La política de la actual administración de instalar terminales de licuefacción de gas natural en distintos puntos del país para exportarlo principalmente a Asia y Europa en realidad no va a dejar beneficios para México, coincidieron expertos.
“No va a afectar a México ni va a beneficiar realmente a México, desde mi punto de vista, porque lo que estamos viendo es un fast-track en el aspecto regulatorio de Estados Unidos en territorio mexicano para poder mandar gas a Asia”, explicó Norberto Catalán, director de Trading y Originación de Gas Natural en la empresa Énestas.
En su participación en el webinar “Panorama 2023 del mercado de gas natural y aspectos regulatorios”, organizado por la Asociación Nacional de la Industria Química (ANIQ), el especialista se refirió a cinco proyectos anunciados por el gobierno federal, algunos de los cuales van de la mano con la empresa estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE).
“Esos cinco proyectos son una extensión de Estados Unidos para mandar gas a otro lado”, agregó Catalán, quien también refirió que la intención es desahogar la gran producción de gas en la Cuenca Pérmica de los estados norteamericanos de Texas y Nuevo México.
“Simplemente vamos a poner un mega popote –si así lo puedo decir de manera ordinaria–, un gasoducto dedicado a las cuencas productoras de Estados Unidos, en la cual vamos a obtener este gas de Permian, va a llegar a la zona del Mar de Cortés y de ahí podemos llegar a los consumidores de Asia”, explicó.
En 2020, el presidente de la República, Andrés Manuel López Obrador, anunció que, ante el exceso de gas que se adquirió del extranjero en la pasada administración, se instalarán terminales de gas natural licuado (GNL) en algunos puertos del país, tanto del lado del Pacífico, como del Golfo de México.
“De todas maneras tenemos que resolver qué hacemos con el gas”, aseguró en una de sus conferencias matutinas en agosto de ese año.
La empresa norteamericana Sempra Energy tiene el proyecto de convertir su terminal de regasificación Energía Costa Azul (ECA), al noroeste de Baja California, en una terminal también de licuefacción.
Actualmente opera la terminal de Manzanillo, Colima, y la tercera es la de Altamira, Tamaulipas, del lado del Pacífico.
Sin embargo, están los proyectos de GNL para los puertos de Guaymas y Libertad, Sonora; Topolobampo, Sinaloa; Lázaro Cárdenas, Michoacán, y Salina Cruz, Oaxaca. Del lado del Golfo se ha barajado la posibilidad de instalar terminales en los puertos de Poza Rica y Pajaritos, en Veracruz, y Progreso, en Yucatán.
El año pasado, la CFE firmó alianzas estratégicas con la firma norteamericana New Fortress Energy para la construcción de una terminal en Salina Cruz, con la intención de recibir el gas importado de Texas, mediante una extensión del gasoducto Sur de Texas – Tuxpan, licuarlo y exportarlo a Asia.
Empero, Daniel Guerrero, socio fundador de AEE Sustentabilidad Energética, encontró difícil que todos esos proyectos se logren.
“Yo creo que muchos de estos proyectos que se han anunciado, los que realmente se instalen y realmente se construyan, son los que van a operar”, comentó.
Por ello, abundó en que los puntos de México en el Pacífico están limitados. “No es viable poner dos o tres plantas de licuefacción en un mismo punto; entonces, el que pegue primero va a pegar dos veces”, subrayó.
Justamente esta semana, la empresa Mexico Pacific Limited (MPL) anunció que el gigante energético Exxon Mobil adquirirá GNL de la terminal en construcción Saguaro Energy, en Puerto Libertad, la cual a su vez traerá el gas precisamente de la Cuenca Pérmica de Texas.
Guerrero, quien también es consultor jurídico en Quantum Consulting, coincidió así con Catalán en que México no obtendrá beneficios de esta estrategia, si a caso, por las instalaciones y los trabajos asociados a estos proyectos.
Sin embargo, una de las consecuencias podría ser un aumento en el precio del gas.
“En precios, nos podría incrementar un poquito el precio por el efecto que tenga el jalarlo hacia Asia o hacia Europa, que no hay en esa parte”, aseguró.