Ramsés Pech* / Energía a Debate
La energía no es de México, no es un asunto de ideología y nacionalismo, sino que es para ser usada por México para el crecimiento económico y para beneficio de su sociedad ante los cambios en las formas de vida y la creciente electrificación de éstas.
Tomando como referencia lo dicho por S&P Global Ratings en su reporte del 1 de marzo del año en curso: ”el cambio en las políticas públicas dirigido a reducir la participación de la iniciativa privada en el sector energético (en el actual gobierno), aunado a otros eventos que han disminuido la confianza de los inversionistas, podría aumentar los pasivos contingentes del soberano y reducir el crecimiento económico”.
En cuanto a la inversión en el sector energético, el dinero para cualquier proyecto debe provenir de un presupuesto público (deuda o impuestos) o de entes privados (quienes asumen el riesgo) para su realización.
- La inversión pública es la que está ligada a un presupuesto que proviene de un ingreso que la administración de una Nación determina para satisfacer proyectos de extracción de materias primas, infraestructura, transformación y comercialización. Los países desarrollados no suelen destinar inversión pública a este propósito, dejando el riesgo a privados y recaudando derechos/impuestos.
- La inversión privada, basada en el análisis de un mercado de una nación o región, dependerá del monto que las empresas invierten de acuerdo con las condiciones políticas, financieras, sociales y, ahora en el siglo XXI, de las percepciones que tenga de acuerdo con indicadores financieros, certificaciones o calificaciones. Requiere tener un retorno de la inversión en un periodo de empodeterminado, manteniendo el proyecto en el largo plazo y habiendo libre intercambio de precios y competencia.
Según el Banco de México, la percepción del sector privado hoy día en México indica que “los principales riesgos para el crecimiento económico son: incertidumbre política interna; problemas de inseguridad pública; falta de estado de derecho; incertidumbre sobre la situación económica interna; debilidad del mercado externo y la economía mundial; plataforma de producción petrolera y elevado costo de financiamiento interno”.
El éxito de los proyectos energé cos depende de la implementación continua de tecnología en función de la capacidad económica para poder lograr objetivos específicos. Un país que no produce su propia tecnología energética dependerá de la disponibilidad de la energía en el mercado mundial.
Algunos cuestionamientos que debemos realizar, son éstos:
- ¿Existe hoy día, y en el futuro mexicano, el suficiente dinero presupuestal a dar a las Empresas Productivas del Estado para satisfacer el total de la demanda energética?
- ¿Es necesario que las empresas del Estado tomen el riesgo total de inversión, técnica y opera va del mercado energético o deberán administrarse en función de cada proyecto ligado al dinero disponible que enfatice un retorno de la inversión al Estado y sociedad?
- ¿El mercado energético requiere de reguladores, comisiones y entidades que ayuden a mejorar la participación y circulación de las inversiones con el fin de tener acceso a energías baratas y eficientes de largo plazo?
Las respuestas deben ser obvias. Si el mercado es dominado o controlado por la inversión pública, puede propiciar la corrupción, porque una sola empresa controlaría la forma de contratar y eso conllevaría a compadrazgos. La inversión se usa para crecer, no para definir quién es bueno o malo. El dinero no conoce ideologías, sino que reconoce mercado y se mantiene en el país cuando hay condiciones propicias para invertir en el largo plazo.
¿Por qué discutimos desde un punto de vista ideológico, si la energía y el dinero no conocen de ideología? Mejor adaptémonos a los cambios energéticos con base a una interacción continua con el mercado mundial, identificando oportunidades con un plan nacional conforme al crecimiento de la demanda energética del país.
*Ingeniero y Master of Business Administration (pech.ramses@Yahoo.com.mx)