La frase no es mía, sino de un consejero independiente del Consejo de Administración de CFE quien la dijo durante el parlamento abierto de la Cámara de Diputados el jueves de la semana pasada. Más allá de las implicaciones políticas o económicas, analicemos: ¿Qué implica para el ciudadano “que no nos pase lo que a TELMEX”?
Primero hay que decirlo. TELMEX no se ha caído, tiene poca competencia en el ámbito de telefonía fija y ejerce un poder monopólico de facto. La filial de telefonía celular, Telcel, es la que podría tener una historia distinta. La competencia ha llegado con fuerza, pero Telcel tiene casi tres cuartas partes del mercado de telefonía móvil.
“La competencia en los hechos significa que, más que un mercado disperso, hay más opciones para el ciudadano”.
La competencia en los hechos significa que, más que un mercado disperso, hay más opciones para el ciudadano.
Esa competencia ha permitido que, a pesar de la presencia de un jugador preponderante, los usuarios podamos cambiar (y con relativa facilidad) de operador de telefonía, lo que obliga a cada operadora a ofrecer sus mejores paquetes y ofertas. Gracias a eso, ahora podemos pagar por telefonía al mes lo que costaba una llamada a Estados Unidos hace 20 años. No, no es que los dueños de las telefónicas sean “buena onda”, es que la competencia los obligó a invertir en tecnología y esto se traduce en disminución de los costos de los servicios.
¿CFE podría perder mercado?
Eso depende. Primero, hacen falta regulaciones para que el suministro básico entre en competencia. Legalmente hay cuatro permisos que podrían operar, pero están sujetos a que haya subastas, por ejemplo, que son una condición obligatoria para que la CFE pueda adquirir energía y ofrecerla al usuario.
En suministro calificado ya hay competencia y ahí es curioso porque la CFE tiene condiciones parecidas a las del operador más grande de telefonía celular. CFE lleva a cabo transacciones por alrededor del 70 por ciento de la energía que se vende en suministro calificado, aunque también hay que decir que CFE Calificados no sólo comercializa energía de generadoras de CFE, sino de otras privadas.
Uno de los argumentos más curiosos de quienes promueven la reforma es que, de seguir la implementación del marco jurídico vigente, la CFE se quedará sólo generando alrededor del 16 por ciento de la energía del sistema. Actualmente genera el 38 por ciento, lo que significaría dejar de generar más de la mitad del porcentaje actual.
¿Por qué sería eso?
Sólo hay una explicación. CFE plantea, en estos escenarios, no cambiar nada de su forma de hacer las cosas. No planea invertir, ni generar proyectos nuevos, con tecnología nueva que le permita competir en el despacho económico. No planea bajar costos, con lo cual no tendría centrales capaces de ganar en el despacho y por tanto seguir generando.
¿Podría CFE evitar perder mercado?
Sin lugar a duda. CFE tiene el personal calificado o, en su defecto, la posibilidad de capacitarlos, generar proyectos nuevos de generación con costos bajos que compitan y ganen, tanto en subastas como en despacho eléctrico. De ser así, si se fortalece CFE, si genera estos esquemas y mantiene por ello un mercado a su favor, habremos visto una buena noticia: CFE se fortalece en beneficio de los mexicanos.
Pero si en lugar de eso se cambia la ley o la Constitución para que nada cambie, solo para que la CFE recupere mercado, es una mala noticia para nosotros, pues nos hará cargar con todas sus ineficiencias y sobrecostos, además de que se le blindará para evitar la entrada de competencia, la cual podría ofrecernos mejores servicios y a precios más competitivos.
¿Que no nos pase lo que a Telmex? Mejor que nos pase, para bien de los mexicanos.