La intromisión de ideales políticos no debe prevalecer sobre los socioeconómicos.
SEBASTIÁN GUZMÁN DÍAZ*
Salir de una zona de confort no es nada sencillo, requiere de iniciativa y sobre todo continuidad, más aún cuando ese cambio nos orilla a competir e identificar nuestras debilidades y capacidades para hacer frente a los retos.
Tal y como ocurrió en materia de telecomunicaciones, el sector energético también cambió en los últimos años. El sistema se rige bajo un modelo de competencia el cual en el papel signifi có un parteaguas y que en la práctica obtuvo resultados positivos signifi cativos. Sin embargo, sin aún alcanzar su mayor potencial, se presenta un abrupto quiebre en la continuidad y un cambio de política. El Estado fortalece nuevamente su rectoría y dominio en la industria.
Uno de los principales objetivos establecidos en la Reforma Energética en 2013 era promover estabilidad y disminución en los precios de electricidad para los usuarios, esto aunado a las metas de generación de energía a través de fuentes limpias, en donde México se comprometió en el ámbito internacional. Esto era fundamentado y alcanzable para el nuevo modelo de mercado por medio de las subastas eléctricas de largo plazo. Sin embargo, días después de asumir su cargo, el presidente López Obrador las suspendió, o como se dijo en su momento, fueron puestas “en revisión administrativa”.
Dichas subastas lograron disminuir los costos de generación y aumentar de forma considerable la generación renovable de energía, a partir del pragmático concepto de que “la mejor oferta gana”, todo esto bajo el lente de una entidad facultada y cuya autonomía permite establecer una igualdad de condiciones para los diferentes participantes desde la iniciativa privada (IP) y la misma CFE.
El esquema tenía como principal ventaja proporcionar a la CFE un agregado en cuanto a capacidad de generación de energía, siendo una de las áreas que demandaban una gran inversión para la conformación de dichos proyectos, capital que el Estado no poseía aunado a la deuda que dicha empresa acarreaba.
Es por ello, que fueron destinados los limitados recursos públicos al fortalecimiento de áreas como la transmisión y distribución, otorgadas para su manejo y de manera estratégica en su totalidad a la CFE, defi niendo así un modelo de desarrollo y oportunidad de negocio en ambos sentidos (público-privado).
A pesar de esto, dentro del los puntos derivados del Programa Nacional de Electricidad del nuevo gobierno, se pretende devolver, mediante un mayor margen presupuestal, la capacidad a CFE en aspectos en que la IP venía desarrollando un buen papel con el desarrollo de proyectos de generación que emplean tecnologías renovables y no a través de esquemas tradicionales, con un impacto ambiental adverso y un bajo crecimiento en el mix energético.
En el entredicho, es evidente que la principal apuesta del nuevo gobierno es ir por sistemas de generación de energía, incluso con el desarrollo de carboeléctricas, con el objetivo de disminuir su dependencia de recursos importados como el gas norteamericano, todo esto a costa de implicaciones medioambientales indeterminadas.
Con una postura rígida frente al sector privado, los mitos hacia el fracking, la carencia de visión y entendimiento del panorama mundial y una fi rme convicción de autosufi ciencia energética, México puede ser presa (una vez más) de las decisiones equívocas de sus gobernantes, generando un costo que trascenderá este sexenio y que las nuevas generaciones llevaremos sobre nuestros hombros muchos años más.
Inversiones y energía limpia
Las cifras derivadas de la Tercera Subasta Eléctrica de Largo Plazo mostraron una caída en los precios de generación del 38.54% (con relación a la Segunda Subasta). A lo largo de los tres ejercicios, dicho valor de venta por megawatt -hora (MWh) + CEL (Certifi cado de Energía Limpia) disminuyó, pasando de los US$47.78 en 2015 a US$33.40 para 2016 y fi nalmente alcanzar una mínima de US$20.57 en 2017.
Con un total de 15 proyectos, de los cuales 9 emplean sistemas de generación solar fotovoltaica y 5 eólica, se adquiere una capacidad de 7,451 MW de energía renovable, que representa un crecimiento considerable en su aportación a la matriz energética nacional del 11%, la cual a inicios del 2012 equivalía a menos del 4%. La tercera y última subasta signifi có un inversión de 2.4 mil millones de dólares, que en conjunto con el primer (2015) y segundo (2016) ejercicio representaron una aportación cercana a los 9 mil millones en capital para el desarrollo de sistemas renovables de energía en territorio nacional.
