Cuando acepté escribir esta columna no sabía que estaría comenzando un nuevo capítulo profesional en una de las empresas privadas más relevantes del sector energético, Harbour Energy, con un portafolio sólido y grandes perspectivas de crecimiento. Hoy, entre este artículo y otras 100 responsabilidades, no puedo evitar preguntarme: ¿cómo lo hacen mis colegas que también son mamás?
La pregunta que me ronda últimamente es cómo seguir creciendo personal y profesionalmente cuando tienes hijos que dependen de ti en muchas cosas, especialmente en algo tan valioso como el tiempo. Leía un artículo del IMCO que señalaba que “sumar a más mujeres a la economía podría aumentar el PIB de México en 6.9 billones de pesos durante la próxima década”. Para lograrlo, se ha propuesto desde el sector público la creación de un Sistema Nacional de Cuidados y, desde el privado, institucionalizar políticas de flexibilidad laboral y ofrecer servicios, como estancias infantiles, en los centros de trabajo.
Si algo me queda claro es que la brecha laboral y salarial que enfrentamos las mujeres está profundamente ligada a las tareas de cuidado. Y si bien estas abarcan distintos tipos de relaciones, en este texto quiero enfocarme en la maternidad.
“Si algo me queda claro es que la brecha laboral y salarial que enfrentamos las mujeres está profundamente ligada a las tareas de cuidado”.
Me declaro una millennial sin aspiraciones de ser la “mujer maravilla”. No quiero ser la hija, pareja o madre perfecta. (Hago aquí el paréntesis de que no soy madre aún). Aspiro a tener una vida con propósito: un trabajo significativo, vínculos cercanos, salud mental, momentos de ocio, ejercicio… pero no todo al 100% al mismo tiempo.
A los 30, la sociedad parece imponernos metas casi incompatibles: ser CEO, ser mamá presente 24/7, tener un cuerpo ejercitado y estar siempre feliz. En mi entorno noto que muchas mujeres le temen a la maternidad porque parece incompatible con la ambición profesional. Las estadísticas lo confirman.
Todas conocemos a mujeres líderes que también son madres. Las admiramos, pero muchas veces pensamos: “ella sí puede, yo no”. El tema no es decidir si ser mamá o no, sino liberarnos del miedo de que serlo implique perder nuestra identidad.
Sé que muchas mujeres madres profesionales podrían leer esto y pensar que es irrelevante o incluso ingenuo; otras mujeres que decidieron no maternar quizá lo sientan lejano. Pero lo cierto es que el tema de los cuidados debería importarnos a todas y todos. Porque tiene que ver con apoyo mutuo, con una mejor calidad de vida y también —no lo olvidemos— con una mejor economía. No escribo esto para provocar, sino para cuestionar: ¿cómo queremos construir futuro si no podemos hablar de cómo se cuida hoy?
Necesitamos comunidad. Necesitamos políticas públicas. Y necesitamos que el sector privado deje de ver la flexibilidad como un obstáculo a la productividad. Necesitamos hablar más, pedir ayuda y poner menos presión en ser perfectas con más enfoque en ser prácticas.
En esta era de justicia energética, donde se reconoce que la falta de acceso a energía impacta desproporcionadamente a las mujeres, es urgente incorporar una visión de género, también enfoquemos en millennials que están siendo madres primerizas.
Siempre creí que una mujer puede lograr lo que se proponga. Hoy, matizo esa creencia: sí se puede todo, solo quizá no al mismo tiempo…
Redes como Women’s Energy Network nos conectan con mujeres en distintas etapas de vida y carrera. Nos recuerdan que no hay un solo camino, pero que sí puede haber compañía, empatía y apoyo en cada uno de ellos.
Y tú, ¿qué piensas?

*/ Edna Osuna es Directora de Hidrocarburos en Women’s Energy Network México.
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