A partir del 1 de octubre próximo México se sumará a la lista de países que han sido gobernados bajo la mano de una mujer.
Así, el nombre de Claudia Sheinbaum Pardo, quien estará al frente del Poder Ejecutivo federal en el periodo 2024-2030, pasará a la historia junto con el de otras, como Margaret Tatcher, primera ministra de Reino Unido; Angela Merkel, canciller de Alemania; Indira Gandhi, primera ministra de la India; Michelle Bachelet, presidenta de Chile, incluyendo mujeres de izquierda, como Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina, y Dilma Rousseff, presidenta de Brasil.
Todas ellas, y varias más, han llevado la política y la economía de sus países acorde con su visión de nación y en el contexto local, regional y global en el que se han circunscrito. El tema energético por supuesto no es la excepción.
En este sentido, les presentamos una revisión general de las políticas y acciones que llevaron a cabo algunas mujeres lideresas de Estado en materia de energía, energía renovable, cambio climático e inversiones. Son siete, presentadas de forma meramente aleatoria sin ningún tipo de jerarquización.
Angela Merkel, canciller de Alemania (2005-2021)
Su administración se caracterizó por dos factores principales. En primer lugar, enfocó su política energética hacia la transición a energías limpias mediante el llamado Energiewende, traducido precisamente como “transición energética”. Esta política impulsaba las energías renovables, principalmente la eólica, la nuclear y la solar. Sin embargo, después del accidente de la central nucleoeléctrica de Fukushima, Japón, en 2010, Merkel cambió de parecer con respecto a esta tecnología y promovió el desmantelamiento de al menos 19 plantas alemanas.
Para compensar la reducción de generación eléctrica nuclear, dio mayor auge a las otras dos, llegando a 2022 con una participación conjunta de 46 por ciento de la canasta energética alemana.
El segundo factor que caracterizó su mandato fue la promoción y aumento de la dependencia de su país del gas natural proveniente de Rusia, por lo que se construyó el segundo gasoducto Nord Stream II, como una de las medidas para dejar de depender de los combustibles fósiles. A la postre, esta dependencia se convertiría en un problema de seguridad energética luego de la invasión rusa a Ucrania en febrero de 2022. Merkel ha dicho recientemente no arrepentirse de su decisión porque, en su momento, ayudó a Alemania a reducir sus emisiones.
Por otra parte, férrea creyente en la participación privada, la ex canciller fomentó esta inversión en proyectos renovables otorgando subsidios y otros beneficios, además de proyectos de infraestructura y para la agenda digital alemana.
Respecto a su postura frente al cambio climático, defendió toda iniciativa que ayudara a reducir este riesgo, pero siempre estuvo consciente de que Alemania no podía reducir su dependencia del carbón y otros combustibles fósiles para la generación eléctrica. Actualmente, estos energéticos representan alrededor de 40 por ciento del mix energético. De forma particular, encontró obstáculos para el cierre de carboeléctricas principalmente por la oposición de los sindicatos de la industria y por otros temas políticos.
Cristina Fernández de Kirchner, presidenta de Argentina (2007-2015)
Esposa del mandatario inmediato anterior, Néstor Kirchner, Cristina Fernández implementó una política intensa para volver a elevar la producción de gas natural de Argentina y entre las acciones que llevó a cabo fue nacionalizar la participación de 51 por ciento que tenía la empresa española Repsol sobre la compañía estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales (YPF). Lo anterior, como respuesta a lo que se llamó el “vaciamiento”, supuesta práctica llevada a cabo por los directivos de Repsol de no reinvertir los recursos generados por la empresa, lo que llevó a su deterioro financiero y operativo.
La nacionalización de las acciones de la firma europea tuvo un impacto mixto en la comunidad inversionista, la cual había sido animada al inicio de la administración a invertir en sectores estratégicos, predominantemente el energético. Pero, en un afán de recuperar la soberanía en este renglón, Fernández impuso restricciones regulatorias a las inversiones privadas.
Néstor Kirchner y su sucesora, además, habían heredado de administraciones anteriores un conflicto con el vecino país de Chile, al cual Argentina suministraba gas, pero el abasto se había interrumpido por los problemas operativos y financieros de YPF-Repsol, algo con lo que la mandataria tenía que lidiar.
