrá repercusiones internas considerables, vinculadas a la pérdida de ingresos externos y al gasto
gubernamental. Pero también va a erosionar la posición internacional que el país tiene como sexto1 exportador mundial de este producto y como uno de los tres2 principales proveedores del mercado estadounidense, lo que seguramente derivará en consecuencias que deben valorarse.
Recientemente han aparecido diversas publicaciones que han explicado las razones y magnitudes de esta caída, y todas ellas coinciden en dos aspectos: la declinación acelerada del yacimiento Cantarell, y ?más que el agotamiento del recurso en el territorio nacional? una persistente incapacidad de Petróleos Mexicanos para la restitución oportuna de reservas. Esa incapacidad podría no ser plenamente responsabilidad de la paraestatal, dada su falta de autonomía financiera y de gestión. En cualquier caso, lo cierto es que los distintos gobiernos han mantenido un elevado nivel de extracción de petróleo no soportado en una actividad de exploración e incorporación de reservas igualmente agresiva.
El mayor esfuerzo de incremento de la extracción en México se realiza entre 1979 y 1982, pasando de 1 millón 470 mil barriles diarios a 2 millones 746 mil. En sólo tres años la extracción aumenta en 1 millón 276 mil barriles por día, lo que sin lugar a dudas cobraría un gran significado mundial y se explica por la entrada en operación del segundo yacimiento más grande3 del mundo, Cantarell, que alcanzará su pico de producción en el 2004, con 2 millones 136 barriles, 63 % de la producción nacional. A partir de ese año inicia una declinación más apresurada de lo previsto4 , pues en 20065 su promedio ya arroja una pérdida de 340 mil barriles.
La declinación de Cantarell no es un asunto menor. Sólo hay que observar que se trata del mayor campo offshore en el mundo y que, de una lista con los 67 mayores campos del orbe, 52 producen menos de 500 mil barriles por día6 . Para cualquier empresa o país que enfrente una pérdida de tal magnitud constituiría una crisis irremediable y con repercusiones internacionales (puede representar el 3% de las importaciones estadounidenses7) y seguramente va a ejercer una mayor rigidez en la oferta mundial de petróleo en un escenario dominado por la incertidumbre y los precios altos. Sin embargo, en México el tema ha sido escasamente abordado por las autoridades gubernamentales.
México no ha generado ?al menos explícitamente? una geopolítica derivada del poder que le provee la magnitud y localización de sus reservas de hidrocarburos: Sin embargo, ello no implica que las exportaciones mexicanas de petróleo carezcan de un efecto estratégico, en especial para su principal cliente: los Estados Unidos. Más aún cuando una quinta parte del abasto estadounidense proviene del Golfo Pérsico y un poco más del 10% de Venezuela, proveedores con los que mantiene una continua tensión política, y con quienes su relación ha experimentado notables fracasos durante los últimos años. Por lo tanto, es evidente que la disminución de la producción mexicana de petróleo va a sobreexponer el abasto estadounidense y a aumentar el peso específico de actores menos afines a él.
El hecho es claro: México exportó a Estados Unidos, en octubre de 2004, 1 millón 722 mil barriles de petróleo crudo y, el pasado diciembre, apenas logró enviar a ese mercado 1 millón 245 mil barriles. En el primer caso contribuyó con el 16.6% de las importaciones totales y, en el segundo, con el 13%. Quizá alguien pudiera pensar que tomar como ejemplo puntos extremos no ayuda a tener una visión realista y, efectivamente, los datos señalados son extremos, pero también muestran una tendencia que es fehaciente (ver el cuadro 2).
Es conveniente examinar, aunque sea de manera muy rápida, la manera como los Estados Unidos han construido su estrategia de abasto petrolero en las últimas tres décadas, y sobre todo como ha funcionado el aporte mexicano.
Durante ese largo periodo ha mantenido una relación privilegiada con Arabia Saudita, Canadá, México, Venezuela y Nigeria; estos cuatro países le han aportado hasta el 70% de sus importaciones de petróleo.
En los años setenta la demanda de importaciones de Estados Unidos se cifró en un poco más de 5 millones de barriles por día, mismos que la OPEP abasteció hasta en un 78%, y de manera muy destacada los países el Golfo Pérsico. En esos años, México sólo contribuyó con un 3%, algo más de 150 mil barriles diarios. En los ochenta, la demanda estadounidense disminuyó (a 4.2 millones de barriles) como resultado de un menor crecimiento económico, y bajo la dependencia hacia la OPEP (53 %). Es en esa coyuntura, sin embargo, que México logra desplazar a Nigeria y Venezuela de los primeros lugares y ubicarse como segundo?tercer proveedor, posición que ya no perderá hasta la actualidad.
