El pasado viernes 24 de septiembre cientos de miles de jóvenes salieron a las calles y tomaron las redes sociales en la Huelga Global por el Clima. Entre testimonios, slogans y mucha creatividad exigieron a los gobiernos del mundo tomar acción climática para proteger su futuro. La mayoría, como yo, ha puesto atención en cómo se ha desenvuelto la crisis climática en este último año: la esperanza, durante la pandemia, al ver al mundo y los impactos negativos sobre éste detenerse unos meses; seguido de los incendios, inundaciones, huracanes y demás catástrofes que disminuyeron esa esperanza y la remplazaron con un golpe de realidad, recordándonos que la crisis climática ya está aquí y la inacción, o incluso negación, de los gobiernos de todo el mundo tras estos eventos.
De acuerdo con el último Informe Sobre la Brecha de Emisiones (UNEP, 2020), aun cuando los países cumplieran con las Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional –los acuerdos internacionales que cada país se impuso para frenar el cambio climático y que actualmente están empolvándose en algún cajón– el incremento de la temperatura no se frenará a los 1.5 °C como lo marca el Acuerdo de Paris, sino que aumentará hasta 3.2 °C para finales del siglo. Los impactos de este calentamiento pueden ser catastróficos para todo el mundo, pero sobre todo para países especialmente vulnerables al cambio climático como México.
Sabiendo estas cifras, esperaríamos que nuestro gobierno federal y gobiernos estatales tomaran acción inmediata. Los procesos necesarios para mantenernos dentro de 1.5 °C ya los conocemos y son tecnológica y económicamente factibles. Se encuentran en la descarbonización, el proceso de reducir y eventualmente eliminar nuestras emisiones de dióxido de carbono y otros gases de efecto invernadero para limitar el aumento de la temperatura. Para lograrla, tenemos que transicionar a energías renovables, invertir en movilidad baja en carbono, como la infraestructura ciclista y el transporte público masivo, regular los cambios de uso de suelo, limitar el crecimiento urbano y proteger nuestras áreas verdes. Estas acciones también mejorarán la calidad de vida en las ciudades, mejorarán nuestra salud y nos ayudarán a crear comunidades más resistentes a los eventos climáticos que ya estamos viviendo. ¿Por qué, entonces, seguimos invirtiendo en PEMEX y apostándole a los combustibles fósiles?
“¿Por qué, entonces, seguimos invirtiendo en PEMEX y apostándole a los combustibles fósiles?”
Conforme más catástrofes naturales suframos, más grande se volverá la paradoja de negación climática de nuestro presidente. Pero ante esta falta de liderazgo a nivel federal, mi mirada está en entidades que sí responden a las llamadas de sus juventudes: las ciudades.
Con quince nuevas gubernaturas y casi dos mil nuevos alcaldes tomando posesión en las próximas semanas, los gobiernos locales de todo México pueden tomar la batuta de acción climática ambiciosa que la presente administración federal dejó olvidada hace algunos años.
Tenemos todas las herramientas necesarias, solo nos falta actuar. Nuestro futuro depende de ello.
UNEP DTY Partnership. (2020). Informe sobre la Brecha de Emisiones 2020. https://www.unep.org/es/emissions-gap-report-2020