En un ambiente de creciente inflación y control cambiario, la presidenta argentina comenzó a flexibilizar su postura y otorgó estímulos fiscales a quienes pusieran su capital para el desarrollo de las industrias del petróleo y gas.
De hecho, a Fernández de Kirchner se le conoce como la presidenta que abrió la puerta para la exploración y extracción de hidrocarburos en el mega yacimiento no convencional de Vaca Muerta, al oeste del país. En solo cuatro años, de 2011 a 2015, el número de etapas de fracking se disparó con la participación de empresas privadas, principalmente Chevron.
En materia eléctrica, implementó subsidios a la electricidad para mantener precios bajos, aunque esto llevó a un aumento del consumo y déficit energético. Dio continuidad a las obras de infraestructura en transmisión eléctrica, alcanzando más de 5 mil kilómetros tendidos en ambas administraciones.
Con todo, Cristina Fernández abiertamente se ha pronunciado, y aún lo sigue haciendo, en contra de la apertura del sector a las inversiones privadas, bajo el argumento de que las tarifas eléctricas son elevadas, principalmente porque los contratos de generación son en dólares.
En infraestructura instaló dos nuevas turbinas en la central Vuelta de Obligado, una instalación de más de 100 MW construida a finales de la década de los 1950. También inauguró la central nuclear Atucha II e inició varios proyectos de energía eólica y solar, aunque a menor escala comparado con otros países. El más destacado fue el parque eólico Rawson I y II de 74.4 MW.
Continuó con la política de la producción de los biocombustibles para consumo interno y para exportación.
Bajo su mandato, Argentina firmó el Acuerdo de París, comprometiéndose a reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. En diversas ocasiones Fernández se pronunció en contra de que, en el combate al cambio climático y sus consecuencias, sean los países con menor desarrollo los que paguen el pasivo climático.
Sheikh Hasina, primera ministra de Bangladesh (2009 a la fecha)
En un escenario en que Bangladesh no es autosuficiente en materia de energía y es la séptima nación más vulnerable ante el cambio climático, Sheikh Hasina ha buscado desesperadamente inversiones para desarrollar proyectos energéticos tanto de hidrocarburos, como renovables, además de mover consciencias en foros internacionales para combatir de forma efectiva el calentamiento global.
Bangladesh importa gran parte del gas natural que necesita para su consumo industrial y para generar electricidad, pero los suministros se han complicado a partir de la guerra entre Rusia y Ucrania. Igualmente, para la producción eléctrica con base en carbón depende de las importaciones del mineral. De hecho, en 2022 Hasina inauguró la central carboeléctrica de Payra que ha presentado paros por fallas en la importación de su materia prima.
En este contexto, la primera ministra ha promovido asociaciones público-privadas para expandir la infraestructura energética. Principalmente ha salido a buscar financiamientos para proyectos tanto en hidrocarburos, como petróleo, gas y combustibles, como para energía renovable. Destacan financiamientos provenientes de Arabia Saudita, pero también ha abierto la puerta a la Unión Europea y Emiratos Árabes Unidos, entre otros. La inversión privada es fundamental para su gobierno.
Recientemente anunció la construcción de un oleoducto transfronterizo con India de 131.5 km para la importación de petróleo.
Respecto a las renovables, elaboró y dio a conocer un Plan Maestro Integrado de Energía y Electricidad que plantea alcanzar 40 por ciento de la generación eléctrica de fuentes renovables para 2050 y que incluye el hidrógeno verde y el amoniaco, además de implementar programas de eficiencia energética.
Sheikh Hasina ha sido una voz prominente en la lucha contra el cambio climático, ya que aboga por la justicia climática para los países vulnerables. Bangladesh ha sufrido inundaciones por desbordamientos de ríos, principalmente el Padma, que es el último tramo del río Ganges antes de desembocar en el golfo de Bengala. Se ha pronunciado asimismo por la urgencia del flujo de financiamiento climático para las economías emergentes.
Michelle Bachelet, presidenta de Chile (2006-2010 y 2014-2018)
En sus dos periodos el frente de Chile, Michelle Bachelet hizo de la energía renovable una de sus principales banderas, incluso propició el desarrollo del proyecto geotérmico Central Cerro Pabellón a partir de la energía de los volcanes que componen la cordillera andina, con una producción de 340 GWh. Este es el proyecto geotérmico más alto del mundo.
