Álvaro Ríos Roca* para Energía a Debate
Los que creemos que el mercado es el que debe fijar los precios de los productos y servicios, podemos una vez más rasgarnos las vestiduras con lo recientemente acontecido en el mercado global de petróleo.
Seguiremos pregonando que es mucho más beneficioso que el mercado (oferta y demanda con todas sus distorsiones) en competencia fije los precios de los productos y servicios, a que lo hagan a dedo políticos de turno, la mayoría de las veces en concomitancia con los que se favorecen de los precios fijados o impuestos.
Una cosa es regulación de costos para establecer precio o tarifas de servicios públicos donde hay monopolios naturales y no hay competencia. También los monopolios de facto de dominancia de mercado por uno, dos, o más agentes deben romperse para generar competencia. Ésa es tarea de los gobiernos. Los pactos de precios entre agentes de mercado es una violación al mercado que debe castigarse y censurarse. Exactamente esto último es lo que acontecido con la famosa OPEP+ y por supuesto con la injerencia del presidente Trump. Analicemos.
Durante 2018 a 2019 los precios del petróleo se establecían entre 60 a 70 dólares por barril (USD/Bbl), otorgando tranquilidad y por supuesto ganancias a los países productores y a empresas productoras del vital commodity que aún mueve a la economía y al transporte mundial.
La producción global durante esos dos años promediaba 100 millones de barriles por día (MMBPD). Empero, al finalizar el 2019 se da la erupción del COVID 19 en China y la alerta comienza a afectar la demanda. La producción de petróleo, sin embargo, se mantiene en 100 MMBPD, pero los precios comienzan a declinar. Los precios WTI y Brent en enero eran ya de 57.6 y 63.6 USD/Bbl y en febrero caen a 50.6 y 55.7 USD/Bbl respectivamente.
Con este escenario, el 5 de marzo se da una reunión de dos días de la OPEP y de sus aliados, denominados OPEP+, entre ellos Rusia, con el objetivo de tratar de establecer cuotas de reducción de producción y subir precios. El 6 de marzo el precio del barril de petróleo cayó otro 10% tras el fracaso de conversaciones, en las que Rusia se niega a reducir producción.
El 9 de marzo Arabia Saudita desata la guerra de precios ante Rusia por su negativa a reducir producción y por supuesto los precios se desploman llegando en marzo en promedio a 30.5 USD/Bbl el WTI y a 31.8 USD/Bbl el Brent. A finales de marzo los precios ya estaban por debajo los 25 USD/Bbl, a niveles no visto desde el año 2002.
Adivine adivinador ante este escenario de precios por debajo los 30.0 USD/Bbl ninguno de los frackers de shale en Estados Unidos podía seguir produciendo, porque resultaba antieconómico (punto de equilibrio) y no había cómo pagar deudas en un sector además muy endeudado.
Así aparecen unos tuits del presidente Trump el 2 de abril que hace que los precios repunten casi un 25%. En ellos anuncia que existía esperanzas sobre un acuerdo entre Moscú y Riad para recortar la producción. El 3 de abril los precios ganan otro 10%, impulsados por optimismo sobre final de la guerra de precios entre Rusia y los otros países de OPEP+. Con palo y zanahoria de por medio, el poderoso presidente de los Estados Unidos comienza su accionar.
El 9 de abril tras una reunión de la OPEP+ por videoconferencia se da lugar a un acuerdo histórico para reducir la producción en 10 MMBPD que, por supuesto, no es suficiente por la sobreoferta de crudo y por la demanda súper contraída por el virus. El 20 abril, un día inédito para el mercado petrolero, los precios se caen momentáneamente a negativo 35 USD/Bbl para los futuros de mayo por falta de almacenamiento. La demanda global de crudo en abril se cae a 79 MMBPD, es decir, una caída de 21%.
Gracias a los recortes de los países OPEP+ y por las presiones de Estados Unidos y sus socios, los precios han comenzado a trepar llegando este junio a los 40 USD/Bbl. Lo interesante de todo esto es que es la primera vez en muchas décadas en que vemos al gobierno norteamericano afanado en subir los precios del petróleo porque siempre ha ocurrido todo lo contrario.
Ahora está de por medio una industria pujante del shale a la cual hay que proteger. La producción de petróleo de los frackers en Estados Unidos había llegado a 13 MMBPD y ahora ha comenzado a declinar a 11 MMBPD. Ya hemos dicho que ni los más eficientes frackers en los más prolijos sweetspots son rentables por debajo de 30 USD/Bbl.
Como en Estados Unidos el gobierno no puede imponer a hacer bajar la producción a las empresas petroleras (creemos que puede ser considerado hasta ilegal), pues el palo y zanahoria funcionó con la OPEP+. ¡Cómo han cambiado los tiempos y los intereses! Los precios bajos de los combustibles que beneficiaban a sus ciudadanos cuando las importaciones eran dantescas ya no son lo primordial para el gobierno norteamericano.
*Ex ministro de Hidrocarburos de Bolivia y actual socio director de Gas Energy Latin América.