No es ningún secreto que la política energética actual, basada en una visión petrocentrista (oleocentrista) y monopolista de los años 70 del siglo pasado, ha terminado por frenar la transición energética mexicana. Eso llevó a que en las conferencias de las partes de años anteriores se hayan presentado objetivos de reducción de emisiones bastante mediocres.
Por eso sorprendió a muchos la presentación de objetivos de hace unas semanas en la COP27, al menos desde el punto de vista energético. Prometer una capacidad instalada de 30 mil megawatts de generación eólica, fotovoltaica, hidroeléctrica y geotérmica de aquí al 2030 era algo inesperado, por lo menos.
¿Es posible lograr esta capacidad instalada en este periodo?
Sin duda, pero para eso se necesita un cambio radical en la política energética y no para los siguientes años, sino de ya, pues el tiempo de maduración de los proyectos de generación, pero más importante, de transmisión que son ejercidos por el Estado mexicano, requieren que se inicien proyectos a la de ya.
En conjunto, con los 30 mil megawatts se anunció financiamiento del gobierno norteamericano por unos 48 mil millones de dólares. Ese monto es interesante pero alcanzaría solo para generación, que podría ser realizado por cualquier participante público o privado. Sin embargo, se requieren más recursos para transmisión que está reservada al Estado. Lo peor: al parecer, esos recursos son solo para disminuir el venteo de metano.
¿No sería interesante entonces cumplir y hacer cumplir la ley y permitir la participación privada de forma abierta en el mercado eléctrico y usar el financiamiento para ampliar la transmisión? Todo esto como lo marcan la Constitución y la ley.
Pero el problema es que tal parece que las promesas ofrecidas en el marco de la Conferencia de las Partes fueron palabras huecas.
O tal vez no y esta promesa de los 30 mil megawatts sea del canciller mexicano, una promesa que quizá sea parte de su oferta de precampaña y que piense cumplir en caso de llegar a la presidencia. Eso explicaría que las acciones del sector público en el sector energético, las cuales no dependen del canciller, no caminen en el mismo sentido que la promesa de Ebrard.
Y es que pocos días después de prometer ese enorme salto en generación de energía limpia, la Comisión Reguladora de Energía sigue negando permisos, bloqueando la entrada de centrales eléctricas que incluso ya están construidas y listas para operar, que suman más de 2,200 MW de capacidad instalada. Y ya ni hablemos de que el operador del sistema ha instruido la salida de operación de centrales que ya estaban en operación, sobre todo solares fotovoltaicas, o la irregularidad de parar un parque eólico a medio litigio.
Pero lo más delicado es que incluso la Secretaría de Energía ha omitido varias de sus obligaciones en materia de transición energética.
Hace dos semanas, la Comisión Reguladora de Energía publicó las obligaciones de energía limpia que tenemos todos los consumidores de electricidad. Esto ante la omisión de Sener por al menos tres años. No se publicaron en 2019, 2020, 2021 y ahora lo publica la CRE. Pero esta publicación tiene dos grandes defectos.
El primero es que la CRE no está facultada para publicar este instrumento, sino que debería ser la Secretaría de Energía. Pero, además, si consideramos que la transición es un proceso progresivo, las obligaciones de energía limpia deberían crecer año con año, pero la CRE publicó la misma obligación del año pasado. Los mismos 13.9 por ciento de energía limpia al que estamos obligados los consumidores en 2022 serán los de 2023.
“Estas acciones del gobierno confirman que la transición energética es totalmente ajena a la política de esta administración”.
Estas acciones del gobierno confirman que la transición energética es totalmente ajena a la política de esta administración. Los proyectos de litio o parques solares que supuestamente serán grandes y son técnicamente tan complicados, al grado de salir más caro el caldo que las albóndigas, quedan como el arreglo bonito, espectacular o caro de un regalo hueco. Y el regalo que necesita el planeta es la transición energética, no una caja de oropel.
Esperemos entonces que la transición energética se vuelva parte de las agendas de todas las corcholatas (permítame usar las palabras del presidente) y no solo de uno de los aspirantes. Y esperemos que la misma transición se mantenga en la agenda de la oposición. Pero es momento también de construir un acuerdo desde la sociedad para impulsar y forzar al próximo gobierno para que esta promesa del Estado Mexicano de 30 mil megawatts no se quede en la promesa de un presidenciable, sino en la realidad.
Y para eso habrá que revertir todas las ilegalidades de este gobierno, pero sobre todo, recuperar la confianza.
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