A finales de su segundo mandato, Chile, junto con México y Brasil, lideraban las energías limpias en la región de América Latina. Desde su primer periodo, ya había planteado el desarrollo de energías alternativas –como eólica, biomasa o hidráulica de pequeña escala– y programas de eficiencia energética, justo para compensar la caída del suministro de gas por parte de Argentina. Por este mismo motivo, desarrolló centrales térmicas, principalmente de carbón. Aunado a ello, posicionó a Chile como el cuarto país más atractivo para invertir en renovables.
En diciembre de 2017, Bachelet fue nombrada Campeona de la Tierra, un reconocimiento de las Naciones Unidas por haber designado vastas extensiones marítimas como Áreas Marítimas Protegidas (AMP) y el desarrollo de energías renovables, además de parques nacionales en el territorio chileno.
En el sector eléctrico, promovió la interconexión y la diversificación de fuentes de generación. En su segundo mandato logró la interconexión del Sistema Interconectado Central (SIC) y el Sistema Interconectado del Norte Grande (SING), lo que permitió el desahogo y venta de la energía solar producida en el norte del país hacia las demás regiones. Con ello, además, quedaría cubierta hasta el 97 por ciento de la población del país.
Igualmente, Bachelet impulsó la integración eléctrica con su vecino Ecuador mediante la Declaración Conjunta de Santa Cruz, que incluía cooperación en infraestructura, regulación y el intercambio de energía renovable.
Fue promotora de las inversiones privadas en todos los ámbitos, incluso suscribió cooperaciones con otros países, como Estados Unidos y China, para atraer el mayor monto de inversiones.
Jacinda Ardern, primera ministra de Nueva Zelanda (2017-2023)
En los seis años de su mandato, la política energética de Jacinda Ardern se concentró casi exclusivamente en la reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) y en la descarbonización de la economía y el sector energético neozelandés.
Ardern causó polémica al llevar a cabo una medida considerada por demás radical. En 2018, la primera ministra impuso una prohibición a nuevas exploraciones de petróleo y gas offshore como paso hacia la transición a una economía cero emisiones de carbono.
En 2020 declaró a Nueva Zelanda en emergencia climática, sumándose así a otras 30 naciones que lo habían hecho desde un año antes. México no lo ha hecho, aun cuando está considerado como uno de los primeros países más afectados por el cambio climático.
En 2022, Ardern lanzó un ambicioso plan de descarbonización para los siguientes 4 años que involucra los sectores industrial, de transporte, agrícola y de la generación eléctrica. También presentó una propuesta de ley que exige transparencia del sector financiero en materia de impacto ambiental, convirtiendo a esta nación en la primera en hacerlo.
En la misma línea, Jacinda Ardern planteó que para 2035, Nueva Zelanda deberá haber alcanzado 100 por ciento de su generación eléctrica a partir de fuentes renovables y limpias.
En su mandato, aumentó las inversiones en proyectos de energía eólica, solar y geotérmica, así como ha alentado la inversión privada en tecnologías limpias y sostenibles.
Dilma Rousseff, presidenta de Brasil (2011-2016)
Defensora del estatismo, Dilma Rousseff enfocó su política energética en el fortalecimiento de la empresa petrolera nacional Petróleo Brasileiro (Petrobras). Por ello, preservó el modelo de su antecesor, Luiz Inácio Lula da Silva, consistente en el reparto de producción para los campos de petróleo del presal, en lugar del modelo de concesión utilizado anteriormente. Este modelo aseguraba que Petrobras tuviera una participación mínima del 30 por ciento en todos los consorcios que explotaran estas reservas y que el Estado tuviera un control más directo sobre la producción y los ingresos generados.
También Petrobras fue designada como la única operadora de todos los nuevos bloques del presal, de manera que ambas acciones llevaron a un aumento significativo de la producción de crudo y gas. Igualmente aumentó la capacidad de refinación con la intención de reducir las importaciones de petrolíferos.
