David Shields
Cuando se desplomaron los precios del crudo en 2014, fue un duro golpe para toda la industria petrolera. Países como Arabia Saudita, Emiratos Árabes, China y Colombia actuaron para reestructurar y reinventar sus empresas nacionales, redefiniendo su relación con inversionistas y con el mercado global.
México no lo hizo. Los directivos de Pemex, encabezados por Emilio Lozoya, no supieron qué hacer, amén de que se dedicaron a la corrupción. En otro plano, el gobierno de Peña Nieto promulgó su reforma energética, que privilegió rondas petroleras y creó un negocio paralelo de privados al margen de Pemex.
Así, el Presidente López Obrador recibió un Pemex debilitado, fuertemente endeudado y en malas condiciones. Trágicamente, él y su gobierno no han sabido implementar un cambio a fondo que mejore su perspectiva.
Su política petrolera es introvertida, no es creativa ni visionaria. No mira hacia el mundo, sino hacia dentro, con el lema de la autosuficiencia, una falacia inviable. Explota yacimientos con poco potencial y, viendo sólo el corto plazo, no explora nuevas regiones. Plantea máxima austeridad en lo administrativo, pero derrocha dinero en una innecesaria nueva refinería. Pemex no se ha reestructurado a fondo, no reduce personal, no busca nuevas alianzas, no aplica criterios proambientales, tiene pérdidas, su deuda sigue creciendo.
Hoy, los petroprecios repuntan, la industria global se recupera, pero Pemex sigue mal. Su último reporte refleja anomalías contables para fingir generación de flujo, anotando condensados del gas como petróleo crudo y las inyecciones de recursos fiscales como ingresos. No, Pemex no va bien.
López Obrador y su equipo en Pemex, encerrados en su ideología, no quieren ver que es casi la única gran compañía petrolera nacional que no busca abrirse a mejores opciones de financiamiento y asociación.
No quieren ver, por ejemplo, que Saudi Aramco, la compañía nacional de Arabia Saudita, levantó 29 mil millones de dólares de capital en 2019 en la mayor salida a Bolsa de Valores en la historia, en su búsqueda de inversionistas externos para asociaciones en operaciones políticamente menos sensibles y en gas, refinerías y campos menores. Aramco ahora manda la señal al mercado de que desea atraer 133 mil millones de dólares más de inversión externa en los próximos diez años, sin privatizar negocios medulares.
Pemex podría mirar a Petrochina, una filial estatal creada para obtener capital bursátil y convertida hoy en una de las mayores compañías petroleras del mundo. Petrochina ha demostrado que es posible lanzar una oferta pública inicial en un plazo muy corto. Pemex podría hacerlo todavía en este sexenio.
Petroleo Brasileiro (Petrobras) hizo algo similar años atrás, sin que el Estado renunciara al control sobre la empresa. Alcanzó a contar con activos, oficinas o representación en casi 30 países. Luego, su desempeño fue severamente perjudicado por gobiernos populistas, pero sobrevivió gracias a que su estructura financiera admitía capital bursátil.
Por cierto, en los años noventa, Petróleos de Venezuela (PDVSA) se fortaleció mediante asociaciones y aperturas, pero luego los gobiernos autoritarios de Chávez y Maduro destruyeron por completo a esa empresa nacional. No obstante, ahora parece que Maduro quiere cortejar el capital privado de nuevo.
López Obrador y su equipo no han frenado el deterioro heredado. Su fobia hacia la inversión privada y las asociaciones es irracional y retrógrada. Hoy, en vez de asumir un nacionalismo progresista, Pemex se mira al ombligo, casi no tiene aliados, desatiende incluso a sus contratistas.
Quizás exista todavía una oportunidad para rescatarlo emulando a otros países, pero lamentablemente sigue siendo un tabú hablar de esto en Palacio Nacional. Al no hacerlo, el riesgo es que Pemex acabe sufriendo una implosión, se colapse y no pueda atender ni siquiera el mercado interno. Este gobierno aún podría hacer algo bueno por Pemex y evitar un sexenio perdido, pero hace falta que el Presidente y sus consejeros abran sus ojos a otras opciones.
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Artículo publicado hoy en el periódico Reforma. Léalo en el periódico en esta liga.
David Shields es analista de la industria petrolera. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com