Las expectativas que rodeaban a la Cuarta Subasta Eléctrica, a realizarse a fi nales del 2018 eran muy prometedoras, así mismo lo mencionó Guillermo García Alcocer, Comisionado Presidente de la Comisión Reguladora de Energía (CRE) en su artículo “Subastas eléctricas, ¿quién da más energía limpia?” publicado en octubre pasado en el diario El Universal, en el que expone el interés de 34 empresas, que habían registrado 400 ofertas y se estimaba una inversión entre 4 y 5.2 mil millones de dólares.
El modelo de subastas ha permitido desarrollar precios competitivos de generación eléctrica, logrando superar las expectativas y posicionar de manera positiva a tecnologías que fomentan una transición realmente signifi cativa hacia el uso de recursos energéticos no convencionales.
Aunque la CRE asegura que se respetarán los compromisos adquiridos durante estos ejercicios, es imposible asegurarlo, ya que la displicencia que ha caracterizado la toma de decisiones del gobierno entrante ponen en tela de juicio e incertidumbre afi rmación alguna y el destino mismo del sector.
Redoblar esfuerzos
Las perspectivas de crecimiento de los últimos años han favorecido la incorporación de sistemas de generación de energías limpias. Las estimaciones proyectadas en el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico (PRODESEN 2018–2032) estiman durante dicho período una adición de generación eléctrica por medio de este tipo de tecnologías equivalente a 37 GW, en donde el 70% del total sería de energía solar fotovoltaica y eólica.
Sin embargo, considerando que la demanda de electricidad en México crecerá a un ritmo del 3.1% anual en los próximos años, es posible que la meta establecida a 2024 del 35% de generación de energía limpia no pueda conseguirse. Siendo así, es de vital importancia que la continuidad y compromiso por parte de los diferentes agentes del sector debe enfocarse en redoblar esfuerzos desde el ámbito académico, gubernamental y privado, construyendo un frente en común, por el bien del país.
Los siguientes dos años serán muy importantes con la entrada en operación de los proyectos otorgados en la tercera subasta. Es claro que la continuidad de este modelo será fundamental para afrontar los requerimientos energéticos que demandará México en un futuro.
En su reporte Estudio de Energías Limpias en México 2018–2032, el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) identifi ca las inversiones asociadas con el aumento en la capacidad de generación de energía limpia, con un aproximado esperado de 60 mil millones de dólares a una razón de 4 mil millones anuales, lo cual representaría el 67% de la inversión total requerida en esta materia en los próximos 15 años.
Desde la perspectiva internacional México es considerado uno de los países con mayor potencial de inversión en este ámbito, así lo defi ne la fi rma Ernest & Young (EY) en el Renewable Energy Country Attractiveness Index (RECAI), cuyo diagnostico posicionaba al país en 2015 en el lugar 20º y que en 2017 lo ubicaría en el 9º peldaño a nivel mundial, por encima de países economías como Reino Unido, Canadá, Brasil, Turquía y Marruecos.
Reflexión final
Hay aspectos que se pueden mejorar en los esquemas de promoción de las energías renovables. El Dr. Víctor F. Ramírez Cabrera, en su columna Los Guisantes de Mendel “Las subastas de energía eléctrica, breve revisión” para el diario 24 Horas Puebla, menciona que un planteamiento de subastas regionales similar al que países como Argentina han aplicado, permitiría que la viabilidad de los proyectos se incremente, fomentando, a su vez, que los diferentes niveles de gobierno municipal, estatal y federal se involucren y emprendan acciones conjuntas que atiendan zonas mas allá de las consideradas como mayores consumidoras de energía.
En vísperas de la COP24 celebrada en Katowice, Polonia, México ratifi có su compromiso con el combate al cambio climático frente a la comunidad internacional, un hecho que tendría que demostrar con lineamientos concretos, cuya planifi cación por parte de los nuevos coordinadores y sus respectivos equipos de trabajo en la Secretaría de Energía (Sener) deberá ser de total responsabilidad y sin la intromisión de intereses e ideales políticos sobre los socioeconómicos. Los objetivos alcanzados por la administración anterior en esta materia, fueron destacados; el estándar es alto. El modelo ha funcionado y el poder político no nos debe cegar. Primero, las energías limpias.
*Ingeniero en Energías Renovables por el Instituto de Energías Renovables de la UNAM. Estudiante de Maestría en Administración y
Dirección de Empresas de la Universidad Internacional Iberoamericana de México. Socio de la Asociación Nacional de Energía Solar, A.C.