El verdadero cliente de la energía, al final de la cadena de valor, es la gente. Los ciudadanos son los que hacen que la economía funcione, crezca, se desarrolle y, por ende, se incremente la demanda de esta. Esos usuarios finales de productos derivados de los hidrocarburos exigen, cada vez más, la reducción en el uso de productos provenientes de la energía fósil, incluyendo los procesos de refinación, gas y petroquímica, los cuales de una u otra manera afectan el clima y ocasionan el aumento en las temperaturas del planeta. Esta realidad nos permite argumentar que el más grande desafío de la industria de los hidrocarburos ha cambiado del descubrimiento de reservas y su monetización, hacia la búsqueda de una transición energética equilibrada.
Cuando observamos las proyecciones de demanda de energía en cualquiera de los análisis de la Agencia Internacional de la Energía (IEA) o de las empresas privadas, vemos que en los próximos 20 años la energía fósil seguirá siendo preponderante en el mercado. Se observan pequeñas variaciones en cuanto a las tendencias del consumo de petróleo y gas, y cierta disminución en el carbón, pero no se percibe, al menos hasta este año 2022, que las energías alternas, limpias, crecerán de manera acelerada.
La historia nos enseña que el negocio de los hidrocarburos tardó más de un siglo en desarrollarse y consolidarse como la alternativa energética del mundo, así que podemos inferir que podría tomarse un tiempo similar desarrollar energías alternas competitivas en volumen y costos. Esa nueva realidad del entorno ha exigido que las empresas cambien sus estrategias de crecimiento: de empresas productoras de hidrocarburos a productoras de energía; sin embargo, al profundizar en las raíces de ese cambio de estrategia, de su planeación y portafolio de proyectos, no reflejan una tendencia hacia el desarrollo y producción de energías alternas que permitan soportar dicha afirmación, algo que pudiera considerarse un paso sustancial hacia una transición energética.
Existe un genuino interés en las empresas operadoras de seguir adelante con el desarrollo de tecnologías y productos que contribuyan a disminuir la huella de daño ambiental y su impacto en la generación de gases de invernadero o CO2, buscando reducciones en el tamaño de localizaciones para la perforación de pozos, la eliminación del venteo de gas en la producción de nuevas áreas o en las pruebas de pozos y en el almacenamiento de los hidrocarburos producidos.
Podemos decir que el cambio climático ha despertado el interés de las empresas operadoras y de servicios por minimizar o eliminar el impacto de sus actividades en el ambiente y trabajar en el control y disminución de la disposición o venteo de gas a la atmósfera. Este tema del venteo se ha convertido en un grave problema dentro de la industria a pesar de que se ha avanzado significativamente en las tecnologías necesarias para controlarlo y reducirlo.
No ha sido un tema de fácil solución, pues cada actividad en la que se genera producción o uso del gas existe el riesgo de ventearlo a la atmósfera, ocasionando emisiones de CO2. Se estima que en el mundo se ventean anualmente alrededor de 3 TCF de gas natural y el contenido de CO2 por cada MMPCG venteado es de 50 toneladas, los cuales se van a la atmósfera, de modo que el daño al ambiente es considerable, con base en los volúmenes venteados.
“En la búsqueda de tecnologías que permitan facilitar la transición energética, la captura del gas se ha venido convirtiendo en la más viable y rentable”.
En la búsqueda de tecnologías que permitan facilitar la transición energética, la captura del gas se ha venido convirtiendo en la más viable y rentable. Esta captura de gas de venteo para procesar el gas natural y convertirlo, mediante un proceso petroquímico en amoniaco NH3, el cual es un producto fertilizante de gran valor, se viene haciendo desde más de cien años. Actualmente se cuenta con plantas modulares de fácil transporte, diseñadas a la medida para ser utilizadas en diferentes sitios.
Las tecnologías que permiten capturar el gas venteado y convertirlo en amoníaco NH3 pueden utilizarse cerca de los pozos y las baterías de producción en tierra, o plataformas de producción en pozos ubicados en agua. Las mismas son producto de la reingeniería de procesos petroquímicos que requieren transportar grandes volúmenes de gas, a grandes distancias, para procesarlo y obtener fertilizantes como el amoníaco. Los módulos o nuevas plantas pueden procesar 1.5 MMPCGD y producir entre 50 y 100 toneladas de amoníaco y, además, recibir adicionalmente los conocidos créditos por eliminación de emisiones de C02 a la atmósfera.
Considerando que en México se ventea más del 10% del gas asociado producido, pensar en el uso de estas plantas modulares cobra mayor importancia, no solo por el valor que representa la reducción de emisiones, sino porque adicionalmente generan valor mediante el amoníaco producido, lo cual complementará la oferta en el mercado local de agricultores, a precios accesibles para ellos.
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