David Shields
El Presidente López Obrador y su gobierno no cesan de hablar de autosuficiencia energética, distribuidores abusivos, precios máximos del gas, Gas Bienestar, nuevas refinerías, un hipotético gasoducto transístmico, pero todo eso es como si fuera una cortina de humo para no atender problemas de fondo, históricos, de la política energética nacional.
Veamos el caso de la política de gas. México cuenta con cuantiosas reservas de gas, pero importa cerca del 70 por ciento de su consumo, tanto de gas natural como de gas LP. La producción de ambos va en picada desde hace 12 años. Gran parte de esas reservas está en cuencas del norte y noreste del país, como Burgos, Salinas y Tampico-Misantla, pero ya casi no se invierte allí para extraer gas.
Peor tantito, en el sureste, gran parte de la producción de Pemex se desperdicia mediante quema y venteo del gas a la atmósfera. De hecho, ese volumen desperdiciado en el sur es mayor a la producción total obtenida en el norte y noreste. El impacto ambiental de esas emisiones es gravísimo, porque el metano tiene un efecto invernadero potente, 22 veces mayor que las emisiones de bióxido de carbono (CO2). Se contribuye brutalmente al calentamiento del planeta.
Así, se pierden enormes volúmenes, no sólo de metano (al que le decimos “gas natural”), sino de las corrientes de mayor poder calorífico como propano y butano (que se conocen como gas LP), que cubrirían buena parte de la demanda industrial y residencial de gas en el país.
Además, históricamente se ha desperdiciado el gas LP en México al desarrollar su venta en tanques para calentar agua y cocinar, porque las autoridades y Pemex fueron lentos u omisos para promover infraestructura para transportar y distribuir gas natural. El gas LP debería usarse en actividades de mayor valor agregado, como la industria química.
¿Por qué desperdiciamos tanto el gas? Irónicamente, porque ha sido barato y así no lo hemos valorado. Por razones económicas, Pemex ha aplicado una política de desarrollo del petróleo y no del gas. Hace dos décadas, el precio del gas natural llegó a 14 dólares por millón de Btus; hoy, su precio es de 3.90 dólares por millón de Btus. Igualmente, teniendo en cuenta las devaluaciones del peso, hoy el gas LP es más barato que en épocas pasadas.
Pese a los errores de política energética implícitos en todo lo anterior, la razón por la que no hemos sufrido desabasto es que Estados Unidos cubre nuestros déficits y abastece el 70 por ciento de la demanda de energía del país a precios privilegiados en términos mundiales.
Obviamente, nada de lo antes mencionado se solucionará con topes al precio del gas o con Pemex empezando a vender gas al menudeo. Gas Bienestar será una empresa de poca rentabilidad y venderá gas LP importado. Entonces, ¿cuál autosuficiencia?
En busca de soluciones reales, habría que evaluar a detalle cuáles son las opciones para que el Estado o los particulares exploren y produzcan gas en el país, con mejores prácticas y sin quema de gas ni emisiones fugitivas. La evaluación debería determinar cómo, dónde y hasta qué punto México debe producir más gas, conciliando las necesidades sociales y del mercado con una política ambiental sensible al cambio climático. Por lo pronto, este gobierno, sin dar explicaciones, ha desalentado la opción de que Pemex o privados produzcan gas en el norte, ya sea con fracking o técnicas convencionales.
Argumentan los voceros oficiales que su nueva regulación energética busca corregir fallas en el mercado, prevenir conflictos sociales y que no se trata de un asunto normativo especializado y técnico. Pero las políticas deben empezar por atender los problemas de fondo y no deben carecer de una meticulosidad analítica que integre variables económicas, técnicas y ambientales, porque se da la impresión de que muchas decisiones recientes de política energética son improvisadas, impulsivas e incoherentes, y que terminarán abonando al desorden y siendo costosas y dañinas, más que benéficas.
Artículo publicado hoy en el periódico Reforma.
David Shields es analista de la industria energética. Su e-mail: david.shields@energiaadebate.com