A raíz de la invasión rusa a Ucrania el mundo parece estar en un punto de inflexión. La aceleración de la desglobalización ha tomado por sorpresa a muchos líderes políticos, empresariales y mundiales. Los países están reconsiderando casi todos los aspectos de sus políticas exteriores, incluido el comercio, inmigración y gastos en defensa. Estos cambios dramáticos han eclipsado otra profunda transformación que viene ocurriendo en el sistema energético global.
Pocos observadores y analistas han apreciado que los gobiernos en general están jugando un rol muy activo, impulsando el nacionalismo económico y participando cada día más en el tema energético a una escala no vista en la memoria reciente. Los gobiernos están reconociendo la necesidad de desempeñar un papel más expansivo, desde construir infraestructura de combustibles fósiles, hasta influir en la gestión de las empresas privadas que compran y venden energía, buscando limitar las emisiones a través de los precios del carbono, regulaciones, subsidios, mandatos y estándares. No obstante, en lo concerniente a soberanía y seguridad energéticas, la intervención de los gobiernos es importante si se gestiona correctamente, impulsando el crecimiento de los sistemas de producción y tomando medidas en la prevención de los efectos del cambio climático.
La historia nos enseña algunas experiencias difíciles vividas con las intervenciones de los gobiernos durante periodos de crisis energética. Una de ellas fue la decisión del presidente Dwight Eisenhower de los Estados Unidos, en el año 1959, cuando estableció cuotas sobre las importaciones de petróleo para proteger a los productores estadounidenses, permitiéndoles aumentar la oferta a lo largo de la década de 1960, olvidándose del impacto en el aumento de los costos a los consumidores.
La aparición de la OPEP en 1960 es otro hito importante en experiencias de intervenciones gubernamentales. Esta organización, la cual cuenta con la participación de la mayoría de los países productores de petróleo, liderada por las naciones árabes, desde su fundación ha logrado equilibrar y controlar el mercado y los precios, permitiendo una mayor actividad de los países en el mercado, logrando romper el cartel de los años 50, el cual era controlado por las denominadas “siete hermanas”, comandadas por empresas americanas y angloholandesas.
“El momento geopolítico que vivimos, desestabilizado por la guerra de Rusia y Ucrania, logró romper los equilibrios de la oferta y la demanda…”
El momento geopolítico que vivimos, desestabilizado por la guerra de Rusia y Ucrania, logró romper los equilibrios de la oferta y la demanda, creando una conmoción en Europa que, con la llegada del invierno, tendrá un efecto catastrófico en la población. El no contar con gas suficiente para satisfacer la demanda de la calefacción en hogares y fábricas, y de gasolina para los vehículos, detonará una oleada de escasez que afectará la producción de bienes y servicios, generando el efecto inflacionario que ya estamos viviendo y que impacta las economías de todos los países.
Recientemente tuvo lugar la reunión del grupo OPEP+, cuya decisión de reducir su producción total en 2.0 millones de barriles por día agregó otro hecho que tendrá impacto en el tema de los precios y la oferta. Solamente en las semanas recientes, los precios del crudo avanzaron dramáticamente buscando superar los 90 dólares el barril, lo cual, en opinión de los expertos, tiene el propósito de respaldar los presupuestos del año fiscal 2023 de varios de los países miembros, siendo esto un claro ejemplo de intervención gubernamental.
México no escapa tampoco de estas realidades y la administración actual ha mantenido su intervención gubernamental, empoderando a sus dos empresas nacionales, limitando la participación de empresas privadas internacionales y, en algunos casos, suspendiendo contratos existentes y reconocidos por el Estado.
Como reflexión final reconocemos que, en muchos casos, la intervención gubernamental ha jugado un rol positivo, pero también ha influido en el desarrollo de crisis internas y externas en otros; de allí la importancia de la ponderación en la toma de decisiones y la revisión estricta de cada situación que se presente, pues generalizar no necesariamente es la mejor decisión para la economía de los países.
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