Ah, el esperado fin de año. Tiempo para relajarse, hacer un reseteo de nuestras preocupaciones y prioridades, pensar en lo que sigue. Quizás estás disfrutando de hacer absolutamente nada en el sillón, o viendo Don’t Look Up, la película de Netflix que científicos y activistas climáticos del mundo están alabando por su parecido a la realidad. Quizás estés pensando en los nuevos hábitos que quieres formar en el año que viene (o como yo, tras dos años de pandemia te has rendido a la idea de hacer planes). En cualquiera de estos casos, me gustaría plantearte un propósito que creo que te vendría excelente: únete a un movimiento climático.
La crisis climática es el problema más grande que enfrenta nuestra generación. No necesitamos estar versados en ciencia climática para reconocerlo: basta con abrir nuestra ventana y observar los múltiples eventos climáticos extremos que hemos sufrido este año: oleadas de calor, sequías, inundaciones, heladas, incendios forestales; o ver los reportes que indican que sin acción climática inmediata podemos superar los 1.5ºC de calentamiento en los próximos 5 años. La ciencia es inequívoca, pero la acción para enfrentarla parecería inexistente, o incluso inversa. Solo esta semana nuestro presidente celebró la compra de una refinería y la construcción de otra, deseó que no se usaran combustibles fósiles y llamó la lucha del cambio climático “un doble discurso muy hipócrita”. Los subsidios a la industria del petróleo siguen siendo la norma –Pemex acaba de recibir 3,500 millones de dólares de Hacienda para reducir su deuda– y los efectos y avances de la crisis climática no han logrado penetrar en los medios de comunicación de la manera en que la pandemia de COVID lo hizo.
“La crisis climática es demasiado grande para ser enfrentada por una sola persona”.
Por si fuera poco, la poca cobertura de la crisis climática está repleta de mensajes de cómo podemos frenar este gigantesco problema con soluciones individuales: medir nuestra huella de carbono, dejar de usar nuestro carro. Pero no podemos solucionar la crisis climática exclusivamente con acciones individuales, y dedicarle la mayor energía a nuestro propio “activistómetro” – que tan perfectamente cumplimos con esta serie de acciones para reducir nuestro impacto individual– nos distrae de la serie de cambios sistémicos necesarios para frenar (o incluso revertir) este calentamiento. La crisis climática es demasiado grande para ser enfrentada por una sola persona. Usar cepillos de dientes de bambú, aunque ayuda, no es suficiente para prevenir la crisis actual. Cambiar tus focos le ayuda al ambiente, pero ayuda mucho más si cambias a tus diputados y senadores.
Pero en comunidad, la acción climática funciona. El año que terminó estuvo lleno de enormes hitos a cargo de diferentes colectivos climáticos: activistas holandeses ganaron una demanda histórica contra Shell, el movimiento juvenil americano Sunrise Movement ha catapultado inversiones millonarias en acción climática. En México, acciones de organizaciones ambientales han logrado frenar los últimos intentos de reforma a favor de CFE y PEMEX. La acción colectiva tiene un impacto mucho mayor que la suma de sus partes y es nuestra opción más prometedora para lograr cambios sistémicos para un futuro mejor. En otras palabras, este es tu momento de unirte al movimiento climático.
¿Te da miedo salir a marchar? Qué bueno que el activismo tiene muchísimas facetas, desde la organización, redacción y apoyo mutuo, hasta la acción directa y demostraciones. El cambio climático es un problema estructural, por lo que nuestras acciones, como comunidad, importan más que nunca. Así que encuentra la comunidad climática con la que resuenes: ya sea un capítulo estudiantil como SOEMA o AJUVES, una organización que busca el desarrollo de las energías limpias como Renovables X México, un colectivo de papás preocupados por la política en pro de sus hijas e hijos como Padres Por El Futuro. Existen muchísimas organizaciones y movimientos locales e internacionales que necesitan tu apoyo. Y que te recibirán con las manos abiertas.
Así que bienvenido. Te estábamos esperando.