El gran antídoto para la inversión es la desconfianza. La reforma que propuso el presidente para el sector eléctrico, aun sin aprobarse, ya tiene un éxito para quienes la propusieron, pues nadie en sus cinco sentidos pensará en invertir en México. Si querían ahuyentar la inversión, lo lograron. Al menos ninguna empresa seria, de esas que hacen inversiones que nos convienen a todos los mexicanos, invertirá en el país de aquí a 2024. No faltará el empresario acostumbrado a negociar en lo oscurito, amigo del político, que quiere hacer negocios con el director de CFE. Pero ese es el tipo de inversiones que no le convienen al país en su conjunto, es el capitalismo de cuates que busca además el control político de la economía y termina en desastres.
El asunto es que muchos negocios se frenan y algunas inversiones, ya realizadas, tienden a revisarse. La incertidumbre, aunque parezca obvio, buscará elementos que generen certidumbre, ya sean recursos legales, discursos políticos o también los recursos tecnológicos. Y esto es lo que ha sucedido.
Varios usuarios de generación distribuida se han acercado a los vendedores en busca de asegurar el retorno de su inversión, lo que hizo que un producto que esperaba su popularización en algunos años empiece a ser considerado por los usuarios. Y me refiero a las baterías.
Sobre todo en el norte del país, en zonas de alto ingreso, quienes optaron por paneles solares hace algún tiempo buscan ahora la instalación de baterías y es que, de concretarse los peores pronósticos de reforma, la generación distribuida estaría en duda o monopolizada. Aguas, solo hablamos del peor pronóstico, pues el propio gobierno ha dicho que la generación distribuida continuaría aun aprobada la iniciativa.
Entonces, ante la desagradable opción de regresar a consumir con CFE a una tarifa altísima, es mejor buscar las opciones que cada vez bajan más de precio de almacenamiento de energía.
Los sistemas ya instalados buscarían –cosa curiosa– sacar al usuario del esquema de CFE, cuando la reforma lo que busca es que CFE se pueda quedar con todo el mercado.
“Entonces, ante la desagradable opción de regresar a consumir con CFE a una tarifa altísima, es mejor buscar las opciones que cada vez bajan más de precio de almacenamiento de energía”.
¿Quiénes buscarían primero desconectarse de CFE? Los que pagan más por la energía, esos 320 mil usuarios que pagan por arriba de 5 pesos por kWh, los más rentables para CFE y para la hacienda pública, esa minúscula población que en efecto paga energía más cara pero no por razones de mercado, sino por una decisión de hacienda.
¿Qué es lo que puede suceder en el mediano plazo?
Pues fácil, los costos de CFE, bajo el esquema de la reforma, tenderán a subir, pues en lugar de prever modernizar la capacidad de generación, busca mantener en operación lo que ya se tiene, bajo la falsa hipótesis de que “ya está amortizado” y baja costos. La tendencia irá incrementando los riesgos operativos, además de los costos del sistema en su conjunto.
Al tiempo que eso sucede, el desarrollo tecnológico permite tener cada vez baterías con mayor capacidad, menor costo, menores necesidades de mantenimiento, mayor vida útil y en general mejor desempeño.
Y entonces vale la pena invertir para garantizar continuidad en el servicio en los hogares, primero, y los negocios después, además de estabilidad de precios. O sea, desconectarse de la red permanentemente o poder tener energía aunque la red administrada por CFE falle de forma esporádica pero cada vez más común.
Pero esta proyección no es teórica. Los inversores híbridos para trabajar conectados a la red y con soporte de baterías crecieron en el ultimo bimestre, aunque ya desde inicios del año empezaron a ofrecerse más. La oferta tecnológica es mayor, se acrecienta año con año, al ritmo que también lo hacen los problemas en la red y los costos de la misma. Tan solo en el ultimo bimestre la tarifa DAC creció alrededor de 10%.
Los apagones en el norte del país son cada vez más comunes, orillando a los usuarios a instalar baterías, sumadas a los sistemas fotovoltaicos con que ya contaban. El tiro de la reforma puede salir por la culata, aunque en sistemas pequeños y de poco a poco pero perdiendo los mejores clientes respecto a precio de energía.
Y bajo estas condiciones –y lo improbable que es que la situación del sistema mejore dada la política energética (con o sin reforma)– la industria también irá buscando mejorar sus condiciones, buscando desconectarse y perdiendo CFE, ahora sí con tendencia a desaparecer.
Pero, aguas, como en todo, hay que tener cuidado pues el almacenamiento puede también acarrear problemas tecnológicos, basura tecnológica y, por lo tanto, hay que tomar provisiones. De eso hablaremos la semana siguiente.
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