México es el único país donde se decreta la liberación del precio de la gasolina, pero éste no subirá ni bajará, sino que permanecerá bajo el control de la Secretaría de Hacienda. Después del error de aplicar un súbito fuerte aumento en enero pasado, ahora las autoridades aclaran que la “liberación”, prevista para el jueves 30 de este mes, no implicará otro gasolinazo, ya que continuarán los “estímulos fiscales” (léase subsidios por la vía de la manipulación discrecional del IEPS) que en los hechos mantienen congelado el precio al consumidor desde enero.
Leer el artículo en el Periódico Reforma aquí.
Hacienda sabe que la población no toleraría otro gasolinazo. Sería comprensible que la gente se volcara otra vez a las calles, porque el gasolinazo de enero pasado le pegó directamente en la economía popular y agregó al menos dos puntos porcentuales a la inflación anual. Sería su forma de protestar contra un gobierno impopular, con un manejo opaco de nuestros impuestos y un Pemex percibido como corrupto.
Un líder gasolinero así lo dijo: hoy se mantiene artificialmente el precio de la gasolina por motivos políticos, no económicos. El costo para las finanzas públicas es altísimo. México ya importa casi un millón de barriles por día de distintos productos refinados, incluyendo el 75 por ciento de su consumo de gasolina, que son cifras sin precedente. Es un costo que el erario podrá absorber por un tiempo, con fines electorales, pero no para siempre. El costo y el riesgo macroeconómico crecerán en la medida en que siga subiendo (o al menos no baje) el precio de la gasolina importada.
La declaración oficial de que la refinación “no es negocio” para Pemex causó júbilo entre los traders y refinadores en Estados Unidos y abrió aún más su apetito, no tanto para invertir en México, sino para vendernos más combustibles. Aunque, sin duda, algunos de ellos ven a México como opción para invertir en logística, en almacenamiento y en mezclado de combustibles para exportarlos a otros mercados en América Latina o en Asia. Como dice Bloomberg, los refinadores de Estados Unidos hoy “viven su mejor fin de año de la historia” con elevados márgenes y sus acciones al alza, gracias a las compras de gasolina que realiza México.
En efecto, la refinación ya no es negocio para Pemex, porque sus refinerías son, en gran parte, obsoletas e ineficientes. La actual administración presume haber estabilizado las finanzas de Pemex, pero no ha combatido a fondo los excesos ni las ineficiencias, sobre todo en el ámbito laboral. No hay refinador que obtenga utilidades hoy día si no es con base en maximizar eficiencias. En este punto, y en otros como la lentitud de los farmouts y el deterioro continuo de casi todos los indicadores operativos, habría que cuestionar la gestión reciente de Pemex.
Han sido décadas de sangría despiadada de las finanzas de Pemex por parte de Hacienda. En ese contexto, el ajuste financiero reciente ?aun cuando haya ayudado a equilibrar las cuentas? ha causado una destrucción de activos y de valor, al grado de que el futuro ?la supervivencia? de la empresa bien podría convertirse en un tema álgido de la próxima campaña electoral.
Ahora, Pemex relanza su franquicia en un intento de frenar la desbandada de gasolineros hacia otras marcas, ahora que hay 26 de éstas en el país y miles de estaciones de servicio con marca diferente a la de Pemex. Hay gran aceptación de las nuevas marcas por parte del público consumidor y Pemex ahora tendrá que competir en calidad y precio, lo cual es positivo.
Pero, al mismo tiempo, Hacienda y Pemex admiten que la intervención oficial directa en el precio de la gasolina ?que durante 25 años se aplicó mediante gasolinazos mensuales pequeños, previsibles y socialmente aceptables? puede ser un control eficaz de la inflación. Sin embargo, no abona a que exista un mercado con competencia efectiva en la venta de combustibles. Si ese control persiste y si el costo de la importación de gasolinas sigue en aumento, este gobierno dejará una papa muy caliente a la próxima administración federal.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com