Daniel Chacón Anaya[1]
Las últimas décadas se han caracterizado por procesos disruptivos que han venido a beneficiar y cambiar las costumbres y prácticas del género humano. También, en las últimas décadas ocurrieron fenómenos que han perjudicado y amenazan con perjudicar aún más al género humano: el cambio climático, la contaminación aguda de ciudades, y el alto costo de la energía convencional y de la movilidad motorizada.
En efecto, la comodidad de poder desplazarnos a voluntad nos está cobrando un alto precio que no podemos seguir pagando, menos cuando se tienen alternativas en el futuro cercano que nos permitirán seguir con la movilidad a la que nos acostumbramos sin tener que incurrir en altos costos sociales, ambientales y económicos.
La movilidad convencional nos tiene sujetos a problemas de salud causados por los contaminantes que emite en virtud de los combustibles fósiles que la mueven. También contribuye mayoritariamente al cambio climático, y los costos del petróleo constituyen una carga para la economía de las familias y de los países.
No puede dejar de mencionarse un fenómeno poco claro que está ocurriendo en el panorama automotriz. Las tasas de crecimiento de dicha movilidad se encuentran estancadas globalmente sin que se tenga certeza sobre las causas de este estancamiento. Se especula que hay un desencantamiento de parte de las nuevas generaciones con la idea de los autos como un valor patrimonial; también se piensa que la movilidad compartida a través de plataformas hace menos apetecible la compra de un coche nuevo; algunos piensan que la sociedad está cayendo en la cuenta del daño al clima y el medio ambiente causado por los combustibles fósiles, mientras que la congestión en las ciudades también sirve como disuasivo en contra de adquirir nuevos coches.
Mientras que el curso de este estancamiento no está muy claro, simultáneamente la movilidad eléctrica mediante vehículos ligeros se está desarrollando a tasas exponenciales en otras geografías, si bien, con valores iniciales muy bajos.
Ante las oportunidades que se presentan en el mundo de la movilidad por su transición ante la electrificación, es necesario prestar atención a los vehículos ligeros por ser los que aportan el mayor volumen de emisiones de gases de efecto invernadero y de contaminantes locales. También por ser los que más han sido objeto de la transición hacia la electrificación. Lo anterior no demerita ocuparse también de otras formas de movilidad como el transporte pesado, el transporte público masivo, los transportes férreos, aéreos y marinos, las motocicletas y triciclos motorizados, que también contribuyen en forma significativa a los problemas que se han mencionado.
Es importante analizar con detalle lo que están ocurriendo a nivel global como un marco de referencia que puede servir para que México aprenda de experiencias externas y evite repetir errores. Según organizaciones especializadas, se proyecta que el costo de un auto convencional y uno eléctrico alcanzarán la paridad integral y la paridad en la agencia entre 2022 y 2025. El costo de las baterías llegará a 100 dólares americanos (USD) por kilowatt-hora en las mismas fechas.
A menudo se difunden noticias falsas de que los autos eléctricos resultan más contaminantes que los convencionales y de la supuesta escasez de los materiales de las baterías y de los problemas futuros de su disposición final. La realidad es que aun cuando la red sigue teniendo un alto componente de combustibles fósiles, los motores de los autos eléctricos son más eficientes que los de gasolina y diésel y requieren menos energía para prestar el mismo servicio. Este solo hecho los convierte en mejores opciones en términos de cambio climático y contaminación.
También es necesario decir que existe suficiente litio en el mundo para cubrir las necesidades presentes y futuras de las baterías de los coches eléctricos y que la huella de carbono de estos vehículos es mucho menor que la de los motores de combustión simplemente porque se ahorra toda la cadena de producción de los hidrocarburos que los alimentan. Las baterías, por su parte, tienen un segundo uso y su reciclado será menos difícil que el reciclado de las baterías de plomo-ácido.
Los estimados más conservadores especulan que en 2030 el 30% de los autos nuevos serán eléctricos. Cada día se anuncian planes por parte de las armadoras para incorporar nuevos modelos eléctricos y los gobiernos de los países europeos, con Noruega a la cabeza, además de China e India, anuncian nuevas metas entre modestas y ambiciosas. El país más avanzado en volumen de producción y venta de autos eléctricos es China gracias al impulso dado por el gobierno de ese país, que aspira a convertirse en el líder de la movilidad eléctrica en el subsector de autos ligeros y del transporte masivo.
Los gobiernos de las ciudades más importantes se han comprometido a impulsar la movilidad eléctrica, incluida la Ciudad de México. La organización RethinkX predice efectos agudos sobre los vehículos convencionales, las armadoras y la industria petrolera mundial. Según esta organización, en 2030 habrá 100 millones de autos con motores de combustión interna abandonados solamente en Estados Unidos.
