Estimado lector, con las reformas al sector eléctrico en 1992 y del gas natural en 1995, que dieron pie a un proceso en el cual gracias también a una política orientada a generar electricidad vía fuentes más amigables con el medio ambiente, el gas se ha convertido en el combustible fósil más importante en México. En gran medida, las semillas regulatorias sembradas desde hace más de dos décadas y los cambios constitucionales en 2013-2014 ayudan a entender el origen y evolución de la gasificación que México hoy experimenta. En el marco de la larga transición política, el debate en torno al gas natural ha adquirido relevancia y esto obedece a que la expansión del consumo no ha sido acompañada por una mayor producción nacional, especialmente en los últimos años, lo que ha resultado en crecientes importaciones para satisfacer la demanda. Estimaciones de la Comisión Nacional de Hidrocarburos señalan que, al descontar las necesidades de PEMEX, las actividades productivas del país (incluyendo la generación de energía eléctrica y manufacturas) dependen de gas importado en un 88 por ciento. Para observadores del sector energético, esta cifra es aún más perturbadora dado que la mayoría proviene de Estados Unidos. Así, la administración saliente ...