México cayó del puesto 32 al 33 en la lista de los 40 países con mayor atractivo para las inversiones en energías renovables, de acuerdo con el Índice de Atractividad por País para la Energía Renovable (RECAI, por sus siglas en inglés), elaborado por la firma de análisis y consultoría EY.
“Las clasificaciones del Índice reflejan nuestra evaluación de los factores que impulsan el atractivo del mercado en un mundo donde la energía renovable ha ido más allá de la descarbonización y la dependencia de los subsidios”, expuso la empresa en la edición 60 del Índice.
Según el estudio, México tuvo 54.6 puntos en el ranking con datos a noviembre de 2022, ubicándose 18.7 puntos por debajo de Estados Unidos, que logró el puntaje más alto con 73.3.
Por encima de México están países como Argentina, con el puesto 26 (58.1 puntos), Chile en el lugar 17 (61.4 puntos), Brasil, en el puesto 14 (62.2) y España en la posición 8 con 65.8 puntos.
Los tres primeros lugares están ocupados por Estados Unidos, con 73.3 puntos; China, con 72.2 puntos, y Alemania, con 71.7 puntos.
Por debajo de México están Noruega, Kazajstán, Vietnam, Sudáfrica, Jordania, Indonesia y Tailandia.
El puntaje respecto a la atractividad para las inversiones en energías renovables está desglosado en ocho tecnologías limpias: viento en tierra; viento en mar; solar fotovoltaica; solar concentrada; biomasa; geotérmica; hidroeléctrica y marítima, cada una con un puntaje derivado de preguntas hechas a los clientes de la firma consultora en diversos países de los cinco continentes.
En el caso de México, la energía solar fotovoltaica alcanzó el puntaje más alto de las ocho tecnologías, con 47.2 puntos, seguida de la energía eólica en tierra con 41.8 y la geotermia con 39.5 puntos.
Las menos atractivas, según el estudio, fueron la energía solar concentrada, el viento en mar y la marina, con 24.3, 21.2 y 18.9 puntos, respectivamente.
“(Los) pilares del Índice ponen énfasis en fundamentos como el imperativo energético, la estabilidad política, la entrega de proyectos (incluida la disponibilidad de capital) y la diversidad de recursos naturales, factores que se convertirán cada vez más en diferenciadores clave del mercado a medida que los mercados avancen hacia la paridad de la red y motivaciones ‘artificiales’, como los objetivos gubernamentales o la delimitación de las tecnologías, se vuelvan menos críticos”, explicó EY.
Así, las preguntas hechas a los encuestados tienen qué ver con la necesidad de reemplazar la canasta actual energética con más energía renovable, o si las políticas públicas obstaculizan o facilitan la capacidad de explotar las fuentes renovables.
Asimismo, se preguntó si existen componentes esenciales para el arranque de estos proyectos, como contratos de largo plazo, infraestructura de la red, incluyendo sistemas de almacenamiento de energía, y el acceso a financiamiento.
Destacó la cuestión de que, aun si todos los elementos están en su lugar, la macro estabilidad y el clima de inversión permiten, o impiden, la facilidad para hacer negocios.
La descentralización de las redes, el futuro
El Índice de EY subrayó el hecho de que la tendencia mundial va en el sentido de la descentralización de las redes de energía, pero alertó que este nuevo enfoque plantea retos para la ciberseguridad de los sistemas.
“Las redes centralizadas prevalecen más en las economías desarrolladas, mientras que las economías en desarrollo tienen un conjunto diferente de circunstancias a considerar”, expuso.
En su enfoque, refirió que la energía descentralizada tiene varias formas, como las microrredes, las energías renovables a pequeña escala y las instalaciones combinadas de calor y electricidad (CHP), así como el almacenamiento de energía distribuida y las cargas controlables.
“A diferencia de las instalaciones de generación de energía convencionales conectadas a una red centralizada, con la energía a menudo transmitida a largas distancias, la energía descentralizada generalmente se distribuye localmente”, apuntó.
Entre los factores que facilitarán esta tendencia, el informe citó la caída de los costos de las tecnologías; las metas sustentables de las corporaciones; la creciente demanda de electricidad, especialmente por la electrificación de algunos sectores, como el del transporte, y los requerimientos regulatorios y de políticas públicas, dado que cada vez más países se están comprometiendo a la descarbonización con un horizonte al 2070.
También el Índice mencionó la resiliencia de las redes, en las cuales la variabilidad de la energía puede balancearse con operaciones automatizadas flexibles, las cuales simplifican el balance entre oferta y demanda, y las soluciones desconectadas de la red, especialmente para áreas rurales y remotas.
Citando cifras de la Agencia Internacional de Energía, EY aseguró que se requieren 800 mil millones de dólares anuales promedio globales en redes eléctricas hasta 2030 para implementar tecnologías de red inteligente y encaminarse hacia el cero neto para 2050.
“Las inversiones en activos digitales deben multiplicarse por ocho, a más del doble de la velocidad de las inversiones totales en transmisión y distribución”, añadió.
Sin embargo, estas inversiones y las redes propiamente dichas deben estar protegidas ante los ataques cibernéticos.
Expuso que el auge de las redes inteligentes y de las redes de energía distribuida presenta desafíos de ciberseguridad cada vez más complejos.
“Varios mercados están desarrollando o mejorando sus entornos regulatorios para la ciberseguridad en un esfuerzo por proteger los activos energéticos críticos”, anotó.
Apuntó que, aun cuando las organizaciones pueden tomar medidas para reforzar la ciberseguridad, se requiere colaboración interna y externa.
“La colaboración externa, en particular, presenta desafíos adicionales”, aseguró.