La velocidad política frente al tiempo físico
América Latina vive una nueva oleada de planeación energética centralizada. Ministerios, agencias y comisiones anuncian convocatorias prioritarias para la autorización de generación eléctrica y la interconexión al sistema, con plazos comprimidos, plataformas digitales y discursos de inmediatez. Pero en el terreno real, el de la construcción física, la obra civil, el transporte y la red eléctrica, se mueve otro reloj: el de la ingeniería, la logística y la infraestructura pesada.
El entusiasmo por la digitalización administrativa está generando una ilusión peligrosa: creer que una resolución de permiso puede sustituir el tiempo que toma fabricar un transformador, construir una subestación o conectar una línea de alta tensión. Y en materia energética, eso no ocurre ni en los mejores escenarios.
La autorización no garantiza la operación
Desde Chile hasta México, los procesos de autorización han mejorado en eficiencia digital, pero los plazos técnicos siguen siendo los mismos. Un documento firmado no enciende una turbina; apenas abre la puerta a una cadena de decisiones que incluyen financiamiento, permisos ambientales, fabricación, importación, obra civil, pruebas y sincronización. Todo ello puede tardar años.
La distancia entre el acto administrativo y la entrada en operación sigue siendo el gran punto ciego de la planeación regional. Si no se reconoce, los gobiernos corren el riesgo de presentar calendarios imposibles y cosechar frustración real.
“La distancia entre el acto administrativo y la entrada en operación sigue siendo el gran punto ciego de la planeación regional”.
Los tiempos reales de la ingeniería
A continuación se presenta un análisis técnico realista, no político, de los plazos necesarios desde la autorización hasta la puesta en servicio comercial.

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Estos plazos incluyen factores inevitables: importación de equipos (paneles, baterías, turbinas, transformadores), transporte internacional, logística aduanera, construcción de subestaciones y líneas de transmisión, además de las pruebas de sincronización con el operador del sistema. Incluso en el mejor escenario, solo los proyectos más modulares, como los de baterías o fotovoltaicos pequeños, podrían desplegarse en menos de un año. El resto sigue trabajando con el calendario de la ingeniería.
Un cronograma que haría enloquecer a cualquier project manager
Un cronograma que haría enloquecer a cualquier project manager.
Cuando los plazos técnicos se sustituyen por cronogramas administrativos, las consecuencias se acumulan: proyectos que aparecen en lista de “en operación” pero no inyectan energía; inversiones que pierden confianza; y programas nacionales que se convierten en catálogos de intención. Ningún gestor de proyecto podría hacer coincidir en un mismo diagrama de Gantt los tiempos políticos y los tiempos físicos de la ingeniería. El problema no está en la planeación logística, sino en su desconexión del tiempo real.
El patrón regional: planificar más rápido de lo que se construye
América Latina entera parece atrapada en la paradoja de su propio entusiasmo: planifica más rápido de lo que construye. El patrón se repite con matices en Chile, Argentina, Brasil, Colombia, Perú y, más recientemente, México.
Los tiempos invisibles de la infraestructura
Solamente por citar un ejemplo: dentro de cualquier proyecto eléctrico, hay equipos cuya fabricación y entrega marcan la ruta crítica. Uno de ellos es el transformador de potencia, elemento esencial en la interconexión de una planta o parque industrial.
Un equipo de aproximadamente 20 MVA puede requerir entre 500 y 600 días para completarse, considerando diseño, fabricación, pruebas, transporte e instalación. No se trata de un equipo disponible en inventario, sino de un componente que se fabrica bajo pedido, con especificaciones únicas.
Ese plazo no es una excepción, sino una muestra del ritmo real con el que avanza la ingeniería pesada. Durante los dos últimos años, distintos informes de la industria han documentado plazos de fabricación de entre 12 y 24 meses como estándar y, en mercados saturados, de hasta 2 a 4 años.
En la práctica, lo que retrasa la puesta en marcha no es un equipo en particular, sino la suma de procesos interdependientes: permisos, suministro de materiales, construcción civil, obras de refuerzo y sincronización con la red. La obra y la cadena de suministro no obedecen decretos; obedecen tiempos de ingeniería.
La ingeniería no obedece discursos
La apuesta administrativa por permisos rápidos y plataformas digitales es legítima y necesaria. Pero la transformación energética real no se cumplirá en el calendario político; se cumplirá cuando lo que se autorice pueda fabricarse, conectarse y energizarse en terreno. Y eso no depende de la firma ni del boletín, sino del acero, el cobre y el concreto, que siguen siendo los verdaderos relojes.

*/ Dr. Jesús Pámanes Es ingeniero eléctrico especializado en la operación y estabilidad de sistemas de potencia. Inició su trayectoria en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y más tarde en el Centro Nacional de Control de Energía (CENACE), donde fue director y creó el sistema de capacitación virtual, primero como Campus Virtual en CFE y posteriormente como Universidad Corporativa del organismo ya independiente. Actualmente lidera Pámanes Consulting, firma dedicada a soluciones energéticas para la industria y el sector eléctrico. Es autor de libros sobre liderazgo y educación técnica, y promotor de la innovación en el sector energético.
LinkedIn: Jesús Pámanes Sieres
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