El almacenamiento de energía poco a poco ha ido desarrollándose como una forma no solo de aprovechar la energía renovable cuando no se genera, sino que también contribuye a la estabilidad, confiabilidad y seguridad de las redes de distribución, específicamente en el caso de los sistemas de baja escala.
Además, cuando los sistemas de almacenamiento están correctamente instalados, ayudan a que los generadores y los centros de carga cumplan con el Código de Red.
El Programa Indicativo para la Instalación y Retiro de Centrales Eléctricas (PIIRCE), contenido en el Programa de Desarrollo del Sistema Eléctrico Nacional (PRODESEN) 2022-2036, proyecta que para ese periodo se podrían estar instalando unos 4 mil 505 megawatts (MW) en sistemas de almacenamiento de energía en el país.
Lo anterior, según explica el PRODESEN elaborado por la Secretaría de Energía (Sener), tiene el objeto de aumentar la flexibilidad operativa y la confiabilidad del SEN, además de su resiliencia ante el incremento esperado de la generación a partir de fuentes solar y eólica, incluida la generación distribuida.
Sin embargo, precisamente por la importancia que van adquiriendo estos equipos en el sistema eléctrico, es indispensable que su instalación sea segura y realizada únicamente por personal capacitado y certificado, al igual que sucede con los sistemas fotovoltaicos propiamente dichos para autoconsumo o generación distribuida.
“Son sistemas que, al final del día, en metros cuadrados estás manteniendo 100 por ciento la energía de una empresa e industria, varios megawatts por hora; entonces, sí estás jugando con fuego”, advirtió Alejandro Fáijer, CEO de Quartux, empresa que ofrece soluciones con inteligencia artificial para sistemas de almacenamiento de energía en los segmentos comercial e industrial.
Explicó a Energía a Debate que algunas empresas e industrias instalan sistemas fotovoltaicos y de almacenamiento de energía con el ánimo de ahorrar en su consumo eléctrico, pero descuidan la parte de verificar si sus instaladores están debidamente capacitados y certificados para ello.
A este respecto, aclaró que la instalación de un sistema solar fotovoltaico de baja escala no tiene nada qué ver con la instalación del sistema de almacenamiento de energía, por tanto, es necesario que para este último se contraten especialistas capacitados y certificados.
Abundó que los sistemas con base en baterías, proveen a una red, entre otras cosas, regulación de frecuencia, regulación de voltaje, mejora de potencia y calidad de energía. “El gran diferenciador es saber qué aplicar, qué dar a qué clientes y de qué forma”, acotó.
Fájer consideró que actualmente hay oportunidades para la expansión de los sistemas de almacenamiento de baja escala, ya que existe “apetito de inversión” y una base regulatoria que los sustenta.
En este sentido, refirió como ejemplo que la empresa que comanda atiende a los sectores comercial e industrial que, aún cuando solo representan el 2 por ciento de los usuarios de la electricidad en el país, consumen el 75 por ciento de la energía total nacional.
Por ello, subrayó los beneficios de estos sistemas ante el aumento de las renovables. “El efecto del almacenamiento es muy claro, es ayudar a la estabilidad de la red y más con la entrada de esta nueva generación renovable que está habiendo”, afirmó, a la vez que apuntó de igual forma en la reducción de la huella de carbón que promueven este tipo de sistemas.
Recientemente, el Centro Nacional de Control de Energía (Cenace) indicó que tan solo la generación eléctrica solar en México aumentó un 61 por ciento, en comparación con los combustibles fósiles.
Según cifras de la Asociación Mexicana de Energía Solar (Asolmex), en 2021 se habían celebrado por lo menos 181 mil 543 contratos de interconexión de generación distribuida en el país, representando una capacidad instalada adicional de 1,304 MW.