Entre 1990 y 2006 la demanda estadounidense se amplia hasta 10 millones de barriles por día, con un fortísimo crecimiento de 3.4% anual, superior incluso al crecimiento de sus PIB en esos dieciséis años; pero sobre todo será un ritmo que forzará la capacidad productiva de los proveedores. Así, mientras Arabia Saudita, Nigeria y Venezuela incrementan sus exportaciones a los Estados Unidos en un poco más de 200 mil barriles, Canadá y México lo hacen en más de 500 mil barriles; aún cuando estos últimos dos países son los que registran un menor nivel de reservas y, específicamente, México será incapaz de restituir su capacidad productiva (cuadro 3).
Resulta paradójico entonces observar que en ese escenario, y durante tantos años, el gobierno mexicano no haya podido elaborar y operar una estrategia para que el petróleo mexicano tuviese un valor político agregado, que le permitiera negociar alguno de los tantos temas difíciles que tiene en su relación con los Estados Unidos.
Durante los últimos 17 años Cantarell ha sido un factor significativo para sostener hasta en un tercio el incremento de la demanda estadounidense (a precios muy bajos), y para que esa demanda no hiciera a ese país más dependiente de sus proveedores del Golfo Pérsico.
En cambio, hoy es un hecho que, en el corto plazo, México no podrá recuperar su nivel de reservas y, por lo tanto, un nivel de extracción estable como para sostener una plataforma total de exportación de 1.8 millones de barriles diarios, como promedió durante los últimos años. No está claro a qué nivel llegará la declinación, pero los Estados Unidos tendrán un nivel de exposición mayor en su abasto de petrolero respecto de países que incluso le son beligerantes. También debe señalarse que desde hace dos años Brasil ha colocando volúmenes relativamente importantes (200 mil barriles) al mercado estadounidense, pero una disminución de 300 o 400 mil barriles de petróleo mexicano no serán fácilmente cubiertos por los llamados productores independientes.
Bajo este escenario debe considerarse, al menos como hipótesis causa-efecto, una reacción estratégica estadounidense por presionar a las autoridades mexicanas para apresurar la exploración y puesta en producción de nuevas zonas de hidrocarburos, como pudiera ser el caso de las regiones de aguas profundas. Ahora como antes la debilidad hacendaria del país pudiera ser la clave más inmediata para que una decisión de esa naturaleza pudiera ser adoptada con urgencia y no surgiera de un proyecto soberano, específico, y de largo plazo de la sociedad mexicana. Adicionalmente, el gran tema político sería cómo hacerlo ante la fragilidad creciente de Pemex.
1Anuario Estadístico 2006, Pemex.
2Energy Administration Information (EIA), http://www.eia.doe.gov
3El primero es Ghawar, en Arabia Saudita, con una capacidad de producción de 4.6 millones de barriles diarios, descubierto en la década de los cuarenta.
4El 8 de diciembre de 2005, Pemex publicó en el boletín de prensa 287, una importante aclaración que pretendía salir al paso de distintas versiones sobre la declinación de Cantarell. El punto f) del boletín establece: “?los niveles de producción en el complejo Cantarell para 2006 se estiman en 1.905 millones de barriles por día. Para los años 2007 y 2008, las producciones estimadas son de 1,683 y 1,430 millones de barriles por día, respectivamente”. El inciso g) del mismo boletín concluye: “?la producción de aceite crudo esperada para 2006 excederá 3.400 millones de barriles por día?”. Como se podrá observar, las estimaciones de corto plazo de Pemex resultaron con un error de aproximadamente 150 mil barriles, pues 2006 concluyó con 3.256 millones de barriles por día. Por otra parte, si, como afirmó Pemex, la extracción de Cantarell para 2007 estará en el rango de 1.6 millones de barriles, entonces ¿La declinación promedio será de 220 mil barriles anuales?
5El Reporte de Resultados Financieros de Pemex, al 31 de diciembre de 2006, ubica a Cantarell en 1.788 mbd.
6I. Sandrea, “Growth expected in global offshore crude oil supply”, Oil & Gas Journal, mar. 12, 2007.
7Otra comparación interesante es que las importaciones provenientes de Irak y Kuwait suman un poco más de 600 mil barriles por día en el mercado estadounidense.
*Es licenciado en Economía y coordinador de asesores de la fracción parlamentaria del PRD en el Senado de la República. Ha sido diputado federal por el PRD y presidente de la Comisión de Energéticos, así como consejero de México para Asuntos Agropecuarios en Europa y representante para las Negociaciones de México en el GATT. (sosorir@hotmail.com)