Es necesario planear con tiempo la infraestructura de apoyo en lo que toca a cargadores para las baterías y tomar en cuenta la demanda de electricidad que deberá ser proveída para la recarga de la flota de autos eléctricos y las interacciones entre las baterías automotrices y la red de distribución.
Los gobiernos de muchos países implementan acciones encaminadas a transitar hacia la movilidad eléctrica. Estas medidas constituyen políticas de impulso que conviene revisar y actualizar porque tienen una dinámica vigorosa que las cambia todos los días. Desde aportaciones líquidas a los compradores de vehículos eléctricos, deducción de impuestos, eliminación de gravámenes, privilegios en el uso de carreteras, estacionamientos, y sectores restringidos en las ciudades, reglas más estrictas en emisiones vehiculares, y otras medidas de todo tipo. De especial consideración son las medidas establecidas por los gobiernos de China e India que quieren evitar pasar, en su trayectoria de desarrollo económico, por la masificación de los autos convencionales.
Es imprescindible que México tome las experiencias de los países más activos en este tema y decida una ruta de descarbonización de la movilidad que sinérgicamente lleve al cumplimiento del Acuerdo de París, disminuya la contaminación urbana, y reduzca los costos de transporte a los ciudadanos.
El mercado de los autos con alguna forma de movilidad eléctrica todavía es muy incipiente en nuestro país. Las ventas acumuladas desde enero de 2016 hasta septiembre de 2019, según el registro del INEGI (https://www.inegi.org.mx/datosprimarios/iavl/) arrojan un total de 53,327 unidades, de las cuales, 48,471 corresponden a híbridos no enchufables, 3,994 a híbridos enchufables, y sólo 902 a eléctricos puros. En comparación, las ventas de autos ligeros acumuladas en el mismo tiempo son de 5.5 millones de unidades. La tasa anual de crecimiento total de los vehículos eléctricos es relativamente lenta todavía para ser considerado un fenómeno disruptivo, alrededor de 21%.
Un criterio fundamental para plantear el desarrollo de la movilidad eléctrica es el presupuesto de carbono del sector transporte que es un subconjunto del presupuesto del país. De acuerdo con los cálculos, al sector le queda un presupuesto de 6.16 giga-toneladas (Gton) de CO2eq[2] para lo que resta del siglo. Ejercer este volumen de manera concordante con un límite de temperaturas de 2°C requiere que en 2030 la emisión anual por vehículos de combustión interna tenga un máximo de 140 GtonCO2eq contra 218 GtonCO2eq que sería el valor tendencial. El crecimiento del parque vehicular tiene una tasa anual de crecimiento de 4% y alcanzará del orden de 64.3 millones de unidades en 2030. El límite de emisiones requiere que el futuro parque vehicular tenga solamente 25.7 millones de vehículos con motores de combustión interna quedando el resto constituido por vehículos de cero-carbono, 38.5 millones.
Por otra parte, es necesario prever la energía que será requerida por los vehículos y la capacidad a instalarse con los mismos fines de energías renovables, principalmente solar y eólica. El consumo de electricidad sería del orden de 20% adicional a la generación proyectada al 2030.
Los ahorros que la movilidad eléctrica puede generar rondan los $100,000 MXP anuales para un auto que se desplace 200 km diarios, distancia que es el recorrido típico de un taxi. Los coches con recorridos menores también pueden gozar de ahorros significativos. En lo que toca a los ahorros a la economía nacional, éstos sumarían hasta 871,000 millones de pesos por año, monto equivalente a 3.7% del PIB.
El marco de referencia constituido por las cifras anotadas arriba servirá de base para determinar las metas de descarbonización del transporte mediante la movilidad eléctrica. Estas metas requieren un análisis cuidadoso porque interactúan fuerzas del mercado con la urgencia de solucionar la contaminación de las ciudades y el cumplimiento de compromisos internacionales para proteger el clima.
Para alcanzar las metas que se determinen en los plazos requeridos se necesitará establecer una política industrial que permita a los conductores promedio adquirir las versiones electrificadas de los autos que se venden mayoritariamente en el presente. La tendencia de las armadoras de ofrecer modelos eléctricos con precios al alcance de los compradores de países desarrollados dejaría a los mexicanos fuera de los beneficios de la movilidad eléctrica. Una política industrial adecuada induciría a las mismas armadoras a producir vehículos eléctricos asequibles en México. Es necesario discutir las bases de una electrificación de vehículos accesibles a los ingresos del conductor promedio y de los autos de uso intenso como los taxis, sean libres o de plataforma digital.
Estamos ante el advenimiento de un cambio radical en la movilidad que no necesitará gasolina o diésel para moverse. El futuro, muy cercano ya, será eléctrico, con grandes beneficios para la salud, el clima y la economía de las familias.
[1] Daniel Chacón Anaya es Director de Energía en la Iniciativa Climática de México.
[2] Gases equivalentes al bióxido de carbono en su potencial de retención de calor.