Este viernes se cumple un año del inicio de la invasión rusa a Ucrania, y todavía no se ve una pronta resolución al conflicto. Las consecuencias de la guerra han abarcado distintos frentes, pero en materia energética, a largo plazo el conflicto bélico podría ser un factor que acelere la descarbonización de la economía, de acuerdo con un estudio realizado por la consultora internacional, Mckinsey.
El estudio La transición hacia el net zero tras la guerra en Ucrania: ¿un desvío, un descarrilamiento o un camino diferente?, señala que en este punto la guerra complicará el camino a la transición en el corto plazo; sin embargo, con el paso del tiempo la lógica de respaldar la seguridad energética y la economía, podrían converger para acelerar los esfuerzos hacia la descarbonización.
Un incremento en la velocidad para estimular la eficiencia energética y adoptar la energía renovable podría conducir a las tecnologías a reducir sus curvas de costos a un paso más acelerado.
La consultora señala que siempre que existe un conflicto bélico de magnitud considerable, este se convierte en un revulsivo para las transiciones energéticas.
Mckinsey recordó que las guerras navales del siglo XIX aceleraron el cambio de los barcos de viento a los de carbón. La Primera Guerra Mundial provocó un cambio del carbón al petróleo. La Segunda Guerra Mundial introdujo la energía nuclear como una de las principales fuentes de energía.
Para los especialistas de Mckinsey, la guerra en Ucrania es diferente en el sentido de que no está impulsando la innovación energética en sí misma, sino que hace más clara su necesidad. “Aún así, el impacto potencial podría ser igualmente transformador”.
Antes de la guerra
El estudio refiere que antes de la invasión, a pesar de la creciente ola de compromisos de los sectores público y privado hechos en 2021, el mundo no estaba en el camino para lograr cero emisiones netas de gases de efecto invernadero para 2050.
“Además, la mayoría de estos compromisos aún no estaban respaldados por los recursos financieros y los planes de ejecución requeridos”, detalla.
Para alcanzar la transición se requieren tres componentes físicos: la innovación tecnológica, la creación de cadenas de suministro que permitan el despliegue de nuevas tecnologías y la disponibilidad de los recursos naturales clave necesarios.
En el corto plazo, dice la consultora, es probable que la innovación tecnológica se acelere a medida que las partes afectadas por el aumento de los insumos de energía o materias primas busquen sustitutos más económicos o vean más la importancia de las medidas de compensación, como la captura de carbono.
“De hecho, desde que comenzó la guerra ha tenido lugar una entrada sustancial de capital en fondos de energía renovable, revirtiendo una tendencia a la baja de varios meses”.
Sin embargo, el impacto dominante en la proveeduría de componentes físicos sería negativo y provendría de un acceso reducido a recursos naturales clave.
Estos materiales son fundamentales para el desarrollo de turbinas eólicas y marinas, así como paneles fotovoltaicos, vehículos eléctricos y baterías.
“La escasez provocada por la guerra en Ucrania se superpondría a una cadena de suministro de energías renovables que ya estaba bajo presión, lo que hizo que los contratos a largo plazo para la generación eólica y solar aumentaran 19 y 12 por ciento, respectivamente, durante el año pasado”.
Sin embargo, los bajos costos de generación, pueden compensar en el largo plazo los gastos de capital únicos, lo que representaría una menor afectación que los aumentos sostenidos en los precios de los combustibles fósiles.
A largo plazo
El impacto en el tiempo de la guerra, de acuerdo con la perspectiva de Mckinsey, podría resultar en un punto de inflexión positivo si los líderes actúan con visión de futuro y si cuentan con el apoyo de un mandato popular cada vez mayor para hacerlo.
Para alcanzar este futuro, hay dos factores a considerar: el primero de ellos es que el alcance de la guerra en Ucrania permanece contenido y no se amplíe.
El segundo factor es que acelerar la transición posterior al conflicto solo sería posible con el compromiso suficiente de los líderes de los sectores público, privado y social para reconocer que las inversiones en energías renovables, la eficiencia energética y la descarbonización no son causas del aumento de los precios de la energía ni de la inseguridad, sino soluciones a esos problemas.
Para corregir cuestiones como el desabasto o el aumento de precios en las cadenas de valor de las energías renovables, es necesario realizar inversiones para expandir y asegurar el suministro de minerales clave, lo que no solo tendrá beneficios para la velocidad de transición futura, sino también para reducir los costos de otros bienes de consumo comunes, particularmente los electrónicos, que requieren las mismas entradas.
Además, las preocupaciones sobre la seguridad energética podrían impulsar la inversión en eficiencia energética y energías renovables como una herramienta clave para la independencia energética y la gestión de precios.