En electricidad, Rousseff logró la integración energética con su vecina Paraguay con la culminación de la hidroeléctrica de Itaipú y la línea de transmisión de 500 kV entre ambas naciones. Su administración trató de impulsar el mega proyecto hidroeléctrico Belo Monte, a enclavarse en la selva amazónica, pero un juez federal detuvo el proyecto por diversas razones, entre ellas, el incumplimiento de requisitos ambientales. Aunado a ello, grupos ambientalistas e indigenistas realizaron protestas en contra de la obra, a las que se sumaron incluso el cantante británico Sting y el director de cine James Cameron. Era un proyecto insigne de la administración de Rousseff y sería uno de los más grandes del mundo con sus 11 mil megawatts de capacidad.
Lo que sí pudo hacer fue inaugurar algunos parques eólicos, incluido Campos Neutrales en Rio Grande do Sul, considerado en 2015 el más grande de América Latina con sus 583 MW de capacidad instalada.
Fiel a la línea de izquierda, Dilma Rousseff implementó medidas populares que afectaron a inversionistas nacionales y principalmente extranjeros, como la banca y la generación eléctrica, bajo la idea de que el Estado debe modelar la economía en todos los sectores para que todos los brasileños puedan progresar.
Aun con ello, Rousseff buscó reanimar a los empresarios para que invirtieran en infraestructura, lanzando el Plan de Inversiones en Logística y, posteriormente, el Plan Nacional de Energía en la rama eléctrica, petrolera y de gas. Sin embargo, la mayoría de los proyectos estaban bajo la modalidad de concesiones y presentaban algunas restricciones que representaban cuellos de botella, por lo que no alcanzó a convencer a la mayoría de los inversionistas.
Durante su administración se desató el escándalo de corrupción llevado a cabo por la empresa brasileña Odebrecht que salpicaría tanto a la propia Rousseff, como a otros líderes de América Latina, incluido México.
Margaret Tatcher, primera ministra de Reino Unido (1979-1990)
Considerada como la madre del neoliberalismo, la también llamada “Dama de Hierro” impulsó políticas de apertura económica, libre mercado, reducción al mínimo de la participación del Estado en la economía y otras medidas controvertidas para su época, todo dirigido a revertir las altas tasas de inflación que tenía estrangulado al reino.
A Tatcher se le recuerda por su política de privatización de empresas en manos del Estado. La idea central para ello residía en que el sector privado es más eficiente que el sector público, de manera que promovió la inversión privada a través de las privatizaciones y de la desregulación del mercado.
Lo anterior tuvo como consecuencia la atracción de una significativa cantidad de inversión privada tanto nacional como extranjera en todos los sectores, incluido el energético.
Entre las empresas entregadas a la iniciativa privada estaba British Gas, en 1986. La exploración y producción de hidrocarburos en el Mar del Norte por privados ayudaron a que esta zona se convirtiera en una fuente importante de petróleo y gas para el Reino Unido, lo que ayudó a su vez a reducir la dependencia del país de las importaciones de energía.
En materia eléctrica, en 1989 se promulgó la Ley de Electricidad que llevó a la privatización y desregulación del sector. La Central Electricity Generating Board (CEGB) fue desmantelada y las actividades de generación y distribución de electricidad se dividieron entre varias empresas privadas. Así, la reforma permitió la entrada de nuevos actores en el mercado y fomentó la competencia en la generación y suministro de electricidad.
Si bien la política de Tatcher estaba enfocada principalmente en los combustibles fósiles y la energía nuclear, su gobierno también mostró un interés inicial en las energías renovables. Implementó algunos programas para apoyar la investigación y el desarrollo en este sector, aunque no fueron tan prioritarios como otros aspectos de su política energética.
Sin embargo, en un discurso pronunciado en 1988 ante la Royal Society, Margaret Thatcher destacó la importancia de abordar el calentamiento global y proteger el medio ambiente, un hecho que la convirtió en una de las primeras líderes mundiales en reconocer públicamente la amenaza del cambio climático. Por ello, su gobierno participó activamente en las discusiones internacionales sobre este asunto y apoyó la creación del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) en ese mismo año.
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Por supuesto que no son todas las mujeres que han ocupado el cargo de jefas de Estado o similares, lo planteado aquí es solo una muestra de cómo ellas han enfrentado los retos en materia de energía, cambio climático e inversiones.
Otras mujeres que han ocupado la presidencia o cargo similar en sus respectivos países son Violeta Barrios de Chamorro de Nicaragua, Mireya Moscoso de Panamá, Laura Chinchilla de Costa Rica, Xiomara Castro de Honduras y Mette Frederiksen de Dinamarca, entre otras más.