(De Cara a las Consultas con Estados Unidos y Canadá)
Andrés Manuel,
Le escribe Miriam Grunstein quien, a pesar de su apellido, es tan mexicana como Claudia Sheinbaum. No nos conocemos pero aun así me dirijo a usted por su nombre de Pila. Después de todo, ha sido usted quien viaja en clase turista en una expresión de austeridad e igualitarismo. Además, en el título de esta columna reconozco lisa y llanamente que usted es mi presidente. Que usted lo sea es un hecho jurídicamente incontrovertible, me guste o no. Su investidura está fuera de duda, pues no comparto su craso repudio al Derecho.
Señor Presidente, tenemos un problema y esta vez no es solo con Houston, sino con el resto de América del Norte, a la cual pertenece nuestro país. Este es un hecho geopolíticamente impepinable, a menos de que, como hacen algunos estadounidenses, se ubique a México dentro de América del Sur o, peor aún, España. Sin embargo, el país está por arriba de Guatemala y aún no llega a Guatepeor; tan es así, que aún formamos parte y nos obliga un instrumento antes llamado Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y que ahora se denomina Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, que no por haber perdido el nombre “América del Norte” nos excluye de ella. Por último, le recuerdo que este último entró en vigor en 2020, cuando usted –inequívocamente— llevaba 19 meses como Presidente Constitucional de los Estados Unidos Mexicanos, por lo cual no puede desconocer que lo adoptó, si bien no lo gestó en sus entrañas.
No entiendo, pues, por qué ahora, tras una sarta de líos en tribunales nacionales que ahorcan nuestro desarrollo, además su gobierno desventuradamente opta por minimizar las advertencias de la comunidad comercial y política a la que pertenecemos. Si de gustos personales habláramos, me sumo a la simpatía que le causan, por ejemplo, los venezolanos quienes sin duda me parecen cheverísimos. Empero, desde un punto de vista puramente pragmático, nuestro intercambio comercial, migratorio e incluso cultural es mucho más intenso con los Estados Unidos. En lo que va del año, nuestras operaciones comerciales suman ya 664 mil millones de dólares. De éstas, 384.7 mil millones son importaciones a México de Estados Unidos, mientras que 276.5 mil millones de dólares es la suma de nuestras exportaciones a ellos. Si bien es claro que les compramos más de lo que nos venden, también lo es que una disputa con ellos, por causa más de necedades que necesidades, no nos conviene nada.
Al revisar las cuitas de los güeros, me percato de que algunas son de fácil arreglo. Así como ha sometido a la CRE y a la SENER para detener millares de permisos de índoles distintas, ahora ordéneles su trámite expedito. Que se otorguen los que satisfacen los requisitos de ley y que se nieguen los que no. Nadie le pide un otorgamiento gratuito, solo justo. Sin embargo, la supervivencia de las reformas a la Ley de la Industria Eléctrica, que le debemos a la división de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, nos ha metido en un tremendo brete. Si en el curso de las consultas quienes negocien por usted, la Virgen les habla y de súbito reconocen que éstas en efecto violan el T-MEC, ¿qué le resta por hacer al país?, ¿derogarla?, ¿suspender su aplicación? Eso, por más que dé paz a la inversión, habla muy mal de la seriedad de nuestras instituciones –y hablo del Ejecutivo, Legislativo e incluso del Judicial. Usted inició la construcción de esa letrina, el Legislativo la llenó y el Judicial de ella solo dijo “fuchi caca” y la dejó ahí parada, sin más.
“…si no cede en el transcurso de los 76 días siguientes, vendrá un panel que podría costarnos los derechos de los que ahora gozamos por ser miembros de una unión comercial, si bien no perfecta, al menos funcional”.
Como fuere, si no cede en el transcurso de los 76 días siguientes, vendrá un panel que podría costarnos los derechos de los que ahora gozamos por ser miembros de una unión comercial, si bien no perfecta, al menos funcional. Piénselo. La balanza comercial no se inclina a nuestro favor. México no se vende pero sí vende y mucho a los Estados Unidos. No perdamos a nuestro mejor cliente y a un vendedor que necesitamos por un arrebato político que va a traerle más miseria al país que votos a usted.
No espero respuesta, pues ni siquiera sueño su lectura. Como sea, le ruego que no se arroje envuelto en la bandera pues nos lleva a todos a cuestas.
Best Regards,
MG.