Dra. Shareen Yawanarajah / para Energía a Debate
Recientemente, describí cómo desde el Environmental Defense Fund (EDF) anticipábamos que la administración del presidente Joe Biden priorizaría acciones contra el cambio climático al enfocarse en relaciones bilaterales clave con México y Canadá. También, expliqué que las emisiones de metano provenientes de la industria del sector de hidrocarburos no son sólo una amenaza climática, sino también económica, ya que cada tonelada desperdiciada o quemada es una tonelada de producto e ingreso desperdiciado.
El 17 de febrero, Texas fue impactado por una catástrofe energética – cuando temperaturas históricamente bajas dejaron su red eléctrica al borde del colapso – causando que millones de personas perdieran electricidad y así la capacidad de calentar sus hogares. El intento de resolver la crisis por parte de Greg Abbott, gobernador de Texas, fue ordenar que productores de gas natural en el estado dejaran de exportar su producto hasta por lo menos el 21 de febrero. Mientras me congelaba en mi casa en Houston, no pude evitar pensar en la ironía de un “Texas independiente” en materia de energía; pasando de tener un exceso de gas natural, a una grave escasez con efectos devastadores para las personas.
El impacto del desastre energético de Texas no sólo se limitó a las fronteras americanas. Estados Unidos es el principal exportador de gas natural hacia México, contribuyendo con el 61% del suministro de gas natural desde el 2019. La gran mayoría de este gas proviene de la Cuenca Pérmica de Texas, el mayor campo de petróleo del planeta, y probablemente el más grande emisor de metano debido a la quema de gas desregulada.
La orden de Abbott interrumpió la producción energética en el norte de México, dejando a muchos mexicanos sin electricidad, quebrantando sectores industriales, automotrices y de manufactura (o producción) que dependen del suministro de gas estadounidense.
Un estudio reciente titulado, “Una historia de dos regiones: Emisiones de metano en el sector de hidrocarburos en México”, publicado en Environmental Research Letters, destaca que las instalaciones de petróleo y gas en tierra emiten más de 10 veces la cantidad de metano reportada en inventarios, mismas que impactan la capacidad del país para asegurar una mayor eficiencia energética.
El Dr. Daniel Zavala, autor principal del estudio y científico de EDF, explicó que, “Cuando las instalaciones petroleras mexicanas en la región del estudio emiten metano, esas emisiones representan una pérdida de 4 mil millones de pesos al año; mismos que están siendo tirados a la basura al ser liberados a la atmósfera”. La cantidad de metano que se emite en solo uno de los complejos procesadores de gas en tierra estudiados, sería suficiente para satisfacer el 50% del consumo de gas residencial en México. Esto es un gran desperdicio de recursos.
Al permitir que continúen las emisiones de metano en las instalaciones petroleras, México está desperdiciando la oportunidad de mejorar su seguridad energética. PEMEX fácilmente podría reducir la quema y el desperdicio de gas al aprovechar soluciones tecnológicas rentables que capturen gas para su uso posterior. Aparte de los amplios beneficios para el clima y la salud, un mejor manejo de los recursos del sector de hidrocarburos en México significaría un paso importante para lograr mayor eficiencia e independencia energética. De esta forma, evitaríamos molestias económicas y domésticas hacia ciudadanos mexicanos la próxima vez que Texas decida prohibir exportaciones de gas natural.
* Directora de Políticas Públicas en el Programa Global de Energía de Environmental Defense Fund.