Creo firmemente que las iniciativas del presidente presentadas el 5 de febrero son solo material electoral, así que bajo esa perspectiva puede resultar inútil discutirlas. Sin embargo, hay elementos que describen las ideas del propio presidente (y quienes lo rodean y asesoran) y desde esa perspectiva creo que resulta interesante analizarlos.
En materia eléctrica, el presidente quiere dar el control total sobre quien pueda generar y consumir energía a Comisión Federal de Electricidad (eso es lo que haría la iniciativa), además de una prevalencia en el mercado que CFE no se ha ganado de forma limpia ni para beneficio del usuario. Pero hay algo más que sobresale: la intención de quitar el carácter de productivas a las empresas del Estado y eliminar su obligación de contar con las mejores prácticas.
Esto me recuerda algunos dichos del presidente en otras materias: “No es difícil sacar petróleo, solo es hacer un agujero, como cuando se va a sacar agua”, “no es tanta ciencia gobernar”. Si no se necesita tanta ciencia, ¿para qué las mejores prácticas? Y eso va también de la mano de incrementar la producción petrolera, como única meta ¿al costo que sea? Y, pues sí. Justo por eso fracasó el objetivo.
En una traducción simple, lo que el presidente quiere es que CFE se encargue de dar el servicio eléctrico, atender a todos los que quiera, para eso le da todo el control y desaparece la CRE, pero ¿para qué ser productiva o rentable? Que cueste lo que sea, pero que lo haga. El presidente quiere su visión simplista consagrada en la Constitución.
Papá gobierno con la cartera abierta, gastando lo que sea, aunque no sea de la mejor forma.
Así ha funcionado esta administración: parques solares sin líneas de transmisión y a enormes sobrecostos en zonas con precios de energía bajísimos, lo que los hace económicamente inviables. Centrales de ciclo combinado sin contratos, a sobrecosto, sin gas por meses después de construidas. Toda esta infraestructura con pérdidas y riesgos que terminamos pagando los mexicanos.
Más allá de energía, tenemos un tren carísimo, impagable, inadecuado para la zona (no tiene ni cortinas cuando recibe mucho sol) y que no resuelve problema alguno, pero se le ocurrió al presidente y dejó excelentes negocios a los aliados. Esta reforma permitiría hacer lo mismo a plenitud con el sistema eléctrico.
Con las mejores prácticas, las centrales eléctricas se habrían desarrollado con planeación adecuada, tanto en el proceso constructivo como en consideraciones de costos de insumos y precios de venta. Pero no habrían permitido la discrecionalidad con que se dieron los contratos y el desarrollo de esas centrales, donde alguien se quedó con el sobrecosto, o lo repartió. Por eso estorban las mejores prácticas… y hay que eliminarlas.
Hay un punto más que demuestra que el presidente no entiende cómo funciona el mercado. La iniciativa habla de evitar el lucro para proveer la electricidad al precio más bajo posible. Esto parte de la base de que el presidente cree que una empresa del Estado, por ser del Estado y no tener fines de lucro, será más barata.
La evidencia que tenemos en México es que el generador más caro que hay es CFE. Con centrales de la misma tecnología, ciclos combinados, el megawatt-hora de CFE costó 1,489 pesos en enero pasado, sin lucro y posiblemente con pérdidas. En cambio, los privados “con lucro” ofrecieron el mismo megawatt-hora en 919 pesos. La iniciativa se basa entonces en una hipótesis sin evidencias, contraria a la realidad.
Pero la IP no solo logra menores precios, sino menores tasas de accidentes, menores tasas de fatalidades, una masa laboral esbelta, sin empleados de más. Y eso por las mejores prácticas que el presidente quiere eliminar. Total, ¿qué más da más accidentes y fatalidad si a cambio puedes tener más grupos de control político en los sindicatos?
La reforma de 2013 puso al ciudadano en el centro del interés de la Constitución. Para el presidente importa más la empresa del Estado, la CFE, y esta reforma pone al centro a la CFE. Y el usuario, el ciudadano, usted y yo, somos secundarios. La prevalencia es para CFE.
“Para el presidente importa más la empresa del Estado, la CFE”.
Ya no digamos de las violaciones de esta iniciativa a los tratados internacionales y todos los acuerdos comerciales que tiene nuestro país, el de más tratados del mundo. Cosa que al presidente no le interesa.
La iniciativa buscaría dejar las ideas del presidente como principios de la Constitución. Dejar en la Carta Magna las oportunidades para hacer las cosas “al ahí se va”, pero que lo haga el Estado al costo que sea, que el Estado (y quien lo dirige) sea el centro de importancia. Al fin, es “más barato” consagrar en la Constitución su visión de pauperizar al sector eléctrico.
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